🌸 Spoiler – “Cristina y el arte secreto de la perfumería”
En uno de los momentos más simbólicos del episodio, Cristina comete un error al estropear una mezcla de fragancia en el laboratorio y se ofrece a corregirlo. Sin embargo, su intento de reparar el fallo es rápidamente detenido por su superior, quien le deja claro que “las mezclas son asunto suyo” y que, aunque no lo fueran, no permitiría que alguien con tan poca experiencia las tocara.
Cristina, herida en su orgullo, le recuerda con firmeza que estudió cinco años en la facultad de Química, insinuando que tiene más conocimientos de los que se le reconocen. Pero entonces, se le ofrece una lección inesperada: en ese laboratorio no basta con saber química. Lo que allí se hace va mucho más allá de fórmulas: se crea poesía con aromas. Cada mezcla debe rimar como un verso bien escrito, y eso solo se logra conociendo a fondo los ingredientes y los matices de cada elemento.
Para enseñarle esta filosofía, se le entrega una tarea desafiante: analizar tres fragancias que fueron presentadas a Galerías Miranda. De esas tres, dos fueron aprobadas por los clientes y una rechazada. Su reto es descubrir, solo con el olfato, qué ingredientes componen cada una, y cuál fue la descartada.
Armada con tiras de papel secante, Cristina comienza la prueba. La primera fragancia le parece agradable, pero al oler la segunda nota que tiene un perfil mucho más afrutado. Al llegar a la tercera, identifica matices herbales. Cuando usa el término “herbal”, recibe una pequeña aprobación que indica que va por buen camino.

Animada, Cristina comparte su opinión sin que se lo pidan: para ella, la fragancia afrutada es la más lograda de todas. Sin embargo, para su sorpresa, le informan que esa fue precisamente la que el cliente rechazó. El impacto es evidente: su gusto personal ha chocado con las decisiones comerciales.
Entonces le revelan una verdad esencial del oficio: el cliente no siempre tiene razón. Hay perfumes que, como la poesía verdadera, no siempre son comprendidos o apreciados de inmediato. Pero eso no les resta valor. Al contrario, les da una autenticidad que los hace especiales.
Cristina, conmovida, promete que si algún día esa fragancia ve la luz del mercado, será la primera en hacer fila para comprarla. Su interlocutor, entre sonrisas, le asegura que ese día recibirá un buen descuento.
El momento cierra con un gesto que lo cambia todo: se le pide a Cristina que empiece a tomar nota de todos los ingredientes. Lo que comenzó como una corrección fría se ha transformado en una puerta abierta. Cristina está siendo aceptada, poco a poco, en un mundo donde la ciencia se convierte en arte, y donde para crear, primero hay que sentir.
🔮 ¿Logrará Cristina ganar un lugar en el equipo del laboratorio? ¿Conseguirá que su sensibilidad se traduzca en creaciones propias?
Lo cierto es que este momento marca un antes y un después para ella, en su camino de aprendiz a alquimista del perfume. Porque en ese pequeño frasco rechazado por el mercado, Cristina descubrió algo que no se enseña en ninguna universidad: la emoción detrás de una esencia.