Tensión y advertencias en el encuentro entre Pedro y Pelayo

En el capítulo 357 de Sueños de Libertad, uno de los momentos más intensos se da durante una conversación privada entre Don Pedro y Pelayo, en la que la política y los intereses personales se cruzan de forma peligrosa. Al inicio, el tono es aparentemente cordial. Pedro le pregunta con amabilidad a Pelayo cómo avanza su campaña para convertirse en gobernador. Pelayo, sereno, le responde que sigue firme, trabajando cada día para lograr su objetivo.

Sin embargo, pronto la conversación da un giro. Pedro menciona, no sin cierta ironía, que lamenta que haya tenido que cancelar su luna de miel por asuntos de la campaña. Pelayo, intentando restarle importancia, responde que hay cosas más prioritarias. Pero entonces Pedro deja caer la verdadera intención de la charla: le recuerda que fue él quien lo ayudó a llegar hasta donde está. Insinúa que, sin su apoyo, Pelayo no estaría tan cerca de alcanzar el cargo, y le lanza una advertencia disfrazada de consejo: en política, como en los negocios, ningún favor es gratuito.

Pelayo comprende al instante el mensaje y pregunta si esa es la razón real por la que lo ha citado. Pedro no lo niega. Afirma que él ha cumplido su parte, pero que Pelayo no ha hecho lo que se le pidió. En concreto, le recuerda que debía investigar a Gabriel, pero la información que ha recibido hasta ahora le resulta insuficiente.

Pelayo intenta defenderse, diciendo que revisó el pasado de Gabriel y todo parece encajar: no hay datos comprometedores. Solo destaca un detalle: Gabriel había dicho que su llegada a la península fue por motivos laborales, cuando en realidad vino para encontrarse con su familia. Pelayo no lo considera grave, sugiriendo que tal vez a Gabriel le daba vergüenza presentarse sin previo aviso. Pero Pedro no está conforme.

Lo que más le interesa a Pedro es el pasado del padre de Gabriel, el hermano perdido de Damián. Quiere saber por qué Damián ocultó su existencia durante tantos años. Pelayo admite que no tiene mucha información al respecto, ya que Gabriel prácticamente no tuvo relación con su padre. Esta respuesta no solo no satisface a Pedro, sino que aumenta su malestar. Le recuerda que le ha facilitado el camino al poder sin exigirle mucho, y que ya es hora de devolver el favor como corresponde.

La presión aumenta. Pedro le exige que actúe como un verdadero aliado, no solo cuando le conviene. Le deja claro que espera que averigüe el motivo del silencio de Damián respecto a su hermano. Insinúa que algo grave ocurrió en el pasado y que ese secreto podría tener consecuencias importantes.

Pelayo intenta calmar la situación, diciendo que él no es un investigador y que Damián es una persona muy reservada. Pedro lo interrumpe bruscamente y, con un tono firme, le recuerda que él también es empresario, pero que cuando es necesario sabe conseguir la información que quiere, incluso en tiempo récord. Le pone como ejemplo cómo logró saber datos comprometidos sobre Cárdenas en solo un día.

La conversación culmina con una advertencia que suena más como una amenaza velada. Pedro le recuerda lo fácil que es destruir la reputación de una persona en cuestión de horas. Le insiste a Pelayo que se tome el asunto con la seriedad que merece, porque lo que está en juego no es solamente su carrera política, sino también su estabilidad personal y todo lo que ha conseguido hasta ahora.

Este encuentro deja claro que Pedro no está dispuesto a tolerar respuestas vagas ni demoras. Su interés por el pasado de Gabriel y la relación con el hermano de Damián apunta a un conflicto mayor, cargado de secretos que podrían cambiar el destino de varios personajes. Pelayo, atrapado entre su ambición y las exigencias de su poderoso benefactor, deberá tomar decisiones difíciles. ¿Logrará descubrir lo que Pedro busca sin exponerse demasiado? ¿Y qué tan oscuro es el secreto que Damián ha guardado durante tanto tiempo? Todo parece indicar que las piezas comienzan a moverse hacia una revelación inminente.