Spoiler: “Catalina descubre el secreto del Barón y desata la caída de Jacobo”
La Promesa se convierte en un hervidero de verdades reprimidas cuando Catalina, armada con su instinto y su tenacidad, logra desenterrar un secreto que amenaza con derrumbar el equilibrio ya frágil del palacio. Lo que comienza con una simple sospecha sobre el comportamiento errático del Barón de Valladares pronto se transforma en una revelación devastadora que pone en jaque a Jacobo, el supuesto pilar de estabilidad, que resulta ser el verdadero artífice de la destrucción.
El aire dentro del palacio se vuelve irrespirable. Catalina, observadora incansable, comienza a leer los gestos y rutinas del Barón como si fueran un código: pañuelos caídos, melodías sin sentido, toques nerviosos en los sillones. Nada es casual. Lo que todos creían demencia es, en realidad, una estrategia desesperada para transmitir un mensaje sin ser atrapado por los oídos equivocados. Catalina descifra ese lenguaje silencioso y descubre una llave, pequeña pero simbólica, que la conduce a un secreto enterrado bajo las tablas de la antigua lavandería.
En paralelo, Cristóbal Ballesteros, el nuevo mayordomo, impone su autoridad con una frialdad que hiela la sangre. Sin que nadie lo sepa, no es quien dice ser. En realidad, es Iñigo, el hermano menor de un antiguo trabajador de La Promesa, muerto bajo circunstancias sospechosas. Su misión secreta: encontrar pruebas de una injusticia enterrada por generaciones.
Mientras tanto, Curro y Ángela viven su amor en la clandestinidad, conscientes del abismo social que los separa. Santos, con resentimiento y ambición, descubre su relación y ve en ella una oportunidad para recuperar su poder perdido, dispuesto a usarla como moneda de cambio ante el inflexible Ballesteros. El chantaje y las amenazas se intensifican, y el miedo comienza a filtrarse entre los ladrillos del palacio.
Lejos de allí, Lope, que había emprendido una investigación para salvar a los suyos, encuentra a Mateo, un antiguo criado desaparecido, que le entrega la prueba definitiva: cartas, registros contables y confesiones que vinculan directamente a Jacobo con una conspiración para arruinar a varias familias, incluida la suya. La traición es más profunda de lo que imaginaban.
De vuelta en La Promesa, la tensión llega a su punto máximo cuando Catalina, con la ayuda de la llave del Barón, encuentra un compartimento oculto bajo el suelo de la lavandería. Justo en ese instante, Iñigo aparece, convencido de que por fin está a punto de hacer justicia por su hermano. Lo que sigue es un enfrentamiento peligroso. Santos, fiel a su oportunismo, intenta retener a Catalina, pero Curro irrumpe a tiempo para defenderla.
El caos se detiene cuando Alonso entra con la Guardia Civil. Lope aparece con el cofre que contiene las pruebas contra Jacobo, y el propio Barón, lúcido y firme, acusa públicamente tanto a Jacobo como a Iñigo. La verdad, escondida durante generaciones, sale a la luz en un estallido de confesiones y traiciones expuestas. Jacobo intenta huir, pero es interceptado. Iñigo se rinde, sabiendo que su búsqueda de justicia se ha manchado de obsesión. Santos, desenmascarado, es expulsado.
El diario que Catalina encuentra contiene una verdad aún más sombría: la muerte del hermano de Iñigo fue parte de una operación orquestada por el abuelo de Alonso para encubrir una estafa masiva. La sangre que mancha el honor de los Luján viene de mucho antes. Alonso, impactado, promete que esa historia no se repetirá y decide apoyar a Iñigo en el juicio, reconociendo la justicia de su causa, aunque condenando sus métodos.
Martina, engañada por Jacobo, confiesa su participación involuntaria. Alonso, con dolor, la perdona, entendiendo que fue manipulada. La familia Luján queda marcada, pero no destruida. Catalina emerge como la nueva fuerza moral del palacio: ha logrado lo que nadie más se atrevía a intentar.
Y mientras los ecos de la revelación aún retumban en los salones, Curro y Ángela ya no se esconden. Bajo la luz de las estrellas, sellan su amor con un beso que, por primera vez, no necesita ocultarse. El pasado ya no los ata. El futuro, por fin, puede escribirse con libertad.
La Promesa respira. Ya no como un palacio lleno de secretos, sino como un hogar que, tras la tormenta, ha comenzado a sanar.