Spoiler: El retrato maldito desata el caos en La Promesa
En el episodio 647 de La Promesa, que se emitirá este lunes 4 de agosto, los habitantes del palacio vivirán una semana cargada de emociones, sobresaltos y secretos del pasado que vuelven para sacudir cada rincón de la finca. La historia comienza con la llegada de un objeto que, lejos de ser decorativo, se convierte en el catalizador de todo un torbellino emocional: un cuadro enviado por doña Cruz desde la prisión, un retrato suyo de grandes dimensiones que transmite una energía inquietante.
El cuadro llega directamente a manos de Alonso, quien queda tan impresionado como desconcertado. Por orden estricta del marqués Cristóbal Ballesteros, nadie puede tocarlo: ni los señores, ni los criados, nadie en absoluto. Aparentemente es solo una pintura, pero pronto todos en La Promesa empiezan a notar su efecto perturbador. Candela y Simona discuten sobre la presencia del retrato: mientras una cree que es solo una pintura, la otra asegura que trae mala suerte. Ángela siente que los ojos de doña Cruz la siguen, Petra se estremece cada vez que lo ve, Lorenzo sufre de opresión en el pecho y, lo más impactante, Martina se desmaya al contemplarlo.
¿Estamos ante una maldición, una aparición fantasmal o una estrategia más de venganza de doña Cruz? Todo parece indicar que el cuadro tiene un poder psicológico sobre los habitantes del palacio, pues cada uno reacciona de forma distinta, pero igualmente intensa.
Mientras tanto, Lope atraviesa su propio infierno. Tras ser degradado oficialmente, comienza su nuevo rol como ayudante de cocina, una tarea nada fácil. Petra intenta levantarle el ánimo y Vera le promete que, si decide marcharse, ella lo acompañará. Sin embargo, la situación dentro del servicio se tensa aún más cuando Ballesteros impone nuevos turnos de limpieza y comidas, generando un malestar generalizado. Candela se queja abiertamente, Ricardo Pellicer intenta mediar y le recuerda a Lope que luchará por devolverle su puesto cueste lo que cueste. En este nuevo episodio, Ricardo dará un paso adelante en esa misión.
La tensión también crece en el ámbito empresarial. Doña Leocadia de Figueroa continúa su juego de manipulación en torno al negocio de motores. Aunque sabe, gracias a una conversación privada con Pedro Farré, que la empresa será rentable, decide ocultarle esta información a Manuel. En cambio, le ofrece una importante suma de dinero —10.000 pesetas— a cambio de quedarse con toda la empresa. Enora ve la propuesta como una oportunidad, pero Toño sospecha que hay algo turbio detrás. Él se compromete a ayudar a Manuel para que no caiga en la trampa de Leocadia.
El varón de Valladares reaparece a través de una carta que recuerda a los Luján que el plazo para revertir las condiciones laborales de los jornaleros está por vencerse. La amenaza, que parecía lejana, se torna inminente. Martina se paraliza al enterarse y Catalina trata de buscar aliados para evitar el desastre. Sin embargo, tras anunciar su posible marcha con sus hijos, ni Alonso ni Adriano están dispuestos a apoyarla sin condiciones.
Martina, por su parte, enfrenta sus propios demonios. El desmayo frente al cuadro ha encendido las alarmas: ¿ha recaído en el alcohol?, ¿está embarazada?, ¿o hay algo aún más oscuro en su interior? San Jacobo intenta brindarle consuelo, pero sus palabras no logran calmarla. La figura de doña Cruz parece afectarla de una manera especial, como si despertara en ella traumas aún no revelados.
Y en medio de tantas intrigas, una historia más luminosa (al menos en apariencia) se abre paso: Enora le propone a Toño asistir juntos a la feria de Luján. Él se muestra emocionado, mientras que ella no sabe exactamente qué siente por él ni qué está ocultando. ¿Será esta una oportunidad para que florezca el amor o simplemente una vía hacia la desilusión?
Por último, el joven Manuel vuelve a revivir su dolor más profundo. El retrato de su madre reabre la herida por la pérdida de su esposa Jana Expósito. Su ánimo se apaga, su mirada se ensombrece y sus emociones se desbordan. Al llegar al hangar, comparte su malestar con Toño y Enora. Ellos intentan tranquilizarlo, recordándole que es solo una pintura, pero el peso simbólico de ese retrato es demasiado. Hay heridas que ni el tiempo ni la razón pueden cerrar.
Este episodio se perfila como uno de los más intensos y simbólicos de La Promesa. El retrato de doña Cruz parece más que una imagen: representa un poder oculto, una amenaza constante, una conexión viva con el pasado que todavía no ha dicho su última palabra. Los hilos del drama se tensan y el espectador se prepara para un giro inesperado en cualquier momento. ¿Será una simple pintura o el inicio de una nueva era de oscuridad en el palacio? ¿Quién será el siguiente en caer bajo su influjo?
La semana viene cargada de emociones, decisiones drásticas, regresos fantasmales y luchas por la justicia y el amor. Todo puede cambiar con un solo cuadro. Y mientras doña Cruz sonríe en su lienzo, los habitantes de La Promesa no saben que están al borde de un abismo que los arrastrará a todos.