Hola a todos, hoy les traemos el nuevo adelanto de La Promesa para el martes 5 de agosto de 2025.

Lo que parecía una simple pintura colocada como parte de la decoración de la finca se ha transformado en el centro de un ambiente cargado de tensión. La presencia del retrato de Cruz no se disipa con los días; al contrario, parece cobrar fuerza y generar un efecto sombrío en quienes conviven con él. Desde que Martina sufrió aquel desmayo sin explicación clara, todos en la casa sienten que hay algo más detrás de esa imagen… algo inquietante, casi como si arrastrara consigo una energía oscura.

Al principio, algunos, como Jacobo y Lorenzo, vieron en el cuadro una joya artística, algo que merecía respeto y admiración. Lo observan como si fuera una obra maestra incomprendida. Su entusiasmo casi rozaba la obsesión. Sin embargo, esta percepción no es compartida por el resto de los habitantes. Para muchos, el retrato es cualquier cosa menos inspirador: es opresivo, molesto, perturbador.

Catalina es la primera en expresarlo sin reservas: si pudiera, lo destruiría sin pensarlo dos veces. No siente apego por esa imagen y reconoce que le provoca un rechazo visceral. María Fernández y otros miembros del servicio, incluido Curro, comienzan a compartir esa sensación. Ven cómo desde que el retrato fue colgado, Manuel se ha sumido en una tristeza silenciosa. ¿Es el cuadro el causante de todo esto? ¿O simplemente ha sido el detonante de emociones ocultas?

El silencio de Petra en medio de esta creciente inquietud es llamativo. Aunque no dice nada, su expresión lo dice todo. Su mente parece revivir momentos del pasado, recuerdos que la vinculan profundamente con Cruz, la mujer retratada. Y es que la marquesa fue una figura crucial en su vida, y ahora, al tener su imagen presente de forma constante, Petra se enfrenta de nuevo a heridas que creía enterradas.

Alonso, siempre el pilar de contención de la familia, tampoco logra mantenerse impasible. Cada vez que cruza la mirada con los ojos congelados en el retrato de su esposa fallecida, se le desmorona algo por dentro. Es evidente que esa pintura, más que representar a Cruz, encierra emociones intensas, tal vez incluso un duelo inconcluso.

La pintura no solo decora, sino que revive. Hay imágenes que no solo se ven, sino que se sienten. Ese cuadro es una de ellas. Funciona como un espejo que devuelve más de lo que uno quiere recordar. En ese contexto, Martina, sintiéndose culpable por un reciente enfrentamiento con Catalina, decide pedirle perdón. Le duele haberle dicho que fue una mala madre. Pero la respuesta de Catalina es dura, aunque serena: no todo se arregla con una disculpa. Hay palabras que dejan huellas profundas, y algunas heridas no se cierran tan fácilmente.

A esto se suma el posible alejamiento de Catalina de la finca. Este hecho despierta dudas en Adriano, quien empieza a cuestionarse si realmente tiene un lugar en la vida de su esposa. ¿Cómo puede sentirse parte de su historia si ella toma decisiones trascendentales sin siquiera consultarlo? La fragilidad de la confianza entre ellos empieza a notarse.

En otro punto de la historia, Cristóbal decide implementar un cambio extraño: a partir de ahora, toda la limpieza de la finca se hará utilizando únicamente la banda. Más que una medida práctica, parece una especie de ritual simbólico, una forma de purificar el ambiente. Le pide a Pía que comunique la orden. Pero ella duda. No quiere invadir el terreno de Petra, especialmente porque desde la llegada del cuadro, Petra se comporta de forma diferente, como si algo en su interior hubiese despertado.

Cristóbal insiste: lo que busca no es cambiar el olor, sino la atmósfera enrarecida que se ha apoderado del lugar.

Mientras tanto, Toño se muestra entusiasmado por la conexión creciente con Enora. En medio de tanta tensión, este vínculo floreciente parece ser una bocanada de aire fresco. Manuel, a pesar de su estado emocional delicado, lo apoya con una generosidad que emociona. Incluso con el alma dolida, algunos aún logran ser luz para los demás.

En cuanto a los negocios, Manuel se enfrenta a una oferta inesperada de Leocadia: comprar toda la empresa, manteniéndolo a él como director creativo con total libertad. A simple vista, la propuesta suena ideal, pero él desconoce que todo forma parte de una estrategia pensada junto a Pedro Farré. Las decisiones empresariales, como las personales, también pueden estar llenas de intereses ocultos.

En un giro inesperado, Pía comete un error aparentemente menor: olvida entregar una carta importante a Cristóbal. La reacción del mayordomo es excesiva, furiosa. ¿Qué contenía ese mensaje para alterarlo de esa manera? A veces, los detalles más pequeños desatan tormentas insospechadas.

Más adelante, Manuel se sincera con Curro. Le confiesa que ha llegado a hablarle al cuadro como si este pudiera responder. Su revelación es alarmante: el retrato no solo lo afecta emocionalmente, sino que comienza a erosionar su estabilidad mental. Esta confesión deja en claro que el límite entre lo racional y lo emocional ya ha sido cruzado.

Y entonces ocurre lo impensado. El cuadro es destruido.

Nadie sabe quién lo hizo ni por qué eligió ese momento exacto. Las sospechas comienzan a surgir, pero la identidad del responsable se mantiene en el misterio. ¿Fue un acto de valentía o de desesperación? ¿Liberación o represalia?

Lo que sí es evidente es que con la desaparición del retrato, también se alivia parte de la tensión acumulada en la casa. Pero solo parcialmente. Porque a veces, incluso lo que ya no está sigue teniendo poder sobre nosotros. Las imágenes pueden desaparecer, pero los recuerdos, las emociones y el dolor que despiertan siguen presentes, esperando otra forma de manifestarse.

Ese cuadro no era solo una imagen de Cruz. Era la materialización de todo lo que quedó sin resolver, de los secretos no dichos, de las culpas compartidas. Su destrucción no borra lo que simbolizaba, solo cambia la forma en que afecta a los que quedan.

La Promesa continúa mostrando que cada rincón de la finca guarda historias no contadas, dolores reprimidos, decisiones que marcan destinos. Y aunque algunos traten de enterrar el pasado, siempre encuentra la forma de emerger.

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