MARTA AND FINA – CAPÍTULO 305
(“Tú me convertiste en lo que soy. No lo olvides nunca, Andrés”) – YouTube
⚠️ Spoiler – Avance de Sueños de Libertad, capítulo 305
La tensión entre María y Andrés alcanza un punto de quiebre irreparable. Lo que parecía una conversación para limar asperezas se convierte en una confrontación devastadora. María espera que Andrés venga a disculparse, pero en su lugar recibe una noticia que la deja helada: Andrés ha iniciado los trámites para dejar de ser tutor legal de Julia, la niña que ambos juraron proteger como si fuera suya.
María queda en shock. Esto no es una pelea más; es una ruptura total del compromiso que los unía no solo como pareja, sino como figuras paternas. Ella le recuerda que esa decisión no puede tomarla solo, que ambos tienen derechos sobre la niña, pero Andrés, con frialdad, le deja claro que ya actuó por su cuenta. Esta revelación deja expuesta la distancia abismal entre ambos.
La discusión escala rápidamente. María, dolida, lo acusa de estar fuera de sí y le suplica que reconsidere. Andrés, sin inmutarse, sostiene que es lo mejor para Julia, porque considera que María le hace daño. Desesperada, María lo amenaza: si él renuncia, ella también lo hará, forzando la disolución total del vínculo con la niña. Para tocar su fibra emocional, menciona a su hermano fallecido, creyendo que eso lo hará entrar en razón. Pero Andrés no cede: asegura que su hermano los manipuló desde el principio, destruyendo así hasta la memoria de quien los unía.
La conversación se vuelve cada vez más íntima y desgarradora. María, rota por dentro, confiesa que Julia era su última oportunidad de experimentar la maternidad. Siente que está perdiendo a la única persona que le daba sentido a su vida. Andrés, implacable, le dice que no le está quitando a Julia, pero solo le permitirá verla si actúa con un mínimo de decencia. Esas palabras la destruyen aún más.

Herida y furiosa, María lanza una pregunta cargada de dolor: “¿Crees que soy un monstruo?” Lo que sigue es un golpe bajo: le recuerda a Andrés que, le guste o no, siguen casados legalmente y que, aunque no se soporten, compartirán la misma casa. Pero serán como dos desconocidos. Esa frase, seca y definitiva, marca el abismo emocional entre ambos.
Al final, Andrés promete proteger a Julia de cualquier manipulación por parte de María. Ella insiste, casi gritando, que es una buena madre. Pero Andrés lanza su juicio más cruel: “Una mala persona no puede ser ni buena madre ni buena esposa.” María, rota por completo, solo acierta a decir: “Tú me convertiste en lo que soy.” Y se marcha, dejando a Andrés solo, sumido en el silencio, cuestionando si sus decisiones han sido realmente las correctas… o si está condenándose a sí mismo y a Julia a una vida sin amor ni redención.