Y tantos otros momentos juntas porque no pienso separarme de tu lado

La escena comienza con Marta y Fina regresando a su hogar, un espacio que antes era sinónimo de seguridad, pero que ahora, tras lo vivido, está impregnado de nuevos matices. Marta, con un gesto pausado, abre la puerta y ambas cruzan el umbral. Fina, en lugar de seguirla de inmediato, se detiene en el recibidor. Sus ojos recorren cada rincón con una mirada que no es meramente casual: hay en ella un peso emocional profundo, una mezcla de nostalgia, dolor y reflexión. Ese lugar, que en otro tiempo fue su refugio, ahora le resulta extraño, como si hubiera perdido la calidez que un día lo definió.

Marta, percibiendo el silencio y la tensión en su compañera, le pregunta con voz suave si está más tranquila. Le recuerda que ya han revisado cada rincón y que no hay ningún peligro inmediato. Luego, sin perder su serenidad, se deja caer sobre el sofá, invitando a Fina a unirse a ella. Fina, después de unos segundos de duda, avanza lentamente y se sienta a su lado, como quien necesita asegurarse de que sigue siendo bienvenida en ese espacio.

Marta rompe el silencio, reflexionando que acaban de atravesar el momento más terrible de sus vidas. Sin embargo, se aferra a lo positivo: siguen vivas y, sobre todo, siguen juntas. Para ella, esa es la razón suficiente para continuar adelante. Con un tono casi cómplice, le cuenta que Pelayo se encargará de mantener la mentira ante su padre, asegurando que ambas están en Madrid durmiendo allí. Esa coartada, según Marta, significa que pueden quedarse en la casa y estar a salvo.

Pero Fina no comparte esa visión. Con una calma que esconde una profunda tristeza, le dice que ya no están a salvo. Que ese lugar, por mucho que lo intenten, ya no es el refugio que solía ser. Para ella, ahora es “la casa de sus pesadillas”. Marta reacciona de inmediato, negándose a aceptar esa perspectiva. Con firmeza, le explica que cuando está con Fina, todo lo demás desaparece. Lo único que quiere es centrarse en su amor, disfrutarlo y no permitir que nadie destruya lo que para ella siempre fue un lugar seguro.

En un intento de aligerar el ambiente, Marta sonríe y le pregunta qué puede hacer para devolverle la alegría a ese rostro entristecido. Incluso sugiere repetir un recuerdo compartido: preparar juntos aquellos famosos suizos, igual que la última vez, evocando la complicidad de ese momento. Fina, con una mezcla de melancolía y ternura, le confiesa que es imposible olvidar aquella ocasión. Cada instante vivido con Marta está grabado en su piel y en su corazón, y no piensa olvidarlo jamás.

Marta, emocionada, le promete que habrá muchos más momentos así, tantos que no sabrá dónde guardarlos todos. Y en ese instante, Fina se deja llevar por un torrente de recuerdos. La pantalla mental de su memoria se llena de imágenes: el día en que se conocieron, las risas compartidas, los abrazos en noches frías, los besos apasionados, los silencios llenos de entendimiento. Un montaje de momentos felices que encapsulan la esencia de su relación.

Cada recuerdo parece brillar con la luz de un amor puro, de esa certeza silenciosa que habita en el corazón de Fina: Marta siempre será su esposa, más allá de cualquier circunstancia o amenaza externa. La promesa de Marta de seguir acumulando recuerdos juntas se convierte en un juramento invisible, flotando entre ellas con la fuerza de lo eterno.

Poco a poco, Fina regresa al presente. Ambas se inclinan hacia adelante hasta que sus frentes se tocan, en un gesto íntimo y cargado de significado. Se miran a los ojos durante unos segundos que parecen infinitos, transmitiéndose sin palabras todo lo que sienten. No hay discursos ni explicaciones: en ese contacto está su determinación de seguir juntas, pase lo que pase.

Finalmente, sus labios se encuentran en un beso intenso y apasionado. No es un beso cualquiera, sino uno que sella un pacto de amor y resistencia. Como si, al unirse, se dijeran que nada ni nadie podrá arrancarles lo que tienen. La escena se cierra con esa imagen poderosa: dos mujeres unidas, fortalecidas por el amor y decididas a que su historia continúe, sin importar cuán oscuros sean los días que vendrán.