Spoiler: Nuevos choques, decepciones y tensiones a flor de piel en La Promesa
Esta semana en La Promesa se perfilan varios conflictos que consolidan sospechas que muchos teníamos y que dan paso a nuevas dinámicas. La primera gran línea argumental gira en torno a Manuel, quien se enfrentará directamente a Leocadia para defender la inclusión de Enora en su empresa. Este choque no es menor: marca el inicio oficial de una batalla personal entre Leocadia y el señorito, ya no por lo ocurrido con Jana, sino por una nueva mujer que amenaza el orden que Leocadia ha construido. Esta decisión rompe el vínculo de Manuel con el pasado trágico de Jana y da paso a una etapa distinta, quizás menos intensa en emociones, pero no por ello menos relevante.
Lo que decepciona, sin embargo, es que muchos esperaban ver a un Manuel más oscuro, motivado por la ira, que sacara nuevas facetas interpretativas del actor Arturo García. Su etapa de galán quedó atrás con la muerte de Jana, y ahora vuelve a un esquema más romántico con Enora, dejando de lado ese potencial camino de redención a través de la rabia. A muchos nos hubiera gustado ver a Manuel evolucionar con un matiz vengativo, al estilo de ciertos personajes icónicos de El Secreto de Puente Viejo, que encontraron su fuerza en el dolor. Pero parece que se ha apostado por algo más conservador.
Por el lado positivo, al menos vemos a Manuel activo de nuevo, luchando por algo. No es la historia que muchos deseábamos, pero mejor verlo tomando partido que encerrado en el hangar dibujando planos sin rumbo.
En paralelo, otras tramas comienzan a hervir: Martina y Jacobo se deslizan hacia el rol de antagonistas enfrentándose a Catalina. Mientras que de Jacobo no sorprende, el caso de Martina decepciona, ya que el personaje parecía haber dejado atrás ciertos impulsos y ahora vuelve al lado oscuro, despertando rechazo entre los espectadores.
Otro punto de tensión es el vínculo entre Curro y Ángela. Él parece estar dispuesto a profundizar su relación, pero ella se echa para atrás, lo que genera confusión. Hasta ahora, ella siempre había sido quien se acercaba, y ahora que él quiere avanzar, ella frena. Este cambio en la dinámica deja una sensación de incoherencia en la construcción de su relación, y aunque se entiende que son jóvenes y todo puede cambiar, el tratamiento narrativo deja dudas.
El tema del nuevo mayordomo, Cristóbal, sigue siendo una incógnita. Su llegada podría revitalizar el servicio, pero la forma en que ha sido impuesto —por decisión de Leocadia, saltándose a Ricardo Pellicer— podría traer consecuencias. No sorprende que esto genere malestar en Santos, que se ve relegado una vez más. Todo apunta a que esta tensión será explotada próximamente.
Por otro lado, la situación de Lope en la casa de los duques de Carril se complica drásticamente. Parece que está cerca de ser descubierto, y el peligro viene precisamente de una mujer. Si los duques lo desenmascaran, su destino podría ser fatal. Esta trama promete tensión y consecuencias importantes, aunque aún queda por ver si se resolverá con el impacto esperado.
La cocina, espacio donde antes se cocinaban grandes escenas (literal y metafóricamente), parece haberse apagado. Desde que Lope se fue, los momentos entre Simona y Candela han perdido fuerza, y no se han vuelto a generar esas escenas entrañables que antes daban equilibrio a la serie. ¿Se les ha olvidado lo bien que funcionaban esas dinámicas?
En resumen, la serie sigue sin encontrar del todo su rumbo, atrapada entre tramas prometedoras y decisiones narrativas cuestionables. Se percibe una ligera mejora con la entrada de nuevos personajes y conflictos, pero aún falta esa chispa que devuelva a La Promesa su identidad clara y su intensidad emocional. Esperamos que lo que viene —como el destino de Lope, el enfrentamiento de Manuel y Leocadia, y la tensión entre Ángela y Curro— reactive la historia con la fuerza que los fans merecen.
Hasta entonces, nos queda seguir comentando, compartiendo impresiones y esperando que esta semana la serie logre dar ese giro que todos estamos deseando.