Spoiler: Hola a todos, bienvenidos a un nuevo y desgarrador adelanto de Sueños de Libertad
La historia continúa su marcha entre lágrimas, suspiros y verdades a punto de estallar. En este nuevo episodio, el corazón de Andrés se convierte en brújula y lanza: está convencido de que Remedios es inocente y no puede soportar verla envuelta en una injusticia tan atroz. La necesidad de actuar lo lleva a recurrir a Begoña, la única persona en quien aún confía para encontrar claridad. En su mirada busca complicidad, en sus palabras una esperanza. La conversación entre ellos no es solo sobre pruebas y sospechas, sino también sobre todo lo que alguna vez compartieron y que ahora flota como un eco del pasado.
Andrés sabe que algo no encaja en la acusación contra Remedios. Begoña también lo intuye. Las pruebas son demasiado convenientes, el perfil de la mujer demasiado humilde y transparente como para imaginarla capaz de un delito contra la empresa. ¿Por qué entonces la acusan? ¿Quién tiene interés en hacerla parecer culpable? Las preguntas caen una a una, como gotas de una tormenta inminente. Y en medio de la conversación, resurgen heridas dormidas: la distancia entre ellos, lo que no pudieron ser, lo que todavía podría quedar en pie.
Pero mientras Andrés y Begoña buscan respuestas, otro hilo se desata en la ciudad. Damián, consumido por el peso de los años y la culpa, decide enfrentar uno de los secretos más dolorosos de su vida: la verdad sobre la paternidad de Cristina. El momento es tenso, casi insoportable. El encuentro con Gutiérrez, el verdadero padre de Cristina, inicia en una atmósfera cargada de silencios y palabras contenidas. “Gracias por venir”, dice Damián. Pero Gutiérrez, frío y distante, exige explicaciones. La verdad no tarda en caer como una sentencia: “Usted es el padre de Cristina Ricarte”.
La reacción de Gutiérrez es de incredulidad total. El aire se corta, las palabras se pierden. Damián continúa, remueve el pasado con una calma dolorosa. Le habla de Irene, de cómo trabaja para él, de cómo ella sabe que Cristina es su hija. Y de cómo Cristina también conoce ahora a su madre. Pero Gutiérrez no quiere avanzar. No quiere entrometerse, ni hacerse visible. Su miedo se llama Pedro Carpena, un hombre que parece tener el poder de destruir lo que toca. “Solo cuando él muera, si es que lo hace antes que yo, me atreveré a decirle a Cristina quién soy”, dice con voz quebrada.
Mientras tanto, en otro rincón del entramado emocional, la conversación entre Begoña y Andrés toma un cariz más íntimo. Ella recuerda el momento en que vio a Remedios llevada por la Guardia Civil, lo duro que fue presenciar eso. Recuerda también haberla ayudado con una herida en la mano. La describe como alguien sencilla, incapaz de hacer daño. Andrés plantea hipótesis: tal vez fue utilizada, tal vez alguien se aprovechó de su invisibilidad. Y aunque Begoña aún no se atreve a dudar de Gabriel, siente que algo no cuadra. Él le dice que solo quería sentir que aún comparten algo, una búsqueda de justicia, una verdad que los una.
Y en esa complicidad silenciosa, surge una promesa tácita: no dejarán que Remedios sea condenada sin luchar. Porque si alguien la incriminó, si hay una verdad oculta, merecen descubrirla. Ambos están de acuerdo en que hay muchas cosas turbias detrás de este caso. Andrés insiste: “Tú también sabes que Remedios no es culpable”. Y Begoña, aunque con reservas, no lo niega.
Al mismo tiempo, el remordimiento corroe a Gutiérrez. Nunca se perdonó haber abandonado a Irene y a Cristina. Confiesa haber aceptado el puesto de portero solo para estar cerca de su hija, aunque desde las sombras. Pero no quiere convertirse en un arma contra Carpena. Teme que su aparición solo traiga más dolor. Y así, decide seguir observando desde lejos, silencioso, oculto.
La tensión crece. El pasado se impone. Las palabras no dichas se acumulan. Todos los personajes parecen atrapados en un rompecabezas emocional donde cada movimiento revela una nueva grieta, una nueva traición.
¿Qué pasará con Remedios? ¿Podrá Andrés encontrar las pruebas que la liberen? ¿Tendrá Gutiérrez el valor de salir de la sombra y reconocer a su hija? ¿Se atreverá Begoña a enfrentarse a sus propias lealtades y dudas? ¿Y hasta cuándo Pedro Carpena podrá seguir manipulando el destino de todos sin rendir cuentas?
Cada paso, cada decisión, acerca a los personajes a un punto de quiebre. Y mientras la historia avanza entre secretos, redenciones y silencios, los corazones siguen latiendo al borde del abismo.
Déjanos tus pensamientos en los comentarios. Este viaje apenas comienza, y en Sueños de Libertad, la verdad no siempre salva, pero sí libera. Nos vemos en el próximo adelanto.