🔴 Ese es el escenario actual: la bronquiolitis pone en jaque a la fábrica

La tensión dentro de la fábrica alcanza un punto máximo cuando la alarma por los casos de bronquiolitis entre los trabajadores se convierte en el centro de un acalorado debate. Luz, consciente de la gravedad de la situación, expone con firmeza que los operarios continúan en peligro mientras no se determine qué producto o proceso está causando el problema. Sus palabras resuenan con seriedad, despertando preocupación entre algunos directivos, aunque otros muestran resistencia a la idea de detener la producción.

El ambiente en la junta extraordinaria es espeso. Luz aclara que su intención siempre fue actuar con rapidez y que incluso informó a la doctora de sus planes, por lo que no entiende la razón de la improvisación de Joaquín al convocar la reunión sin avisarla. Algunos insinúan que su demora en transmitir la información podría haber motivado esa decisión, algo que genera fricciones en la mesa.

En ese momento entra un responsable de mantenimiento con novedades, o más bien, con la confirmación de que no hay novedades: las máquinas de saponificación funcionan correctamente y no son responsables de los casos de bronquiolitis. El informe técnico es claro, y Lorenzo junto con Tasio lo está terminando de redactar. Con este dato, la tensión crece aún más, pues la incertidumbre se mantiene.

Frente a este panorama, la doctora insiste en que lo más responsable es parar la producción en esa sección hasta descubrir la causa. Aunque no tiene derecho a voto, expone que sería una forma de cubrirse legalmente en caso de futuras demandas por problemas de salud. Pero de inmediato surge la oposición: para algunos, detener la producción sería un desastre económico. Pedro, firme en su postura, señala que no se puede cerrar sin pruebas concretas de que la bronquiolitis tiene relación con el trabajo en la fábrica.

A pesar de las diferencias, se acuerda al menos encargar de inmediato un examen exhaustivo de seguridad laboral, lo que permitiría tomar decisiones con datos más claros. Esta propuesta genera un inusual momento de coincidencia entre Pedro y Luz, aunque dura poco, porque otros miembros de la junta mantienen posturas encontradas.

Luis, por ejemplo, se alinea con la idea de detener la planta, convencido de que la salud debe ir por delante de los beneficios. Joaquín, en cambio, se inclina hacia la postura de su tío Pedro, defendiendo que los jabones son una fuente vital de ingresos y que cerrar sin certezas sería imprudente. Este contraste muestra la división que sacude a la dirección.

La discusión alcanza su punto más álgido cuando se pide la opinión de Marta y de María, quien actúa como representante de Julia. Marta ha delegado su voto, lo que deja a María en el centro de la decisión. Con un tono calculado, ella recuerda que está allí para proteger el legado de su nieta, y aunque confiesa que la salud de los trabajadores le preocupa, su razonamiento se inclina hacia la defensa del patrimonio familiar. Así, concluye que lo mejor es hacer primero un estudio de seguridad antes de dar el paso drástico de cerrar la sección.

Con esta postura, la balanza se inclina: por mayoría se descarta el cierre inmediato de la saponificación. Luz protesta con vehemencia, advirtiendo que es un error priorizar el dinero sobre la salud, pero sus palabras parecen diluirse frente a la decisión final. Pedro toma la palabra como director, reafirmando que se contratarán expertos en seguridad para investigar el origen del problema lo antes posible. No obstante, insiste en que será él personalmente quien se encargue de contactar a Tasio, relegando a Luz a centrarse en logística tras sus últimos tropiezos.

El tono de mando de Pedro deja claro quién ostenta la última palabra. Además, subraya que todo el asunto debe manejarse con estricta discreción, para evitar que se genere alarma entre los trabajadores y se deteriore la imagen de la empresa. Varios asienten con resignación, aunque Luz no puede ocultar su malestar.

La reunión se cierra oficialmente, pero lo que queda en el aire es un sentimiento de inquietud y desconfianza. La doctora sabe que cada día que pase sin una medida contundente aumenta el riesgo para los operarios. Los directivos, en cambio, parecen más preocupados por el impacto económico y las posibles repercusiones legales que por la salud inmediata de los empleados.

El futuro de la fábrica, y sobre todo de sus trabajadores, queda suspendido en una peligrosa balanza entre beneficios y seguridad. La bronquiolitis sigue siendo una amenaza latente, invisible y aún sin origen identificado. Luz, convencida de que la historia no terminará bien, abandona la sala con la determinación de no rendirse, aunque tenga que enfrentarse de nuevo a Pedro y a quienes prefieren cerrar los ojos antes que admitir la magnitud del problema.

Lo que nadie puede negar es que esta decisión marca un antes y un después. La grieta entre los directivos se ensancha, y el destino de la fábrica parece entrar en un terreno cada vez más peligroso, donde cualquier error podría tener consecuencias irreparables.