🚨 SPOILER – La caída del Capitán Lorenzo de la Mata: el arresto que todos esperaban 🚨

Desde hace semanas, una sombra cada vez más densa se cierne sobre el capitán Lorenzo de la Mata. Aquel hombre que llegó a La Promesa con la determinación de manipular los hilos del poder, aliarse con los nobles más corruptos y no temblar a la hora de ensuciarse las manos en negocios ilícitos, ahora siente que su imperio de engaños se desmorona.
La presencia del coronel Fuentes en el palacio de los Luján no es una simple visita protocolaria ni un encuentro fortuito; es una advertencia viviente. La justicia militar está más cerca que nunca y él lo sabe.

Para alguien acostumbrado a mandar, controlar y salirse con la suya, esa amenaza es más peligrosa que cualquier enemigo del pasado. El capitán sabe que ya no se trata solo de rumores o sospechas: la red se está cerrando sobre él, y pronto no tendrá escapatoria.

Esta semana, todo se precipita. El lunes arranca con un ambiente enrarecido. Lorenzo no puede apartar la vista del coronel Fuentes, cuyo uniforme impecable y porte marcial le provocan una inquietud que intenta disimular… sin conseguirlo. Los que le conocen bien perciben su nerviosismo.

El momento clave llega cuando Leocadia regresa de un paseo por el jardín y menciona que estuvo acompañada por el coronel. La reacción de Lorenzo es inmediata: nervioso, le pregunta con insistencia de qué hablaron. Ese gesto basta para que Leocadia, astuta como siempre, intuya que hay algo grave que él oculta. “Parece que escondes algo importante al coronel Fuentes”, le lanza como una daga disfrazada de comentario.

Mientras tanto, el coronel mide cada palabra y gesto como si estuviera armando un rompecabezas. Y todos sabemos que cuando un militar de alto rango guarda silencio, es porque espera el momento exacto para dar el golpe definitivo.

Con el paso de los días, Lorenzo nota cómo su margen de maniobra se reduce drásticamente. Las conversaciones con sus antiguos aliados —el duque de Carril y el marqués de Andújar— se enfrían. A eso se suma la desaparición de documentos comprometedores y las investigaciones lideradas por Ángela, con la ayuda de Curro, que han destapado pruebas sólidas de su implicación en el tráfico de armas y otros delitos.

En la España de principios del siglo XX —estamos en torno a 1916— estos crímenes no solo destruirían su reputación: podrían costarle su carrera militar e incluso su libertad. El riesgo es mayúsculo.

A mitad de semana, el cerco se estrecha aún más. El coronel Fuentes se convierte en una sombra constante: lo vigila en reuniones, lo sigue por los pasillos, está presente incluso en actos rutinarios del palacio. Es una presión calculada, diseñada para que Lorenzo cometa un error que facilite su caída.
Por mucho que intente mantener la altivez, cada mirada del coronel es como un mazazo en su conciencia.

La familia Luján empieza a percibir que algo no anda bien, aunque todavía no imagina la magnitud del desastre que se avecina.

El jueves —último día de emisión de la semana por ser festivo el viernes— se convierte en la fecha decisiva. Ese día, el coronel mantiene una reunión a puerta cerrada, lejos de la vista de la familia. Poco se sabe del contenido, pero un detalle es claro: tras ese encuentro, la presencia militar en el palacio se intensifica. El arresto ya no es una hipótesis; es una orden firme. Solo falta decidir el momento exacto.

Ese instante llega durante un desayuno aparentemente tranquilo en el salón principal. La mesa, como siempre, rebosa café, zumos y delicias de repostería. Las conversaciones fluyen con naturalidad… hasta que el eco de unas botas firmes resuena en el mármol del hall.
Dos soldados se plantan en la entrada, rígidos, imponentes, y entre ellos aparece el coronel Fuentes. El silencio se impone de inmediato. Catalina y Alonso interrumpen sus palabras, Martina abre los ojos de par en par. Lorenzo, en cambio, entiende al instante que ha llegado su final.

El coronel avanza con paso firme, extrae un documento y, con voz grave, declara:

—Capitán Lorenzo de la Mata, queda arrestado por orden del alto mando. Acompáñenos.

Las manos de Lorenzo se tensan sobre la mesa. No hay lugar para excusas ni discusiones. Levantarse y salir escoltado frente a toda la familia es la humillación más grande que ha sufrido en su vida.

Aquí entra el contexto histórico: en aquella época, un capitán de su rango no sería juzgado por un tribunal civil, sino por un consejo de guerra. Este organismo militar juzgaba delitos como insubordinación, traición o malversación de recursos del ejército. Las penas podían ir desde la degradación y expulsión hasta largas condenas de prisión… o incluso la pena capital, dependiendo de la gravedad.
En otras palabras: Lorenzo no solo está perdiendo poder y prestigio, sino que podría perderlo absolutamente todo.

En los días siguientes, lo veremos enfrentarse a interrogatorios y a la implacable maquinaria de la justicia militar. Sus antiguos aliados, previsiblemente, se lavarán las manos. El “capitán garrapata”, que siempre creyó poder escapar de cualquier trampa, descubrirá que ni la red de contactos más influyente puede salvarte cuando el enemigo es el propio ejército.

Para el público que ha esperado pacientemente este momento, la satisfacción será inmensa. No solo presenciaremos su detención, sino que veremos su caída más humillante, expuesto ante todos los que alguna vez lo temieron o respetaron.

Aunque aún no sepamos cómo será exactamente su final, una cosa está clara: Lorenzo de la Mata ha perdido la partida.