Spoiler: Marta y Fina – “Fina ya estaba en mi vida cuando me conociste, y va a seguir estando en ella” – Sueños de Libertad, Capítulo 199

En una escena cargada de tensión emocional, Marta se encuentra en su oficina cuando Pelayo irrumpe sin previo aviso, interrumpiendo una llamada telefónica importante. Desde el primer segundo, la incomodidad entre ambos es evidente. Pelayo, sin rodeos, plantea lo que lleva dentro: considera que su matrimonio fue una decisión equivocada, más una transacción que un acto de amor. Marta, visiblemente agotada, le deja claro que no está dispuesta a escuchar más quejas por ese día.

Pelayo, en un intento por suavizar la situación, le ofrece una caja de bombones y admite que ha estado a la defensiva, sobre todo tras ver unas fotos que lo alteraron. Le confiesa a Marta que lo que siente es miedo, que este matrimonio fue pactado no por amor, sino como una alianza para protegerse del entorno hostil en el que viven. Le ruega que, pese a todo, eviten errores, porque en su mundo, un solo desliz puede ser fatal.

Marta, sin ceder terreno, le recuerda algo fundamental: Fina ya era parte de su vida antes de casarse, y lo seguirá siendo. Pelayo lo sabía desde el principio. Él admite que sí, lo sabía, pero nunca imaginó los riesgos que eso implicaría. Marta, con serenidad pero firmeza, le responde que el riesgo es inherente a quienes, como ellos, mantienen relaciones que no pueden vivirse a plena luz, que se enfrentan a un entorno represivo y peligroso. Esa es su realidad, y no pueden maquillarla.

Pelayo escucha y asiente. Pide que ambos hagan un esfuerzo por convivir y construir algo que funcione, al menos como equipo. Le recuerda lo peligroso que es su contexto, mencionando los castigos que enfrentan las personas como ellos en lugares como las colonias agrícolas de Canarias o en las cárceles, donde la persecución y la violencia son constantes. Con voz quebrada, admite que casarse con Marta fue el acto más audaz —y arriesgado— de su vida.

Marta, tocada por su honestidad pero sin dejar de proteger su integridad, solo le pide que no la convierta en blanco de sus miedos, que no la ataque cuando él se sienta acorralado. Y, sobre todo, espera que el miedo no lo paralice, que no les impida vivir. Pelayo lo entiende y coincide en que deben actuar con inteligencia, no por ambición ni por apariencia, sino por algo mucho más importante: preservar su libertad.

Este capítulo deja al descubierto la complejidad de su relación, donde la alianza matrimonial sirve como escudo en un entorno represivo, pero donde los sentimientos, las heridas y las lealtades personales no pueden ser ignoradas. Un intercambio íntimo y profundo que pone de manifiesto el coraje de vivir auténticamente en un mundo que castiga a quienes lo hacen.