Hola a todos, hoy traemos el avance de La Promesa para el miércoles 13 de 2025
En este adelanto, la tensión y las emociones se entrelazan como pocas veces hemos visto. El coronel Fuentes, con esa calma de quien ha atravesado innumerables batallas y sabe cuándo actuar con firmeza, fija su mirada en Curro. Sus ojos no titubean, su postura transmite autoridad, y su voz, grave y directa, no deja lugar a equívocos: el capitán De la Mata no se librará de las consecuencias de sus actos. No habrá escapatoria ni indulgencia.
El ejército ya está plenamente informado de las corruptelas del capitán. Y aquí no se habla solo de un procedimiento judicial; lo que se avecina es un ajuste de cuentas moral. Es la confirmación de que, incluso en las estructuras jerárquicas más rígidas y cerradas, la verdad siempre encuentra un resquicio por donde colarse, aunque tarde.
Curro, al escuchar esas palabras, siente que un peso enorme se desprende de su interior. Ha cargado durante meses con una angustia que lo ha consumido en silencio, y por fin percibe que esa losa empieza a ceder. Es plenamente consciente del riesgo que ha corrido: enfrentarse a un oficial corrupto es un acto que rara vez queda impune. Pero el agradecimiento sincero del coronel, en un ambiente donde la cortesía suele ser fría y protocolaria, le confirma que su paso ha sido necesario, valiente y correcto.
En ese instante, Curro entiende una verdad dura pero ineludible: el precio de la valentía puede ser altísimo, pero el coste de callar siempre lo supera.
Mientras esto ocurre, en otro rincón de la historia, Manuel atraviesa su propio infierno personal. Su empresa, fruto de incontables horas de esfuerzo y dedicación, se encuentra en un punto de incertidumbre. La sombra de Leocadia, con su actitud ambigua y sus gestos calculados, se cierne sobre él. Nunca muestra del todo sus verdaderas intenciones, lo que aumenta la sensación de desconfianza.
En medio de esta tensión, Manuel observa a Toño y Enora con una mezcla de recelo, resignación y algo que podría ser envidia. Los ve felices, despreocupados, ajenos a la tormenta que él sufre. En un impulso que combina sinceridad y cierta amargura, le confía a María Fernández que entre ellos parece haber algo más que amistad.
María, más que una simple doncella, es una mujer con un fino instinto para percibir las complejidades de las relaciones humanas. Recibe la revelación con inquietud. Poco después, en una conversación con otras doncellas, sale a la luz un detalle explosivo: Toño está casado. La noticia genera un silencio cargado y miradas que se cruzan con cautela. En esos murmullos sin palabras resuena una pregunta: ¿hasta dónde se puede condenar a alguien por seguir los dictados del corazón? ¿En qué punto el amor se convierte en traición, y dónde termina la búsqueda legítima de la felicidad?
Paralelamente, Alonso decide dar un paso que sorprende a Adriano. Con un tono solemne y directo, le confiesa que, en un principio, no lo consideraba el yerno ideal. Tal vez fueron sus prejuicios, sus expectativas o el carácter del joven lo que lo llevó a desconfiar. Sin embargo, tras observarlo de cerca y ver su compromiso con Catalina, Alonso admite que es el hombre adecuado para su hija. No solo le da su bendición, sino que lo alienta a luchar por ella, a no rendirse frente a los obstáculos.
Aquí se esconde una lección universal: las primeras impresiones pesan, pero no son definitivas. Las personas cambian, crecen y, en ocasiones, nos sorprenden para bien.
En otro frente, Vera y Lope, con la ayuda de Pía, planean una acción delicada: enviar una carta al hermano de la doncella. Lo que para otros podría ser un gesto simple, para ellos es un acto de enorme riesgo. El padre de Vera, el duque de Carril, podría descubrir su paradero y actuar con dureza. Sin embargo, el deseo de recuperar un vínculo perdido pesa más que el miedo.
Por su parte, el padre Samuel sigue siendo una figura que divide opiniones. Algunos no confían en él, pero Toño y Petra lo defienden con firmeza. Incluso Toño invita a Cristóbal Ballesteros a visitar el refugio donde Samuel trabaja, buscando que vea por sí mismo su labor. La lealtad, aquí, no se dirige hacia lo más popular, sino hacia lo que se cree justo.
Mientras tanto, Martina recibe al varón de Valladares con la intención de tratar el conflicto que los enfrenta. Pero desde la primera palabra el diálogo se tuerce. El varón se muestra desdeñoso, queriendo evitar cualquier conversación con ella, y reclamando la presencia de San Jacobo. Martina insiste, intentando hacerle ver su postura. Aunque el resultado no es el esperado, la experiencia le deja claro que empieza a comprender mejor la visión de Catalina sobre el asunto. A veces, una conversación incómoda es suficiente para mover los cimientos de nuestras convicciones.
Y volvemos a Curro, que decide enfrentar cara a cara a Lorenzo. Con un deje de arrogancia, le deja claro que fue él quien entregó las pruebas al coronel. El mensaje es directo: no hay duda sobre su implicación en la caída del capitán. Lorenzo, herido en su orgullo, le responde con una promesa de venganza. Esa amenaza deja en claro que, aunque la justicia haya dado un paso, el resentimiento no se disipa fácilmente.
Pero el plan de Curro llega a su punto culminante. Contra todo pronóstico, su estrategia funciona a la perfección. Lo que comenzó como un riesgo personal se convierte en una victoria total: el capitán es detenido.
La escena es presenciada por toda la familia. Nadie puede apartar la mirada mientras la fachada de autoridad de un hombre que parecía intocable se derrumba.
La vida, como esta historia, nos recuerda que las verdades ocultas siempre acaban saliendo a la luz. Que la lealtad y la traición conviven en los mismos espacios, y que la valentía, aunque solitaria en sus primeros pasos, a menudo recibe la recompensa de saber que se ha hecho lo correcto.
Porque, al final, no se trata de cuántas veces caemos, sino de cuántas veces encontramos la fuerza para levantarnos y enfrentar aquello que otros prefieren ignorar.