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¡Prepárense para capítulos cargados de emociones intensas!
En los próximos episodios, las tensiones familiares se intensifican: Digna, en un giro inesperado, se posiciona abiertamente en contra de su hijo Joaquín y a favor de don Pedro, provocando un profundo quiebre entre madre e hijo.
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Por otro lado, Joaquín sigue obsesionado con revelar la verdadera cara de don Pedro, lo cual agrava el conflicto con Digna, quien no tolera su desconfianza hacia un hombre que considera intachable.
Este desencuentro marca una nueva etapa de confrontación emocional que sacudirá a la familia.
Mientras tanto, Damián aparece con una propuesta seductora para Gabriel: ofrecerle el puesto de abogado oficial de las Perfumerías de la Reina. Pero eso no es todo…
En un gesto que parece más trampa que oportunidad, también le ofrece alojamiento en la Casa Grande, como si fuera parte de la familia.
Gabriel acepta encantado, sin darse cuenta de que esta aparente victoria podría ser el inicio de su ruina.
En un rincón más silencioso de la historia, Julia intenta acercarse a María con permiso de una resignada Begoña. Aunque ambas ocultan el dolor con sonrisas forzadas, la pequeña María, con su inocente intuición, nota las heridas que ninguna palabra puede disimular.
Con una sinceridad desarmante, pregunta qué les ha pasado. Julia y María logran improvisar una historia suave, pero saben que las mentiras, aunque piadosas, solo prolongan el sufrimiento.
En paralelo, Lu vive un momento de profunda ansiedad tras su examen de medicina. Descubre que cometió errores graves y que su exposición fue poco convincente.
La posibilidad de haber fallado le oprime el pecho. Con voz quebrada, le confiesa a Begoña:
“Esta es mi última oportunidad.”
El peso de esa frase la hunde. Todo por lo que ha luchado puede desaparecer.
En la fábrica, Luis y Cristina sienten que una nueva esperanza florece. El voto de confianza de Copeaga renueva su espíritu.
Ambos se aferran al sueño de crear una fragancia perfecta, ese aroma esquivo que tantas veces se les ha escapado.
Luis, conocido por su carácter rígido, comienza a confiar en su joven ayudante, cuya sensibilidad olfativa resulta sorprendente.
Pero la pregunta persiste: ¿serán capaces de hallar la esencia que toque el alma exigente del maestro costurero?
Al mismo tiempo, Begoña reúne el valor para contarle a Andrés su sospecha de que María intentó suicidarse.
Andrés, consumido por la culpa por haberla dejado en silla de ruedas, se niega a aceptar esa posibilidad.
La tensión crece cuando ambos visitan a María junto con don Pedro, quien además de mostrar apoyo, le hace saber a Andrés que su rendimiento ha caído desde que se encarga de la fábrica.
María, al escuchar esto, lo anima a retomar su rol principal, marcando un cambio evidente en su actitud.
Ese mismo día, Damián le comunica a don Pedro que Gabriel ha sido oficialmente contratado, lo que enciende un nuevo conflicto entre los dos.
Don Pedro, firme, rechaza la idea de que otro integrante de la familia de la Reina tenga poder en la empresa.
Por otro lado, Joaquín, decidido a llegar al fondo del misterio, busca a Pontón para obtener pistas sobre don Pedro y su relación con Gorris.
Sin embargo, el sargento lo decepciona: no hay pruebas suficientes para abrir una investigación, y Gorris probablemente está en Venezuela.
Joaquín, frustrado, se queda sin recursos legales.
Mientras tanto, en la tienda, Claudia cuenta emocionada los avances en el proyecto de la Casa Cuna, destacando la inesperada colaboración de Chema.
La revelación deja a Carmen boquiabierta, mientras que en Fina, un sentimiento oscuro empieza a crecer: la envidia.
Ver la pasión de Claudia le recuerda su propia falta de propósito, dejándola con un vacío profundo.
Y por si fuera poco, en un giro inesperado, Joaquín se cuela en la casa de los Carpena en busca de pruebas contra don Pedro.
Pero su intento se ve frustrado cuando Digna lo sorprende en plena acción.
El impacto emocional es devastador. Digna, entre lágrimas y rabia, no puede comprender cómo su propio hijo insiste en atacar al hombre que ella considera inocente.
Las palabras de reproche son duras, y con un tono irrevocable, le exige que se marche.
El ambiente queda impregnado de traición y dolor, con una brecha emocional que parece irreparable entre madre e hijo.