⚠️ Spoiler – ¡Prepárate para un torbellino de pasiones!
La historia en La Promesa entra en una fase decisiva, donde cada emoción se vuelve una batalla y cada decisión puede alterar el curso del destino. Iana, la joven que dejó atrás su origen humilde para ingresar al mundo de los nobles, se siente más fuera de lugar que nunca. A pesar de haber subido de escalón social, el ambiente que la rodea le resulta asfixiante. El lujo que la rodea no le ofrece consuelo, solo normas rígidas, miradas frías y juicios constantes. Por dos ocasiones ha rehusado sentarse a la mesa con los marqueses, una actitud que Cruz, la poderosa y orgullosa marquesa, no está dispuesta a tolerar.
Cruz interpreta el gesto de Iana como un acto de rebeldía, casi una afrenta personal. Su autoridad está siendo desafiada justo cuando ha organizado una espléndida recepción en honor a la prometida de su hijo. Pero la tensión va más allá de una simple comida: la casa entera se convierte en un campo de batalla emocional. Cruz no olvida ni perdona, y su sed de control y venganza arde en silencio.
Manuel, por su parte, lucha en una encrucijada emocional. Ama profundamente a Iana, pero sabe que su madre no dudará en tomar represalias. Intenta mediar entre su amor por Iana y su deber como hijo, proponiendo soluciones desesperadas, como vestir a Iana con los elegantes vestidos de su difunta hermana Leonor. Pero esta propuesta bienintencionada solo consigue enfurecer más a Cruz, quien decide encargarse personalmente del vestuario de Iana, imponiendo así su voluntad.
Mientras tanto, Curro atraviesa su propio calvario interno. La presión familiar y social lo empuja hacia un matrimonio con Giulia, bajo el argumento de que es lo correcto para restaurar su honor y respetar la memoria de Paco, quien lo crio como a un hijo. Don Juan insiste con firmeza, y Lorenzo alimenta esta presión día a día. Curro se debate entre el deber y los sentimientos, preguntándose si debe rendirse ante una unión sin amor o luchar por sus verdaderos deseos. ¿Qué habrías hecho tú en su lugar?
En las cocinas y corredores de la servidumbre, los conflictos tampoco cesan. Petra, cada vez más ambiciosa, sospecha que Marcelo está casado con Teresa y lo chantajea con esa información. Además, el misterioso crucifijo desaparecido se convierte en otra herramienta para manipular. Petra lo usa como pretexto para ganar poder dentro de la casa, moviendo sus piezas con astucia.
En contraste, el amor entre Catalina y Pelaio parece florecer sin obstáculos. La boda se acerca, y los preparativos avanzan con ilusión. Han decidido celebrar su unión en la capilla de la hacienda, con Samuel como oficiante. Todo apunta a una ceremonia cargada de emoción y esperanza, un raro respiro entre tanto conflicto.
Pero los secretos no tardan en salir a la luz. Samuel confiesa a María que fue él quien robó el crucifijo. Intenta remediar su error devolviéndoselo a don Ricardo, pero María no se deja convencer. Lo acusa abiertamente, y sus palabras avivan un fuego que parecía apagado. A veces, la verdad duele más que la mentira.

Por otro lado, Teresa decide quedarse en La Promesa, una elección dolorosa pero impulsada por un fuerte sentido del deber. Renuncia a su felicidad por lo que considera correcto. Martina, por su parte, observa con ojo crítico a los hombres que la rodean, enfocándose esta vez en el conde Juan y en la compleja relación entre nobles y criados.
Cruz, incansable, organiza una nueva cena en honor a Iana. Pero la joven, abrumada por la presión, vuelve a levantarse de la mesa y se retira, incapaz de soportar las expectativas que la rodean. Cruz, decidida a moldearla a su imagen, ordena a Petra vigilar a Iana para que no se relacione con la servidumbre. También encarga a Teresa la confección de ropa adecuada para ella, siguiendo unas directrices claras y estrictas.
La tensión entre los marqueses y los duques de los Infantes se intensifica. La enemistad, aunque velada, se manifiesta en miradas, insinuaciones y maniobras políticas. Cruz, para reafirmar su posición y acallar rumores que la vinculan sentimentalmente con María Antonia, decide asistir a una fiesta organizada por los duques. Pero Alonso se niega a acompañarla, hastiado del ambiente hipócrita y de los juegos sociales.
Manuel, preocupado por la salud emocional de Iana, intenta convencer a su padre para que haga ese gesto de unidad y así calmar las aguas. Sin embargo, el corazón de la casa sigue latiendo con tensiones profundas. Curro parece inclinarse finalmente por aceptar el matrimonio con Giulia, pero Alonso lo confronta, sabiendo que esa decisión no nace del amor, sino del peso insoportable de la obligación.
La historia avanza y cada hilo se entrelaza: las promesas no siempre se cumplen, el pasado nunca muere del todo, y el deseo de libertad choca con los barrotes invisibles de una jaula dorada. ¿Logrará Iana encontrar su lugar sin perderse en el proceso? ¿Curro escuchará a su corazón o se resignará a una vida dictada por otros? Y mientras la boda de Catalina y Pelaio se acerca, los secretos ocultos siguen empujando a los personajes hacia destinos inciertos.
En La Promesa, cada decisión tiene un precio, y cada paso deja una huella. El destino de todos pende de un delicado equilibrio entre el deber y el deseo, entre la verdad y la conveniencia. ¿Estás listo para descubrir qué les espera?