La Promesa Miércoles 6 de Agosto: ¡Manuel bajo sospecha! El retrato destruido desata una ola de dudas y traiciones

En el episodio del miércoles 6 de agosto de La Promesa, la tensión se corta con cuchillo. El hallazgo del retrato destruido de doña Cruz sacude los cimientos de la finca y provoca una auténtica tormenta entre los miembros de la familia Luján y su entorno más cercano. Las miradas se cruzan, las palabras se vuelven cuchillos y la sospecha empieza a envenenar cada rincón de la casa. Lo que en un principio parecía un simple acto de vandalismo se transforma en el detonante de una crisis familiar sin precedentes, y en el centro de esta tormenta aparece un nombre inesperado: Manuel.

El retrato de Cruz, que colgaba majestuoso en una de las estancias más representativas del palacio, aparece hecho trizas. El lienzo rasgado, el marco roto, y el silencio sepulcral de quienes lo descubren. Nadie puede creerlo. Aquella pintura no solo era un símbolo de la presencia de Cruz en la casa, sino también una pieza clave del equilibrio emocional de Alonso, el marqués, quien aún guarda luto por su difunta esposa.

En cuanto Alonso se entera de la noticia, una ira fría se apodera de él. No se trata solo de una pintura: es un atentado contra la memoria de la mujer con la que compartió su vida. Decide entonces interrogar a todos los habitantes de La Promesa, uno por uno. Nadie estará exento. Criados, familiares, invitados… Todos serán puestos bajo la lupa. Y aunque muchos niegan cualquier vínculo con el hecho, poco a poco empieza a emerger un nombre: Manuel, su propio hijo.

La posibilidad de que Manuel haya sido el responsable sacude profundamente al marqués. A pesar del amor que siente por él, no puede ignorar ciertos indicios. Durante los últimos días, Manuel ha estado más irritable, ausente, incluso esquivo. Y hay testigos que aseguran haberlo visto cerca del salón justo antes de que se descubriera el retrato destruido. La duda comienza a carcomer a Alonso: ¿es posible que su propio hijo haya sido capaz de algo tan ruin?

Catalina, siempre defensora de su hermano, intenta mediar. Le dice a su padre que Manuel jamás haría algo así, que está sufriendo por otros motivos y que, quizás, hay alguien intentando incriminarlo. Pero Alonso no cede fácilmente. El dolor de ver el rostro de Cruz destruido es demasiado grande y la posibilidad de una traición tan cercana le resulta insoportable.

Mientras tanto, Manuel también empieza a notar que todas las miradas se clavan en él. Siente el peso de las sospechas, aunque en su corazón guarda un secreto mucho más profundo. Él no rompió el retrato, pero guarda un resentimiento creciente hacia la figura de Cruz, una mujer que nunca aceptó completamente a los demás miembros de la familia y cuyas decisiones, incluso después de muerta, siguen provocando conflicto. ¿Podría haber sido Hann, en un arrebato de rabia? ¿O quizás Curro, que guarda viejos resentimientos?

Por su parte, Jana observa la situación desde las sombras, con el corazón en un puño. Sabe que algo oscuro se mueve en La Promesa y teme por Manuel. Intuye que alguien está jugando con fuego, manipulando los hilos desde las sombras. Aunque no tiene pruebas, percibe que hay algo más grande detrás de ese acto de destrucción, algo que apunta directamente al corazón de la familia Luján.

Los interrogatorios continúan. Lorenzo se muestra excesivamente cooperativo, casi complacido con la desgracia ajena, mientras que Cruz, desde el más allá, parece seguir proyectando su sombra sobre todos. Las tensiones aumentan cuando Pelayo, el primo intrigante, sugiere que la destrucción del retrato podría haber sido una señal, un mensaje oculto que alguien quería transmitir. ¿Pero a quién? ¿Y por qué ahora?

La presión sobre Manuel crece a medida que Alonso se convence más de que solo alguien de dentro, alguien de plena confianza, pudo atreverse a hacer algo así sin ser visto. Y en esa lista de sospechosos, Manuel ocupa un lugar destacado. El joven, lejos de romper en llanto o confesar, decide encerrarse en su silencio, lo que solo alimenta más las dudas.

Sin embargo, en medio de la creciente tensión, una pista inesperada aparece: un fragmento del marco roto tiene una huella parcial. No es suficiente para una acusación directa, pero sí para seguir investigando. El marqués ordena a Rómulo que analice cada rincón de la estancia en busca de pruebas. Nadie podrá irse de La Promesa hasta que se aclare lo sucedido.

Entre tanto, Jana se debate entre ayudar a Manuel o mantenerse al margen. Él le confiesa en un momento íntimo que no fue el responsable, pero también le admite que no le duele ver destruido el retrato. “No representaba lo que ella fue realmente”, le dice con amargura. Jana, conmovida, se convierte en su confidente, pero sabe que eso no será suficiente para limpiar su nombre.

El episodio culmina con un giro inesperado: Petra, una de las criadas, asegura haber escuchado una discusión fuerte la noche anterior entre Manuel y una figura masculina no identificada. Asegura que alguien mencionó a Cruz en términos muy violentos. Esta declaración siembra aún más caos. ¿Con quién discutía Manuel? ¿Fue una pelea real o una conversación malinterpretada?

La duda se vuelve insoportable. Alonso, al borde de un colapso emocional, grita frente a todos: “¡Quiero la verdad! ¡No permitiré que la memoria de Cruz sea ultrajada sin consecuencias!” Las lágrimas se asoman en los ojos de Catalina, mientras Manuel, con el rostro endurecido, mira a su padre sin pestañear.

En los próximos capítulos, se revelarán más piezas de este inquietante rompecabezas. ¿Será Manuel finalmente exonerado o alguien más confesará? ¿Es este solo el inicio de una venganza más grande? La Promesa arde, y todos sus secretos están a punto de salir a la luz…