LA PROMESA: EL SECRETO QUE SACUDE LA HACIENDA… ¡LA DECISIÓN FINAL!

Los cimientos de La Promesa están a punto de tambalearse bajo el peso de un secreto venenoso que amenaza con cambiarlo todo. Ayala, en su afán por destruir a la joven marquesita, ha maquinado un plan perverso en la sombra. Sin embargo, su astucia se vuelve en su contra: ha ingerido veneno de forma voluntaria con el objetivo de inculpar a la joven, hacerla pasar por inestable y enviarla directamente al manicomio. Pero lo que no esperaba es que su enemiga no es una simple víctima: la marquesita ahora se convierte en un huracán decidido a arrasar con todo a su paso y enfrentarse a Ayala con una determinación feroz.

En medio de este caos, Martina, con su habitual inteligencia, empuja a Don Lorenzo a una revelación explosiva. Atrapado sin salida, se ve obligado a contar la verdad sobre el siniestro plan de Ayala, lo que deja a todos en estado de shock. La tensión en La Promesa se vuelve insoportable. Los secretos se multiplican y la atmósfera se llena de presagios oscuros.

Amalia, después de una conversación clave con Vera, se siente por fin liberada. Decide abandonar el palacio dejando tras de sí un suspiro de alivio y unas palabras que resonarán como un eco entre las paredes. Y mientras ella se marcha, otro terremoto sacude la casa: Don Rómulo, el fiel mayordomo, anuncia que se marcha. Su despedida es dolorosa, cargada de emoción. ¿Qué lo habrá llevado a tomar esta drástica decisión?

En paralelo, un nuevo personaje llega a la hacienda: el misterioso padre Samuel, el sacerdote recién nombrado de Luján. Su llegada no pasa desapercibida, especialmente cuando solicita instalarse en una habitación cercana a las de las sirvientas, lo que genera incomodidad. Giana se siente fuera de lugar, especialmente ante la orden tajante de Cruz de que debe ser tratada como una dama, ahora que está comprometida con Manuel. El cambio de estatus altera los equilibrios internos del personal.

Don Lorenzo y Cruz, por su parte, empiezan a sospechar que los rumores sobre una posible traición de Don Alonso provienen de los duques de Los Infantes, quienes buscan venganza por los acontecimientos que afectaron a Jimena. Sin embargo, como suele pasar en La Promesa, la verdad es mucho más enrevesada y sorprendente.

La confusión crece cuando Catalina le confiesa a Martina que el verdadero padre del hijo que espera no es Pelayo, como todos pensaban, sino Adriano. Esta revelación genera una pelea intensa con el conde, cargada de tensión y emociones a flor de piel. Mientras tanto, Giana intenta asimilar su nueva vida como señorita Esposito, entre dudas, miedos y un profundo sentimiento de desubicación.

Petra, con un claro propósito de venganza, informa a Teresa de que sabe del vínculo secreto entre Marcelo y Rachal. Para proteger su amor, Teresa finge estar furiosa y dolida, ganándose así la confianza de Petra en una maniobra arriesgada. Pero el precio de esta actuación es alto: Marcelo, dolido, se siente traicionado y su relación con Teresa empieza a fracturarse peligrosamente.

En otro frente, Osquan sigue presionando a Curro para que se case con Giulia como forma de redención por la muerte de Paco. Curro se siente atrapado y desorientado, sin saber cómo responder. Martina trata de disuadirlo, rogándole que no se entregue a un destino que no desea.

Mientras tanto, Don Alonso y Don Ricardo debaten sobre la inminente salida de Don Rómulo. Aunque el marqués lamenta su partida, insiste en no reincorporar a Pia al servicio, una negativa que añade más tensión al ya frágil equilibrio de la casa.

Padre Samuel, lejos de ser un religioso ejemplar, empieza a mostrar actitudes sospechosas. Solicita a Cruz una considerable suma de dinero, a lo que la marquesa accede con visible molestia. ¿Qué oculta el nuevo sacerdote? María lo sorprende robando un crucifijo, pero decide, al menos por ahora, guardar silencio.

Petra, con la rabia a flor de piel, acusa públicamente a Marcelo de infidelidad y lo envía a cumplir una tarea complicada, obligándolo a perder una importante reunión con Don Ricardo. Desbordado, Marcelo se desahoga con María Fernández, quien parece saber mucho más de su relación con Teresa de lo que debería.

Mientras las tensiones se acumulan, se prepara una fiesta para homenajear a Giana por su ascenso y para despedir a Don Rómulo. Pero el drama no descansa: Leticia y Martina unen fuerzas para desenmascarar a Ayala de una vez por todas. El conde, arrinconado, reacciona con violencia e intenta estrangular a Petra, pero la rápida intervención de Martina evita una tragedia.

Cruz, por su parte, quiere que la fiesta de bienvenida de Giana sea perfecta, mientras que Catalina exige a Pelayo una respuesta clara sobre su futuro juntos. Finalmente, Pelayo cede y le promete matrimonio y asumir la paternidad del niño que espera, trayendo un rayo de esperanza.

Giana, en tanto, se traslada a su nueva habitación entre abrazos y sonrisas, pero se siente completamente fuera de lugar, como una extraña en un mundo que no le pertenece. Aterrada por el juicio de los nobles, decide no asistir al almuerzo, y también contempla no presentarse a la cena. Su ausencia genera una inquietud generalizada. ¿Logrará Giana romper ese muro emocional?

Los secretos continúan saliendo a la luz. En un giro inesperado, Petra le confía a Martina que Ayala es, en realidad, el padre biológico de Feliciano, una revelación impactante que cambiará muchas relaciones dentro de La Promesa.

Y mientras todos intentan adaptarse a los nuevos cambios, María lucha entre su lealtad y la verdad, sabiendo que el ladrón del crucifijo es el propio padre Samuel. Sin embargo, aún no se atreve a hablar. Giana, presa del pánico, se encierra en su habitación y parece decidida a aislarse de todos, dejando a los residentes de La Promesa en vilo. ¿Qué ocurrirá ahora? ¿Qué nuevos secretos están a punto de estallar? La tensión no deja de crecer y lo mejor… está por venir.