Marta and Fina: Dreams of Freedom (Chapter 343): Marta’s is impossible

El de Marta es imposible

En esta escena profundamente íntima y cargada de emociones contenidas, se desarrolla una conversación crucial entre Pelayo y el padre de Marta, donde los silencios pesan tanto como las palabras y donde se revelan verdades dolorosas que marcan el futuro de todos los involucrados.

Todo comienza con un gesto sencillo pero cargado de intención: Pelayo, mostrando una cortesía estudiada, pide permiso para servirse una copa y, de manera respetuosa, invita al padre de Marta a acompañarlo. Sin embargo, el hombre responde con una sonrisa amable pero firme, declinando la invitación porque aún es muy temprano para beber. Este pequeño intercambio establece de inmediato un tono de respeto mutuo, de reconocimiento tácito entre dos personas que se entienden sin necesidad de demasiadas palabras.

Es entonces cuando Pelayo deja caer una bomba que cambiará el rumbo de la conversación. Con una mezcla de sinceridad y cautela, revela que ha propuesto a Marta tener un hijo. La reacción del padre de Marta no es de rechazo inmediato, sino de sorpresa y desconcierto. Confiesa que nunca había considerado que los hijos pudieran formar parte de los planes de Marta y Pelayo, especialmente porque sabe bien que el matrimonio entre ellos no está cimentado en el amor ni en la pasión, sino en acuerdos y circunstancias más complejas.

Pelayo, consciente de la tensión que la noticia genera, intenta suavizar el ambiente sugiriendo que quizás a su suegro le haría ilusión la idea de volver a ser abuelo algún día. El padre de Marta sonríe ante esa posibilidad, aunque la sorpresa sigue claramente reflejada en sus ojos. Sabe que esta propuesta no es algo que surge del corazón, sino que responde a motivaciones externas, y eso le provoca una mezcla de escepticismo y preocupación.

Para aclarar más el contexto, Pelayo explica que la idea no fue originalmente suya, sino que provino de Miguel Ángel Vaca, el gobernador civil, un hombre con poder que ha influido en las decisiones de Pelayo. Según él, el gobernador le sugirió que tener un hijo ayudaría a mejorar su imagen política, presentándolo como un hombre de familia, sólido y estable. Algo así como una estrategia para acallar rumores y fortalecer su posición pública, más allá de cualquier deseo genuino de formar una familia.

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Al principio, Pelayo confiesa que no había contemplado esta posibilidad con seriedad, pero al irlo pensando más a fondo, se dio cuenta de cuánto significaría para él tener una familia real. Como hijo único, siempre había sentido ese anhelo profundo, ese deseo de pertenecer a algo más grande y de construir un legado que trascienda su nombre. Sin embargo, reconoce que esa aspiración choca con la realidad de su situación actual.

El padre de Marta, con la mirada firme y el tono directo, no pierde tiempo y va al grano. Si Pelayo está contándole todo esto, es porque sabe que Marta se ha negado a la propuesta. Pelayo piensa que la negativa se debe a la carrera de Marta, a su ambición profesional y a sus planes personales que no incluyen a un hijo en este momento. Pero el padre de Marta, con una tristeza contenida y una sinceridad que duele, señala que la verdadera razón es otra: el amor.

Marta ama a Fina. Y aunque el sueño de Pelayo de construir una familia tradicional pueda parecer complicado y lejano, el sueño de Marta es aún más difícil, casi imposible, porque ese amor que siente por Fina está condenado a la sombra y al silencio en el contexto social que los rodea. Para Marta, vivir plenamente ese amor es un reto que enfrenta diariamente, una lucha contra un mundo que no la acepta ni la comprende.

Esta confesión transforma la conversación en algo mucho más profundo y desgarrador. La imposibilidad del amor de Marta contrasta con la ilusión política de Pelayo, creando una tensión que simboliza las contradicciones y los conflictos de sus vidas. Ambos hombres, aunque en lados diferentes de la misma familia, comparten la carga de expectativas, secretos y deseos frustrados.

Así, el diálogo se convierte en un reflejo de las realidades que enfrentan, donde la política, el poder, la familia y el amor se entrelazan de manera compleja. Pelayo y el padre de Marta terminan reconociendo que algunos sueños, por más legítimos que sean, chocan con las barreras sociales y personales que parecen infranqueables. Mientras Pelayo lucha por mantener una imagen que no es completamente suya, Marta se enfrenta a una verdad mucho más cruda: el amor que la define es un amor imposible en el mundo que habitan.

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