Alonso se derrumba ante Curro en La Promesa
El episodio 658, correspondiente al jueves 21 de agosto, se presenta como uno de los más intensos de La Promesa. La tensión que desde hace tiempo se arrastra entre Alonso y Manuel alcanza un punto insoportable: el heredero acusa a su padre de ser una marioneta en manos de Leocadia. La discusión no es una más, sino probablemente la más dura que ambos han protagonizado hasta la fecha. El vínculo entre padre e hijo se resquebraja con cada palabra, dejando tras de sí un silencio cargado de reproches y heridas imposibles de ignorar.
Alonso, desgastado por años de errores, termina derrumbándose y confesando algo que jamás había pronunciado: ante Curro admite que siente merecer cada desgracia que lo golpea, porque en el pasado lo repudió y lo negó como hijo. Esta confesión, dolorosa y liberadora al mismo tiempo, abre una grieta en la coraza del marqués, dejando ver a un hombre frágil y torturado por su conciencia.
Pero los dramas en La Promesa no se limitan a los enfrentamientos paternofiliales. Pía, desesperada por liberarse de la opresión de Cristóbal, se arriesga a registrar su despacho en busca de una prueba que le permita ganar ventaja. El hallazgo de la caja de madera que guarda el mayordomo está a punto de convertirse en su perdición, cuando él la sorprende en plena faena. La tensión de ese instante es insoportable: Cristóbal, lejos de gritar, la acorrala con una calma cruel, dejando claro que el castigo por su osadía será implacable. Sin embargo, la irrupción de Petra lo cambia todo. Contra lo esperado, la criada más severa defiende a Pía con una excusa inventada, sacándola del apuro, aunque no sin exigirle luego un precio por ese gesto inesperado.

Mientras tanto, el amor parece abrirse paso en medio de tanta oscuridad. Curro y Ángela, liberados de la sombra de Lorenzo, empiezan a soñar con un futuro compartido. Entre confidencias y promesas, deciden dar un paso más en su relación, dispuestos a reconocer públicamente lo que sienten el uno por el otro. Esa felicidad contenida es un oasis en medio del caos, aunque el recuerdo de las amenazas pasadas sigue pesando como una advertencia silenciosa.

Martina, por su parte, no soporta más el clima de tensión constante que la rodea y acaricia la idea de marcharse de la finca. A pesar de las súplicas de Jacobo, que insiste en que su presencia es necesaria, ella siente que convertirse en el epicentro de tantas disputas la ha dejado sin fuerzas para continuar. Su posible partida amenaza con provocar un vacío imposible de llenar.
Y en un rincón distinto del palacio, Vera recibe un golpe devastador. La duquesa de los Infantes le asegura que su hermano Federico y el resto de su familia han decidido darle la espalda, apoyando al padre al que ella denunció. Las palabras caen sobre ella como un cuchillo, dejándola rota y convencida de que está completamente sola en el mundo. Sin embargo, López intuye que algo en ese relato no encaja: la versión de doña Amalia podría ser una trampa urdida para someter aún más a la joven.
Con cada escena, el episodio se convierte en un torbellino de pasiones cruzadas, secretos al borde de ser descubiertos y lealtades que se ponen a prueba. El esplendor del palacio contrasta con la oscuridad emocional de sus habitantes: cada corredor resuena con reproches, cada salón guarda un secreto que amenaza con explotar.