🟣 Spoiler: La Promesa, avance del capítulo 612 (9 de junio): Catalina desafía a Leocadia
La calma aparente en La Promesa se desmorona cuando Catalina y Curro se enfrentan directamente a las imposiciones de Alonso y Leocadia. Curro, consumido por el dolor tras la muerte de su madre, es obligado a pedir disculpas públicamente al despreciable don Lisandro, en una escena que destroza su dignidad y deja al descubierto la falta de comprensión de su padre. El conflicto entre padre e hijo alcanza un punto de quiebre irreversible, con Curro jurando no perdonar la humillación sufrida.
Simultáneamente, Catalina descubre que Leocadia, lejos de querer compartir poder, desea controlarlo todo. Su enfrentamiento directo en el salón de costura deja clara una guerra declarada: la decisión de despedir a Petra sin consultar a Leocadia desata una tormenta. Leocadia responde con una amenaza velada y activa sus artes manipuladoras para ganarse el respaldo absoluto del marqués. Alonso, ciego ante su madrastra, reprende duramente a Catalina y Martina, dejando claro que toda decisión pasará exclusivamente por Leocadia.
Para Catalina, esto representa una traición dolorosa. Percibe la amenaza real: Leocadia no es solo una figura autoritaria, sino una mujer dispuesta a eliminar cualquier obstáculo en su ascenso al poder. La batalla no será solo contra ella, sino también contra su propio padre, incapaz de ver la verdad.
En el mundo del servicio, otra historia se cuece: una pulsera de esmeraldas, encontrada por Ricardo cerca del laberinto, despierta sospechas y tensiones. Rómulo, inquieto por el hallazgo, ordena una investigación discreta. Ricardo, sin confiar en la lentitud del protocolo, reúne al personal bajo un pretexto falso para buscar pistas. Pero el silencio del servicio es absoluto, y el misterio de la joya crece.
Mientras tanto, Manuel intenta salvar a Toño del abismo emocional, tras ayudarlo a saldar su deuda. Sin embargo, Toño se muestra derrotado, convencido de que ha perdido para siempre a su familia. Manuel, aunque compasivo, descubre que algunas heridas no sanan con dinero ni buenas intenciones.
Adriano, convaleciente tras su brutal agresión, se enfrenta a sus propios demonios en una recuperación lenta y dolorosa. Jana lo acompaña, pero él teme no volver a ser el mismo. Su fragilidad se suma a la atmósfera cargada de dolor que domina La Promesa.
Finalmente, Curro es obligado por Rómulo a retomar sus labores, a pesar de su luto. El joven, impotente, cede a regañadientes, sabiendo que en La Promesa no hay espacio para el duelo ni para la debilidad. En su interior, sin embargo, comienza a gestarse una rebelión.
El capítulo cierra con una sensación generalizada de ruptura y premonición. Catalina, sola en su habitación, comprende que la batalla que se avecina será larga y solitaria, pero necesaria. Mientras tanto, en un cajón cerrado, la pulsera de esmeraldas espera, como símbolo del pasado oculto y las tormentas que están por estallar.