Spoiler: MARTA AND FINA – Capítulo 321 — “Si quieres irte a Madrid, adelante. Yo me quedo aquí con Fina”
En este intenso capítulo 321 de Marta and Fina, somos testigos de una escena cargada de tensión y emociones profundas que enfrenta a Marta y Pelayo en un momento crítico para su familia. La conversación entre ambos revela las grietas que amenazan con fracturar no solo su matrimonio, sino también la unidad familiar en medio de una crisis que pone en jaque su vida y su futuro.
La escena comienza con una noticia que sacude los cimientos de todo lo que creían: la Guardia Civil ya no está convencida de que la muerte de Jesús haya sido un suicidio, sino que ahora se contempla la posibilidad de que haya sido un asesinato. Esta información impactante llega a Marta a través de su padre y hermano, quienes le comunican que Begoña y Andrés, personas muy cercanas a ellos, están siendo investigados en relación con el caso. La reacción inicial de Pelayo es de incredulidad, recordando que el caso había sido cerrado hace tiempo y que oficialmente se había dictaminado suicidio.
Marta le explica que alguien ha sembrado dudas suficientes para que las autoridades reabran la investigación, complicando aún más la situación familiar. Cuando Pelayo pregunta si Marta realmente sospecha de su propio hermano y cuñada, ella responde con honestidad: no lo cree, pero admite que muchas personas, incluida ella misma, odiaban a Jesús por sus manipulaciones y engaños. Jesús, según cuenta Marta, era un hombre que controlaba y usaba a quienes lo rodeaban, tomando fotos comprometedoras de Fina y de ella para chantajear y debilitar a su padre. Aun así, Marta señala que odiar a alguien y asesinarlo son cosas muy diferentes.
Pelayo coincide con esta visión, afirmando que Andrés y Begoña probablemente no sean capaces de cometer un crimen así. Pero pronto su preocupación se desplaza hacia otro tema: cómo esta crisis podría afectar su carrera política. Esta reacción de Pelayo deja a Marta helada, herida por la frialdad y el pragmatismo de su esposo en un momento en que la familia necesita apoyo y unión. Para ella, resulta doloroso y decepcionante que Pelayo piense más en su imagen pública y ambición que en el bienestar familiar.
Pelayo intenta justificarse, explicando que con la próxima salida de Miguel Ángel, él necesita ser visto como el sucesor natural para no perder terreno en su carrera política. Sin embargo, Marta no puede evitar sentir asco ante esa prioridad puesta por encima de su familia, recordándole con sarcasmo que justo el día en que se casaron, su hermano murió, un evento que debió haberlos unido pero que ahora parece más distante que nunca. La reapertura del caso ha puesto a toda su familia bajo el escrutinio de la prensa y las autoridades, y a Pelayo solo le importa cómo esto puede afectar su futuro político.

Cuando Marta expresa que pensaba que en el fondo Pelayo era una buena persona, él le responde con dureza que ella siempre supo cuáles eran sus prioridades, insinuando que nunca tuvo la ilusión de que cambiara. A lo que Marta replica que, aunque lo sabía, había creído que él tenía corazón y podía ser diferente. La discusión se intensifica rápidamente, con acusaciones cruzadas. Marta acusa a Pelayo de ser mezquino y egoísta, mientras que él dice que es ella quien lo hace sentir así, echándose la culpa mutuamente.
En medio de la confrontación, Pelayo propone una solución que considera práctica: aceptar la propuesta de su madre y mudarse a Madrid temporalmente, esperando que la tormenta se calme y así proteger su imagen y su carrera. Sin embargo, Marta se niega con rotundidad. Para ella, huir no es una opción. Ella está decidida a quedarse al lado de su familia, a apoyar a quienes están siendo injustamente señalados y a no abandonar a Fina ni a los suyos en estos momentos difíciles.
Frustrado y enfadado por no poder convencerla, Pelayo abandona la escena dando un portazo, dejando a Marta firme pero emocionalmente destrozada. Esta ruptura momentánea refleja no solo un desacuerdo en decisiones prácticas, sino un choque profundo entre dos mundos: la ambición política versus la lealtad familiar, el egoísmo personal frente a la compasión y el compromiso con los seres queridos.
La escena revela con fuerza cómo el peso de la crisis está afectando las relaciones personales y los valores de los personajes, poniendo en jaque su matrimonio y mostrando que la lealtad y el amor familiar pueden ser la fuerza que los mantenga unidos o la brecha que los separe definitivamente.