Spoiler: “Hola amigos, bienvenidos a un avance exclusivo de Sueños de Libertad“
Las sospechas siguen creciendo dentro de la casa de los De la Reina. En el próximo capítulo, Pelayo no puede ocultar más su desconfianza hacia Gabriel, el supuesto primo llegado recientemente. Aunque al principio solo eran presentimientos, ahora está decidido a actuar. Sin perder tiempo, comienza a hacer sus propias indagaciones, decidido a llegar al fondo de este asunto.
La historia arranca en el despacho de Marta, donde Pelayo la espera con gesto serio. Al verla entrar, va directo al grano: ha hecho algunas llamadas al círculo empresarial para averiguar sobre la compañía que Gabriel mencionó, La Atlántica. Aunque la empresa existe, hay un detalle que lo cambia todo: nadie en esa firma conoce a un abogado mercantil llamado Gabriel de la Reina. La revelación deja a Marta en shock. Aun así, intenta justificarlo, buscando alguna explicación lógica: tal vez lo contrataron por fuera, quizá su padre sabe algo más. Pero Pelayo es categórico. Para él, hay algo turbio, y Marta debe hablar con su padre cuanto antes.
Marta, dividida entre la lealtad familiar y el desconcierto, decide que primero necesita enfrentarse cara a cara con Gabriel. Si es quien dice ser, deberá explicarse. Si no… quizás Pelayo tenía razón desde el principio.
La desconfianza crece como una sombra que se extiende por la casa, alimentada por el pasado y los secretos no contados. ¿Será Gabriel un impostor? ¿Una jugada de la competencia? ¿O simplemente alguien con verdades a medias?
Mientras tanto, en otro rincón del universo emocional de los De la Reina, una tormenta se desata entre Andrés y su padre. La reciente conversación entre Damián y María —en la que él le sugirió ingresar en un centro especializado— ha dejado huellas profundas. María lo vivió como una amenaza, un nuevo intento de apartarla. Cuando Andrés se entera, no puede quedarse callado.
Con el rostro tenso y el corazón herido, irrumpe en el despacho de su padre. Lo acusa de haber cruzado una línea imperdonable. Damián, como siempre, se muestra sereno, pero sus palabras son frías: según él, solo sugirió lo que cree mejor para María. Pero Andrés no acepta esa versión. Le reprocha no entender lo que ella está viviendo, ni cómo lo está afectando todo.
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Damián intenta razonar con su hijo: le recuerda que él también está sufriendo, que su vida ha cambiado por completo, que ha perdido el brillo. Le asegura que su intención no es cruel, sino práctica: Andrés no puede vivir encadenado al dolor. Pero Andrés no ve preocupación; ve control. Para él, María no está manipulando, está sobreviviendo. Necesita sentirse acompañada, no descartada.
Entonces, Damián lanza una frase que lo cambia todo. Acusa a María de usar la culpa de Andrés como una forma de retenerlo. Sugiere que su “triunfo” ha sido lograr mantenerlo a su lado, lejos de Begoña. Andrés, horrorizado, rechaza la idea. ¿Cómo puede alguien considerar un triunfo estar atrapada en una silla de ruedas? ¿Vivir sin libertad, sin dignidad, solo por no perder al hombre que ama?
Damián, sin embargo, insiste. En su visión, María ha conseguido exactamente lo que deseaba: conservar a Andrés, incluso si eso implica encadenarlo emocionalmente. Termina la conversación con una advertencia que, más que consejo, suena a sentencia: renunciar a la posibilidad de ser feliz con Begoña por una mujer a la que no ama es el mayor error que puede cometer.
Andrés no responde. Se marcha con el alma en un nudo, pero las palabras de su padre lo acompañan como un eco persistente. Duda, por primera vez en mucho tiempo. No de María, sino de sí mismo. ¿Está siendo justo? ¿Está sacrificando su vida por lealtad? ¿O por miedo?
Este capítulo se convierte así en un cruce de caminos emocional para varios personajes. Marta deberá decidir si confía en su intuición o en las apariencias. Pelayo, cada vez más seguro de que algo no encaja, parece estar dispuesto a destapar una verdad incómoda. Y Andrés, dividido entre el amor que juró mantener y el que dejó ir, comienza a tambalearse frente a una encrucijada que ya no puede evitar.