Spoiler: El arte del perfume — Una alianza entre pinceladas y esencias
En los próximos episodios de La Promesa, seremos testigos del inicio de una colaboración inusual, audaz y cargada de matices artísticos: el esperado encuentro entre Alonso Cobeaga, un genio creativo con una visión fuera de lo común, y Luis Merino, el reconocido perfumista estrella de Perfumerías de la Reina. La química entre ambos no será inmediata, pero sí prometedora.
La escena comienza con la formal presentación de Cobeaga ante los altos mandos de la firma. Marta, una figura clave dentro de la empresa, es la encargada de oficializar el momento. Con elegancia y cortesía, introduce al maestro perfumista con palabras de admiración y confianza: Luis Merino, una mente brillante de la industria, forma parte de la junta directiva y es el responsable de haber elegido personalmente a Cobeaga para esta colaboración. Junto a él se encuentra Cristina Ricarte, su joven ayudante, quien también jugará un papel esencial en los próximos desarrollos.
Con una sonrisa diplomática, Marta augura que esta alianza será beneficiosa para ambas partes, evocando incluso una célebre cita de Casablanca: “Quizás sea el inicio de una bonita amistad”. Sin más demora, los deja a solas para que empiecen a trabajar, aunque no sin antes recibir un gesto de cortesía por parte de Cobeaga, quien la acompaña un momento. Su amabilidad es evidente, pero pronto veremos que no es un hombre que se acomode fácilmente a las normas establecidas.
De vuelta en el estudio, Alonso y Luis se disponen a comenzar. El tono cambia. Merino, confiado, plantea lo que sería el paso natural: que Alonso le diga cuál de las fragancias que le enviaron previamente ha sido de su agrado, para así usarla como punto de partida. Pero la respuesta de Cobeaga desconcierta: ninguna.
La tensión se palpa. Merino intenta mantener la compostura, pensando que tal vez se trata de una crítica velada. Sin embargo, Cobeaga aclara que las fragancias eran excelentes, pero no es así como él trabaja. Él necesita comenzar desde cero, tener control absoluto del proceso creativo. Para Merino, que ya había avanzado parte del desarrollo, esto representa un pequeño golpe, pero decide adaptarse. Si quieren crear algo realmente único, deberán hacerlo desde las raíces.
Y ahí comienza la verdadera esencia de este episodio: la visión artística de Cobeaga. Cuando Cristina le pregunta qué ideas tiene en mente para orientar el proyecto, Cobeaga lanza una pregunta inesperada: “¿Conoces a Claude Monet?”. Ante la vacilación de la ayudante, no duda en señalar su falta de familiaridad con franqueza. Para él, si van a trabajar codo a codo, la sinceridad es indispensable.
El núcleo de su propuesta creativa es claro: crear una fragancia basada en una obra pictórica de Monet. Esta revelación toma por sorpresa a Luis y Cristina. Nunca antes habían elaborado un perfume inspirado directamente en un cuadro. Pero para Cobeaga, todo tiene sentido. El cuadro que ha elegido —aunque no se menciona su título aún— es la base emocional y sensorial de su próxima colección. Las pinceladas, los colores, los matices del lienzo le han evocado sensaciones, aromas, texturas que quiere traducir al mundo del perfume.

En este punto, Cobeaga inicia una lección casi filosófica sobre el arte y la perfumería. Les explica que lo primero no es crear una fórmula, sino comprender la esencia de la obra: ¿qué emociones transmite? ¿Qué inspiró al pintor? ¿Qué se percibe en cada trazo? ¿Qué olores surgen, aunque no estén representados físicamente en la imagen?
Cristina, algo desconcertada, intenta seguirle el ritmo, mientras Luis observa en silencio, calculando los desafíos que implica esta forma de trabajar. Pero hay algo fascinante en la manera en que Cobeaga conecta arte visual con arte olfativo. No se trata solo de una ocurrencia excéntrica, sino de un proceso creativo que exige sensibilidad, intuición y un profundo respeto por el arte.
Este es apenas el primer paso de una colaboración que promete romper moldes. Cobeaga ha dejado claro que no está interesado en repetir fórmulas exitosas ni en trabajar sobre estructuras ya diseñadas. Para él, cada perfume es una obra nueva que debe nacer desde una idea, desde una inspiración auténtica.
Luis Merino, aunque al principio desconcertado, parece dispuesto a seguir ese camino. No será fácil, pero tampoco aburrido. Lo que está en juego es mucho más que una fragancia: es la construcción de un nuevo lenguaje entre la pintura y el perfume.
A lo largo de la semana, veremos cómo este proyecto avanza, con sus momentos de roce, de inspiración compartida, de descubrimientos inesperados. También iremos conociendo más sobre la obra de Monet que ha capturado la imaginación de Cobeaga, y de qué manera sus trazos impresionistas influirán en cada nota de la fragancia.
Y aunque el perfume aún está en proceso, lo que ya está claro es que esta alianza entre arte y química será uno de los ejes más originales y ricos en matices de La Promesa. El próximo capítulo nos dará nuevas pistas sobre los siguientes pasos en la creación… y quizás sobre lo que este perfume revela de quienes lo diseñan.
Como dijo Marta: esto no es solo una colaboración, es el nacimiento de una nueva amistad creativa.