⚠️ Spoiler: Explosiva confrontación entre Begoña y María desvela secretos y rencores profundos
En esta escena cargada de tensión, María y Begoña protagonizan un duro enfrentamiento marcado por celos, reproches y traiciones pasadas. Todo comienza cuando Begoña irrumpe en la habitación de María, cuestionando las flores que hay allí. Con tono inquisitivo, le pregunta quién se las ha regalado, insinuando que fue Raúl, dejando claro que sospecha una relación entre ambos.
María responde a la defensiva, asegurando que ella misma las encargó porque no puede salir. Pero Begoña no le cree y lanza una acusación velada: dice que es “curioso” que un empleado tenga ese tipo de gestos con su jefa. La tensión escala rápidamente cuando Begoña afirma que la vio con Raúl y que fue testigo de una caricia inapropiada. María, impactada, le pregunta si está loca, pero Begoña insiste en que hace tiempo percibe algo extraño entre ellos.
Ahí María estalla y contraataca con una acusación demoledora: le recuerda que ella se acostó con Andrés, su esposo, y que Julia las vio juntas, desatando así el pasado más doloroso de Begoña. María la enfrenta con rabia, reclamándole que no tiene derecho a juzgarla cuando ha cometido una traición mucho mayor.
Begoña intenta bajar el tono, asegurando que no quiere juzgarla, solo proteger a Raúl de una situación que puede herirlo. Pero María, dolida, le contesta con dureza que Raúl es mayor y sabe lo que hace, y le exige que deje de meterse en su vida si no quiere lamentarlo.
La conversación toma un giro todavía más cruel e hiriente cuando Begoña la acusa de haber fingido un intento de suicidio en el pasado. María, rota por dentro, la echa de la casa y le lanza una última frase como dardo: “Si estás amargada por no poder estar con Andrés, no lo pagues conmigo”.
La escena termina con una María herida, furiosa y decepcionada, que se siente espiada y traicionada por alguien a quien alguna vez consideró cercana. Por su parte, Begoña queda al descubierto, con sus propias culpas revoloteando mientras siembra más desconfianza en una relación que ya parece irreparable.