Spoiler: Claudia y el torneo de dominó – ¿amistad o algo más?
Lo que parecía una tarde tranquila en la colonia pronto se convirtió en una escena de insistencias, sospechas y confesiones veladas. Claudia, con su energía habitual y una sonrisa contagiosa, llegó hasta Carmen con una idea que llevaba tiempo rondándole la cabeza: quería organizar un torneo de dominó. Para ella era un plan divertido, algo que animaría a todos en la colonia. Sin embargo, Carmen, exhausta después de un día agotador, no compartía su entusiasmo. “¡Que no, Claudia, hija! Hoy no estoy para dominó ni para torneo, que acabo reventada”, le dijo tajante.
Pero Claudia no se rinde fácilmente. Con esa terquedad dulce que la caracteriza, siguió insistiendo. Le recordó que, si no se apuntaban, las parejas que ya estaban confirmadas terminarían aburriéndose. Incluso trató de convencerla apelando a la compañía de Gaspar, quien podría distraerse un poco de los líos recientes relacionados con el tema del lirio. Ante tanta presión, Carmen, entre resignada y divertida, acabó aceptando: “Madre mía, chiquilla, qué seguía eres. Venga, anda, apúntame ya, con tal de no oírte más.”
Entonces llegó la confesión que encendió las alertas: Claudia admitió que en realidad estaba organizando el torneo por Raúl. Su verdadera intención era animarlo, ya que el muchacho estaba pasando por un momento difícil. Según ella, no quería que se sintiera solo. Carmen, siempre perspicaz, arqueó una ceja. Algo en esa explicación no terminaba de convencerla. “¿Por Raúl, dices?”, preguntó con tono incrédulo. “Pues no sé yo qué te traes tú con ese chaval. Se supone que no sientes nada especial por él.”
Claudia se apresuró a negar cualquier tipo de sentimiento romántico. “Que no, claro que no. Es solo una amistad, Carmen.” Pero Carmen no se tragó la versión tan fácilmente. Con su franqueza habitual, soltó lo que pensaba: lo de Claudia con Raúl no tenía nada de simple ni de amistoso. La tensión creció rápidamente entre las dos.
En medio del intercambio, intervino Fina, intentando mediar con tono conciliador. “Venga, no seáis malas ninguna de las dos”, dijo. Recordó que lo importante era ayudar a Raúl, quien seguía sin adaptarse bien a la vida en la colonia. El muchacho no tenía amigos, se le notaba afectado, e incluso algo triste.
Carmen, un poco más tranquila, no perdió su toque sarcástico y lanzó un comentario cargado de ironía: “Se lo pasaba mejor cuando andaba enredado con lo de camarina.” Fina asintió, reconociendo que aquello también le trajo complicaciones al joven, y que ahora se encontraba bastante tocado por dentro.
La charla dio un giro más reflexivo cuando Carmen recordó que su padre solía disfrutar muchísimo de las partidas de dominó. Esos encuentros le hacían bien al alma. “Mira, quién sabe. A mi padre esas partidas le hacían bien. Igual a Raúl le pasa lo mismo”, reflexionó, bajando un poco la guardia.
Fue entonces cuando Fina, con una mirada astuta dirigida a Claudia, cerró la conversación con una frase ambigua pero cargada de intención: “Sí, el torneo le va a venir bien al chaval, pero la cuestión es si a ti, Claudia, también te viene bien.” Una duda quedó flotando en el aire. ¿Realmente Claudia organiza todo esto solo por ayudar? ¿O hay un interés más personal que no se atreve a confesar?
Las piezas están sobre la mesa. El dominó puede ser solo un pretexto. Y lo que está en juego no es solo una partida… sino un corazón.