Agárrate fuerte
En una escena cargada de tensión emocional, María, visiblemente resentida y herida, se enfrenta a Begonia en una confrontación que revela profundos conflictos internos. Aunque inicialmente se muestra reacia, María accede a bajar al salón, dejando claro que no fue por voluntad propia, sino por presión externa. Begonia, con tono amable, sugiere que es importante que María se reintegre poco a poco a la vida familiar. Sin embargo, María rechaza esta idea de inmediato, calificando la vida familiar en esa casa como un castigo y afirmando que solo considera a Andrés como su verdadera familia. Incluso menciona que su hija está indefensa en un entorno lleno de lobos.
Begonia, tratando de mantener la calma, responde con firmeza, sugiriendo que si realmente quiere a Andrés y a Julia, debería ser más compasiva y no arrastrar a Andrés en su desgracia solo porque él se siente culpable. María interpreta esto como un ataque y acusa a Begonia de aprovechar su estado para hacerle daño. La tensión aumenta cuando María responsabiliza a Begonia de su situación actual, tanto emocional como física. Begonia le recuerda que fue ella quien eligió casarse con un hombre que no la amaba, sabiendo que no era correspondida. María niega esto y lanza una frase cruel: “Andrés será mío hasta que la muerte lo separe”.

En ese momento, Andrés entra y presencia la discusión. María cambia de tono y, con voz débil, le pide que la lleve a su cuarto. Él la toma en brazos y juntos suben las escaleras. Begonia se queda sola, con una expresión llena de tristeza y duda, como si en ese instante comprendiera que tal vez Andrés ya no la ama y que se quedó con María solo por deber o culpa.
Esta escena muestra un triángulo emocional profundamente doloroso, donde los sentimientos de amor, culpa y resentimiento se entrelazan, creando una atmósfera de tensión dramática que mantiene al espectador en vilo.