Spoiler: Claudia se enfrenta al dilema del corazón mientras sus hermanas le abren los ojos
Claudia vuelve a estar al borde de un nuevo desengaño. Carmen, siempre con los pies en la tierra, no duda en advertirle: “Lo que no quiero es verte llorando otra vez por los rincones, que ya te los conoces de sobra”. La tensión con Raúl se ha convertido en una montaña rusa emocional, y Carmen no lo ve con buenos ojos. Le recuerda que, aunque hace poco ella misma intentó emparejar a Raúl con su hermano Claudio, aquella situación era diferente: “Yo al menos veía interés por parte de Claudio”. Su intención era ayudarlo a olvidar una historia anterior y, en el fondo, esperaba que esa relación lo encaminara de nuevo.
Claudia le concede la razón. Carmen reconoce su error, pero afirma haber rectificado a tiempo, lo que Claudia admite con una sonrisa resignada. Pero las palabras de su hermana calan hondo: desde que supo que pasaría la tarde con Raúl, la ilusión volvió a prender en ella, aunque sabe que quizá no debería.
Y es que hace apenas dos días, Raúl fue claro: “Si tú y yo salimos a tomar algo, podríamos confundirnos. Y eso no me parece justo para ti”. Acababa de salir de una relación complicada y no estaba preparado para empezar otra, ni siquiera para compartir una leche merengada. Claudia recuerda esas palabras con amargura, sintiéndose atrapada entre la esperanza y el miedo al rechazo.
“Si lo veo, me ilusiono. Si no lo veo, peor”, confiesa entre suspiros. Las dudas la consumen, pero finalmente se rinde ante la evidencia: lo mejor es quedarse tranquila, sola. Carmen la consuela de inmediato: “Sola no vas a estar, aquí nos tienes a nosotras, las pesadas que no te vamos a dejar”. La unión entre las hermanas se hace palpable, más fuerte que cualquier romance incierto.
Preocupada por dejar a Raúl solo esa tarde, Claudia pregunta qué hacer. Carmen, siempre resolutiva, le quita hierro al asunto: “El chico lo pasará bien con nosotras. Si hace falta, le busco alguien con quien jugar”. La broma desata risas y cariño. “A mí no me mires”, salta una de ellas divertida. Claudia, aliviada, agradece el apoyo: “Carmen, eres un sol. Gracias”.
En medio de la conversación llega Gema, y Fina la detiene para entregarle una sorpresa: ha revelado las fotos de Teo. Al verlas, todas quedan boquiabiertas. “Parece un niño de revista”, exclaman. La ternura de las imágenes y el talento de Fina para capturar la esencia del momento traen un soplo de alegría. Es un instante cálido, sincero, que les permite a todas recordar que la vida también se compone de esos pequeños detalles.
Así, Claudia encuentra en sus hermanas no solo el consejo que necesitaba, sino también el refugio para sus emociones. El corazón sigue latiendo con fuerza por Raúl, pero el afecto y la sensatez de sus compañeras le dan una nueva perspectiva. Porque a veces, antes de lanzarse al vacío, hace falta detenerse, respirar y recordar que no está sola.