Spoiler: “Sueños de Libertad – María da señales de recuperación… ¿pero a qué precio?”
En uno de los momentos más inesperados y reveladores de Sueños de Libertad, María empieza a mostrar señales de una recuperación física que había parecido imposible hasta ahora. Pero este avance no solo representa una esperanza médica, sino que también desata un juego de secretos, alianzas y posibles traiciones que podrían cambiar por completo el destino de varios personajes en la colonia.
Todo comienza con una escena aparentemente cotidiana. Una criada se acerca amablemente a ofrecerle más café a María, quien se encuentra tranquila tras haber terminado un libro que le habían regalado. Se nota que la lectura la ha conmovido. El último capítulo, adornado con algunos poemas del doctor Cibago, le ha parecido precioso. Incluso comenta que no le sorprende que hubieran querido otorgar el Nobel al autor. Ella agradece con sinceridad el obsequio recibido y sugiere a la criada que lea el libro, ya que es una mezcla muy bien lograda de romance, conflictos políticos y momentos históricos como la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa. Sin embargo, la joven declina con humor, diciendo que el volumen es “un poquico gordo” para ella, aunque se despide prometiendo que lo leerá en otro momento.
Pero la calma dura poco.
Mientras la criada recoge la taza, un acontecimiento inesperado rompe la tranquilidad. María mueve el pie. Aunque intenta disimularlo, alguien se da cuenta. Al principio ella lo niega, pero es inútil: quien la acompaña lo ha visto claramente. “Estás recuperando sensibilidad”, le dice en voz baja, casi temblando. María le pide que no hable en voz alta. Lo que acaba de ocurrir es algo más grande de lo que nadie podría imaginar: un verdadero milagro. Pero también es un secreto peligroso. Solo ellos dos pueden saberlo.
Ella es consciente de que todavía es pronto para cantar victoria. La recuperación puede detenerse, o complicarse. Pero el hecho de haber movido el pie es un avance gigantesco. Aunque, paradójicamente, también representa una amenaza. “Podría costarme la ruina”, confiesa. Si Damián o Andrés se enteraran de que ha recuperado parte de la movilidad, podrían expulsarla de la casa, como ya intentaron hacer antes de su accidente.
En medio de esta tensión, María se ve obligada a confiar en alguien con quien su relación no había comenzado con buen pie. Le pide ayuda. “Sé que tú y yo no hemos empezado bien… pero estamos juntos en esto. Necesito confiar en ti”. Y para convencerla de la fuerza de su alianza, revela que hoy ha dado un paso más en su estrategia: ha recuperado el lirio que él mismo había saboteado, y que el suegro de María tuvo que pagar con su propio dinero. Un acto que, aunque vengativo, le ha hecho ganar puntos frente a los demás.
Pero eso no es todo. Su amigo Anto Brosar está a punto de tomar el control de la empresa. El plan es claro: sacar a Damián de la Reina de su trono y darle una patada definitiva. “Vamos a darle una patada a ese miserable de Damián de la Reina”, afirma con determinación. El tono cambia por completo. De la fragilidad y la enfermedad, pasamos a una conspiración en marcha.
María, aunque desconcertada por los acontecimientos, empieza a comprender que esa alianza puede ser más poderosa de lo que imaginaba. La venganza que ambos persiguen podría tener éxito. Y por eso, él le confiesa todo, para reforzar su compromiso y asegurar que no haya secretos entre ellos. “Depende de los dos que nuestra alianza funcione”, le dice. Ella asiente. La confianza mutua será la clave.
Entonces, sellan su complicidad con un pacto: ninguno dirá nada sobre lo que está ocurriendo. Ni sobre la pierna de María, ni sobre los planes de él. Pero María quiere más. Le pide un favor muy especial y muy urgente: conseguirle una cita con el mejor neurólogo, sin que nadie en la casa lo descubra. Necesita saber si su recuperación tiene posibilidades reales. Quiere respuestas médicas concretas: ¿volverá a caminar?
Él no duda. Le promete que sí, que lo logrará. “Claro que volverás a caminar, te lo aseguro”. Ella le pregunta si de verdad lo cree. Y él, con seguridad, responde que juntos conseguirán todo lo que se propongan.
Este capítulo deja en evidencia que nada es lo que parece en la colonia. María, que hasta hace poco era vista como una víctima inválida, puede estar a punto de recuperar su poder físico. Pero lo más importante es que ha comenzado a tejer una red de alianzas que le permitirán influir en el futuro de la empresa y de los personajes que antes la subestimaron.
A su vez, la figura de Damián de la Reina comienza a tambalearse. Entre traiciones internas y planes para derrocarlo, su dominio pende de un hilo. La presencia de Anto Brosar como actor clave en esta guerra empresarial solo suma tensión al conflicto.
La gran incógnita ahora es qué pasará si alguien descubre el milagro que María intenta mantener en secreto. ¿Podrá seguir ocultándolo? ¿Hasta cuándo? ¿Y qué precio está dispuesta a pagar por recuperar su autonomía?
Una cosa es segura: el juego de poder está más activo que nunca, y María, lejos de ser una simple espectadora, ha entrado al tablero con fuerza. El camino hacia su recuperación es también el camino hacia su venganza. Y nada —ni nadie— parece poder detenerla.