⚠️ Spoiler: Pelayo le revela al padre de Marta su deseo de tener un hijo… y recibe una respuesta inesperada
En una conversación íntima y reveladora, Pelayo se sienta a hablar con el padre de Marta en un ambiente aparentemente relajado. Todo comienza con un gesto amable: Pelayo se sirve una copa y lo invita a acompañarlo, pero el padre de Marta rechaza con cortesía, alegando que aún es temprano para beber. Lo que sigue cambia completamente el tono de la charla: Pelayo le confiesa que le ha propuesto a Marta tener un hijo.
El padre de Marta se queda sin palabras. No se opone, pero su rostro refleja una mezcla de asombro y desconcierto. Le sorprende que una idea así haya salido precisamente de Pelayo, dado el tipo de relación que él y Marta mantienen. Pelayo intenta quitarle tensión al momento con una broma, sugiriendo que quizá le haría ilusión ser abuelo de nuevo. El padre de Marta responde con una sonrisa amable: sí, le encantaría ver a un niño correteando por el jardín, aunque admite que no esperaba una noticia así.
Pelayo explica que la propuesta no surgió de él o de Marta, sino de Miguel Ángel Vaca, el gobernador civil, quien le sugirió que tener un hijo sería beneficioso para su imagen política, dándole un aire de hombre familiar y tradicional. Aunque al principio le pareció una estrategia más, con el tiempo, esa idea despertó en Pelayo un deseo genuino. Como hijo único, siempre había soñado con formar una familia numerosa, aunque lo había dejado de lado.
El padre de Marta escucha todo con atención y no tarda en ir directo al grano: si Pelayo está contándole esto a él, es porque Marta no está de acuerdo con la idea. Pelayo asiente y dice que Marta argumenta que un hijo interferiría con su carrera en la empresa, pero sospecha que hay algo más detrás de su negativa.
Entonces llega el verdadero giro de la conversación: el padre de Marta le dice que él también cree que esa no es la razón real, y sugiere con firmeza que el verdadero motivo es el amor de Marta por Fina. Afirma que, si Fina estuviera presente en su vida de otro modo, Marta vería la maternidad desde otra perspectiva. Pelayo se muestra sorprendido por la certeza con la que habla, pero el padre de Marta no duda en absoluto. Aun así, añade algo que lo cambia todo: el sueño de Pelayo puede ser difícil, pero el de Marta —formar una familia con Fina— es directamente imposible en el mundo en que viven.
Una escena cargada de verdades no dichas, deseos frustrados y resignación ante las limitaciones sociales. Ambos hombres quedan enfrentados no por una discusión, sino por la amarga comprensión de que, en esa casa, hay más sueños rotos de los que se confiesan en voz alta.