“Pero si lo hago con el corazón, me siento de otra manera”

En una conversación profundamente emocional, Begoña se enfrenta a un torbellino de sentimientos que desatan una sincera reflexión sobre su vida amorosa y su papel en la compleja relación con Andrés. Habla con Luz, su confidente, sobre el arrepentimiento que siente no por decisiones pasadas, sino por lo que está comenzando a sentir en el presente. La culpa que la consume no está relacionada con lo que ha hecho, sino con lo que su corazón le está empezando a susurrar.

Todo inicia cuando Begoña le cuenta a Luz que Andrés se disculpó con ella por haberla invitado a montar a caballo con Julia. Un gesto que podría haber sido interpretado como amable o inocente, pero que para Begoña no trajo alivio. En cambio, la sumió en una mayor sensación de culpa. Luz, algo confundida, intenta entender si esa culpa viene de haber rechazado la invitación, pero Begoña lo niega. Para ella, mantener distancia con Andrés es lo correcto. Es una forma de protegerse y está en su pleno derecho. El verdadero conflicto, confiesa, está en su reciente acercamiento a Gabriel.

Begoña siente que, al permitir que crezcan sentimientos por Gabriel, está traicionando a Andrés. Aunque ya no están juntos, aunque él ha seguido su camino, el peso del pasado y los vestigios de esa antigua relación aún pesan sobre su conciencia. Luz, siempre clara y directa, le recuerda que es libre. Que ya no le debe nada a Andrés ni a nadie. Que tiene el derecho de buscar su felicidad sin remordimientos ni cadenas emocionales.

Pero Begoña lucha con una dualidad interna. “Con la cabeza lo sé, y estoy de acuerdo. Pero si lo hago con el corazón… me siento de otra manera”, confiesa, dejando al descubierto el dilema que la tiene atrapada: la lógica le dice que siga adelante, que deje atrás la culpa, pero su corazón no se lo permite del todo.

Entonces Luz, firme pero comprensiva, le ofrece un consejo que podría cambiarlo todo: que por una vez piense fríamente, dejando a un lado el corazón, y se concentre en lo que realmente es mejor para ella. Le recuerda que Andrés ya hizo sus elecciones, eligió su vida, y eso libera a Begoña de cualquier compromiso o lealtad malentendida. “Ahora te toca elegir a ti”, le dice, dándole no solo el permiso, sino el impulso necesario para dejar de vivir pendiente del pasado y comenzar a enfocarse en su futuro.

La conversación deja en evidencia el fuerte conflicto emocional de Begoña. Por un lado, está su deseo de liberarse, de permitir que Gabriel entre en su vida sin remordimientos. Por otro, está esa voz interna que le recuerda lo que fue y la obliga a cuestionarse si está haciendo lo correcto. A pesar del apoyo de Luz, a Begoña le cuesta dejar atrás esa parte de sí misma que aún se siente comprometida con alguien que ya no la elige.

El consejo de Luz es, en esencia, una invitación a la libertad emocional. Le recuerda que no tiene por qué cargar con sentimientos de culpa por actos que no ha cometido. Que el amor no se mide por la nostalgia ni por la lealtad a un pasado que ya no existe. Es hora de que Begoña mire hacia adelante, sin miedo, y elija lo que la haga feliz.

Este diálogo no solo refleja la batalla interna de Begoña, sino que simboliza un punto de inflexión. Es un momento de claridad donde se le ofrece la oportunidad de tomar las riendas de su vida, de dejar de vivir a través de los demás y comenzar a actuar en función de lo que ella desea. Porque si bien el corazón tiene su lógica, también puede ser un obstáculo cuando se aferra a lo que fue y no permite abrirse a lo que podría ser.

En resumen, la conversación con Luz no solo sirve como desahogo emocional, sino como un catalizador que empuja a Begoña a mirarse al espejo y preguntarse qué quiere realmente. Y aunque aún no lo sabe del todo, lo que sí tiene claro es que ya no quiere vivir atada a la culpa. Lo que viene ahora es una nueva etapa: la de elegir con libertad, sin cadenas ni nostalgias mal gestionadas. Una etapa donde, finalmente, el corazón y la cabeza puedan caminar en la misma dirección.