AVANCE DE UNA NUEVA VIDA, CAPÍTULO 78 – “¡A PARTIR DE AHORA NO TENDRÁS NI VOZ NI VOTO!” – YouTube

⚠️ SPOILER – RESUMEN DEL EPISODIO:

El capítulo 78 comienza con un tenso enfrentamiento en una bodega: Ferit, atrapado en medio de un tiroteo, se enfrenta a un hombre que revela haber sido enviado por Alis Aga. Ferit, con impotencia, expresa su frustración al sentirse controlado incluso en su deseo de morir.

Mientras tanto, en la mansión de la Gran Dama, la tensión aumenta. Sijek intenta calmar a Abidin, asegurándole que solo buscan incomodar un poco a Ferit, pero él teme las consecuencias. Naci, con una mezcla de culpa y miedo, relata que en medio de la confrontación Ferit le pidió que lo matara, y al no poder soportarlo, le apuntó con un arma. Abidin, enfurecido, amenaza con represalias, aunque Sijek intenta apaciguarlo.

Finalmente, se revela que Ferit fue rescatado a tiempo gracias a los hombres enviados por Alis. Abidin, preocupado, se apresura a ir a verlo. En la mansión, la incertidumbre se apodera de todos: nadie sabe dónde está Ferit ni qué ha pasado exactamente. Gulgun, Orhan y Suna están cada vez más angustiados, mientras Sean intenta mantener la calma.

De pronto, Ferit aparece en la puerta, con heridas leves pero visiblemente agotado. Orhan corre a abrazarlo. Justo en ese momento, Alis irrumpe en la sala con una presencia imponente. Recrimina duramente que lo hayan desobedecido, y acusa a todos de haber actuado a sus espaldas. Se dirige a Ferit con dureza, cuestionando su autoridad y decisiones.

Ferit no se deja intimidar. Le recuerda que él mismo lo eligió como sucesor al entregarle el anillo familiar, y si ahora se arrepiente, que se lo quite. Pero también le exige respeto por la responsabilidad que le fue dada. Alis, furioso, le reprocha haber puesto en riesgo su vida. Ferit defiende su actuar como una muestra de valentía, pero Alis lo considera temeridad.

La tensión sube aún más cuando Sean revela, públicamente, que Ferit hipotecó la mansión para conseguir las piedras, y que lo hizo en secreto con la ayuda de Suna. Alis se enfurece: grita que Ferit ha traicionado la confianza familiar y, con voz autoritaria, lo destituye de toda decisión. “A partir de ahora, no tendrás ni voz ni voto en esta casa”, sentencia. Le ordena que se marche, decepcionado.

Ferit, herido pero firme, acepta el rechazo. Reconoce que no merece el apellido ni el afecto de la familia, pero promete cumplir con lo que inició: recuperar las piedras y devolverlas a los Corhan. Después de eso, desaparecerá para siempre.

Mientras esto ocurre, Abidin reprocha a Suna su involucramiento en el plan de Ferit. La culpa de causar el colapso familiar por apoyar una idea descabellada. Kazim interviene, advirtiendo que mostrar hostilidad directa frente a Alis no es prudente, y le sugiere a Abidin jugar “según las reglas”. Lo alienta a mantenerse cerca del poder.

En paralelo, la tensión entre Sean y Suna estalla. En una fuerte discusión, Sean llama a su hermana “estúpida” por sus decisiones impulsivas, lo que genera un intercambio doloroso. Suna se siente humillada, pero responde con dignidad. Esme, al verlas discutir por el control de la mansión, las reprende: les recuerda que están actuando como enemigas por una propiedad, cuando deberían estar unidas.

Suna, devastada, se refugia en su tía Atice, buscando consuelo. Entre lágrimas, le explica que Ferit la convenció de que todo estaría bien. Atice, sin suavizar su tono, le recrimina haber tomado una decisión tan importante sin consultar a sus mayores. La acusa de inmadura, imprudente y de no respetar a su familia. Incluso le lanza una dura sentencia: “Tú y Seiran tendrán hijos algún día, ¿piensas educarlos con esta mentalidad?”

Suna, dolida, responde con sarcasmo y furia: al menos ella podrá tener hijos. En un comentario cruel, revela que Sean es estéril y no podrá darle nietos a Alis. Sean escucha y queda devastada.

Más tarde, Sean se abre con su madre Esme. Le confiesa que está en tratamiento y teme que, si Ferit descubre que no puede tener hijos, él se aleje definitivamente. Le recuerda que él ha puesto todas sus esperanzas en formar una familia. Esme la escucha con dolor, entendiendo el dilema emocional que su hija enfrenta.

Finalmente, Suna y Abidin se reúnen a solas. Ella intenta explicarse. Le dice que actuó pensando en el bienestar de todos, y que nunca quiso hacer daño. Le pregunta, con voz quebrada, por qué nadie intenta comprenderla. Abidin, resignado, le responde con amargura: si lo hubiese escuchado, se lo habría advertido. Suna acepta su error, pero insiste en que ya está pagando por ello.