Spoiler: Celos, reproches y una verdad incómoda entre Begoña y Andrés
Una mañana que parecía tranquila se convierte en una tensa conversación entre Begoña y Andrés. El tema inicial parece inofensivo: la escasez de lirio, un ingrediente clave para la producción del perfume. Begoña, con rostro serio, pregunta si se ha logrado resolver el problema. La respuesta es negativa. Andrés no oculta su frustración: lo ve como un esfuerzo en vano. Incluso llega a decir que solo perdió el tiempo y, lo que es peor, dejó plantada a su sobrina Julia sin motivo alguno.
Celia, siempre empática, trata de restarle importancia a lo sucedido. Le asegura a Begoña que Julia lo entendió, que no fue un problema para la niña y que, al fin y al cabo, ella estaba trabajando. Pero no tarda en surgir un nuevo conflicto: Gabriel aprovechó esa oportunidad para compartir tiempo con Julia, algo que desata un nuevo roce entre Andrés y Begoña.
Begoña se muestra desconcertada ante la actitud de Andrés. Le dice con claridad que no comprende por qué se ha metido en una especie de competencia absurda por el afecto de Julia. Andrés se defiende, recordándole que fue ella misma quien le reprochó que últimamente estaba descuidando a la niña. Begoña, sin embargo, insiste en que solo le señaló que él había estado más ocupado con otros asuntos.
Pero el verdadero nudo de la conversación surge cuando Begoña insinúa que el plan del potrillo que Andrés le ofreció a Julia fue una maniobra para alejarla de Gabriel. Andrés no lo niega, lo que confirma que hay celos de por medio. Begoña, entonces, pone las cosas sobre la mesa: sea cual sea el conflicto que él tenga con Gabriel, Julia no debe quedar en medio.
Andrés, visiblemente molesto, no puede aceptar con tranquilidad que su sobrina se lleve bien con Gabriel. Para él, no es un asunto menor. Expresa su rechazo de forma tajante: considera a Gabriel un embaucador y un oportunista, alguien que no merece la confianza de la niña ni de la familia. Pero Begoña no comparte esa opinión, y su paciencia empieza a agotarse.
La conversación se torna más densa. Andrés insiste en su percepción negativa de Gabriel, repitiendo que en esa casa nadie parece darse cuenta de quién es en realidad. Begoña, cansada de oír lo mismo, pone un alto. Le pide que dejen de hablar del tema, que la conversación está tomando un rumbo que le resulta incómodo. Lo que empezó siendo una charla sobre un ingrediente escaso ha terminado desnudando una grieta emocional mucho más profunda.
Entonces llega la frase que lo cambia todo: Begoña le confiesa a Andrés que, con sus palabras y su insistencia, está mostrando un lado de sí mismo que ella no conocía… y que no le gusta. Lo dice con firmeza, sin dejar espacio a dobles interpretaciones. Es un golpe directo a los sentimientos de Andrés, pero también un intento de proteger lo que realmente importa: el bienestar emocional de Julia.
La escena cierra con un silencio tenso, cargado de pensamientos no dichos y emociones a flor de piel. Andrés, dominado por los celos y la inseguridad, se ve confrontado con la dura realidad de que sus acciones pueden estar alejando a quienes más quiere. Y Begoña, entre la incomodidad y la decepción, comienza a mirar a Andrés con otros ojos.
Esta conversación revela no solo una lucha por el cariño de una niña, sino también el comienzo de una ruptura emocional silenciosa entre dos personas que, hasta ahora, parecían ir en la misma dirección. La batalla entre el orgullo y el amor, entre los celos y la razón, apenas ha comenzado.