Curro y Ángela: beso, traición, peligro

Este martes 22 de julio, La Promesa nos sumerge en un capítulo cargado de tensión, secretos y decisiones que cambiarán para siempre el rumbo de sus personajes. Ángela, cada vez más involucrada en la causa de Curro, se convierte en una pieza esencial para descubrir las oscuras maquinaciones del temido capitán De la Mata. Sin embargo, su valentía la pone al filo del peligro: después de un beso robado con Curro en la planta noble, una mirada inesperada amenaza con exponerlos. ¿Quién los ha sorprendido y qué consecuencias traerá esa revelación?

Mientras tanto, el doctor Guillén lucha contra el tiempo para salvar a Rafaela, pero la ira implacable de Cristóbal se desata contra Simona y Ricardo, quienes pagan caro por desafiar la autoridad. Al mismo tiempo, la reputación de Ángela comienza a tambalearse y Leocadia exige a Lorenzo una explicación inmediata, intensificando la presión sobre todos.

El choque entre Curro y el capitán De la Mata estalla con insultos, retos y un duelo verbal que deja sin aliento a todos los presentes. En medio de este caos, el joven Toño cree haber encontrado el amor en Enora, aunque Manuel le advierte que en ese mundo la nobleza aún pesa más que los sentimientos. ¿Será esta la chispa que encienda un nuevo conflicto entre amo y criado?

Adriano, abatido por las duras realidades del poder, considera rendirse, pero Catalina renace con una fuerza renovada, dispuesta a no dejarse dominar por el Barón de Valladares ni por nadie más.

El sol de esa mañana iluminaba La Promesa con la calma imponente de un monarca despreocupado. Sus rayos dorados acariciaban los tejados y los jardines, pero esa luz pura no lograba penetrar las sombras que habitaban en los corazones de quienes allí vivían. Dentro del palacio, las pasiones, los miedos y las ambiciones formaban un torbellino silencioso. Cada pasillo era un escenario de secretos, cada habitación un confesionario, y cada silencio, una bomba a punto de explotar.

Ángela se movía con la eficiencia y discreción que se esperaba de ella, pero en su mente ardía una tormenta. Desde que Curro le reveló la terrible verdad sobre el Capitán De la Mata, su mundo se había oscurecido. Lorenzo, antes solo un hombre arrogante, se mostraba ahora como un monstruo con rostro humano, un maestro de la corrupción y el abuso que se sustentaba en la miseria ajena. Y ella, una joven común, había decidido caminar sobre el filo de ese abismo.

Lo que antes era un trabajo rutinario —organizar papeles, servir coñac, soportar las órdenes secas de Lorenzo— se había convertido en una misión encubierta. Cada vez que entraba en el despacho del capitán, sentía una mezcla de miedo y adrenalina. El olor a cuero, tabaco y colonia cara le revolvía el estómago. El despacho, oscuro y cargado, era la guarida de una araña… y ella la mosca que entraba voluntariamente en su tela.

Aquella mañana, mientras servía café, su mirada se posó en un grueso legajo sobre la mesa. Lorenzo, ajeno a su tormento interior, revisaba cartas con el ceño fruncido. Ángela notó un sello: “Importaciones del Sur, S.A.” Sabía, gracias a Curro, que esa era una de las sociedades pantalla usadas para actividades ilegales, posiblemente contrabando. Un escalofrío le recorrió la espalda. Ahí estaba la prueba, la llave para liberar a Curro de la opresión de Lorenzo y quizás para hacer justicia.

Pero la palabra “justicia” le sonaba vacía. Lo que realmente sentía era algo más visceral: venganza. Venganza por Curro y por el miedo que veía en sus ojos, venganza por ella misma y por todas las humillaciones que la nobleza le había infligido silenciosamente. Se debatía entre ser una justiciera o una vengadora, pero al final, se convenció: el fin justificaba los medios. Y esos medios, por ahora, eran una cafetera caliente y unas manos dispuestas a arriesgarlo todo.

Mientras tanto, Curro buscaba a Pía. La encontró en el oficio, supervisando con cuidado el pulido de la plata. Esperó a que se quedaran solos y le contó todo: la conversación con Ángela, la verdad revelada sobre Lorenzo y la corrupción que investigaba. Pero lo que más le preocupaba era la reacción de Ángela. Decidida, valiente, ella estaba dispuesta a usar su posición para conseguir pruebas. ¡Se iba a meter en la boca del lobo! Y Curro sentía que no podía detenerla.

Pía, con su voz maternal y sabia, le advirtió que no podía prohibirle nada a Ángela porque ella era demasiado fuerte y determinada. Lo que debían hacer era trabajar juntos, con cuidado y un plan bien pensado. Cuatro ojos ven más que dos, y una guerra compartida es menos peligrosa que una solitaria.

Curro, angustiado, comprendió que había desatado una fuerza imparable y temía que esta los destruyera a ambos.

Más tarde, por casualidad o destino, Curro y Ángela se encontraron en una salita poco frecuentada. Entre sombras y cortinas de terciopelo, se enfrentaron a sus miedos y deseos. Ángela defendió su decisión de actuar, negándose a aceptar la prohibición de Curro, a quien reprochó tratarla como a una niña cuando ya era su cómplice. Él, por miedo y amor, le rogó que no se arriesgara, confesando lo mucho que le dolería si algo le pasara.

La tensión entre ambos se convirtió en un momento de sinceridad y ternura. Curro la tocó con delicadeza, y en un impulso contenido, la besó. No fue un beso apresurado, sino una entrega profunda, llena de temor por lo que podían perder. Ángela respondió con igual intensidad, aferrándose a él como a su único refugio.

Pero esa burbuja de intimidad no duró mucho. La puerta del gabinete se abrió con sigilo y un ojo oculto fue testigo de ese beso prohibido. La figura anónima desapareció dejando atrás un secreto que podría ser un arma mortal en manos equivocadas.

¿Quién era ese observador? ¿Cuándo decidirá usar esa información? La amenaza se cierne sobre ellos.

En otra parte del palacio, la tensión también crecía, aunque por razones diferentes. El doctor Guillén, atrapado entre la ciencia y las supersticiones de la época, intenta salvar a Rafaela, quien lucha por recuperarse tras un grave accidente. Sin embargo, la intervención del marqués Ricardo y la obstinada cocinera Simona complican su labor, cuestionando sus métodos con ignorancia y desconfianza.

Cristóbal Garrigues, el implacable intendente, irrumpe con su fría autoridad para imponer disciplina. Su furia se dirige hacia Ricardo y Simona, quienes serán castigados ejemplarmente por desafiar las reglas del palacio, dejando claro que su palabra es la única que manda en La Promesa.

Este capítulo promete emociones a flor de piel, alianzas a prueba y decisiones arriesgadas que cambiarán para siempre la vida de Curro, Ángela y todos los que habitan ese palacio donde el amor, la traición y el poder se entrelazan en un juego peligroso. No te pierdas el capítulo 639 este martes, porque cuando el corazón se enfrenta al poder, el peligro es inevitable.