Spoiler: Pedro compromete a Pelayo con un trato oscuro para destruir a Cárdenas

En un capítulo donde los hilos del poder se tejen con precisión quirúrgica, se desarrolla una tensa y reveladora conversación entre Pedro y Pelayo que marca un punto de inflexión en la lucha por el control político provincial. Pelayo acude a Pedro buscando un salvavidas en su carrera, enfrentado al obstáculo que representa su rival más temido: Cárdenas. Lo que obtiene a cambio es mucho más que simple ayuda; es un pacto con consecuencias éticas profundas y una deuda que inevitablemente tendrá que saldar.

El encuentro comienza con Pelayo algo nervioso, consciente de lo delicado de su petición. Pedro, siempre un paso por delante, lo recibe con cortesía pero sin perder tiempo. Le pide que vaya directo al grano, aunque ya ha adivinado el motivo de la visita. Pelayo no tiene que explicar demasiado: Pedro sabe que el motivo es Cárdenas, el candidato más fuerte para el puesto de gobernador civil y un obstáculo que necesita ser eliminado del tablero. Con fría determinación, Pedro le lanza una pregunta retórica que lo desarma: “¿Está seguro de haber tomado la decisión correcta?” Con esto, deja claro que sabe que Pelayo ha optado por una vía turbia.

Sin rodeos, Pedro le entrega un sobre que guarda lo que define como “información sensible”, con la instrucción tajante de guardarlo con cuidado. El contenido del sobre, advierte, tiene el poder de destruir la imagen de Cárdenas ante la opinión pública y arruinar su carrera para siempre. Pero Pedro va más allá. Anticipando que algunos medios podrían negarse a publicar semejante bomba informativa, ya ha preparado una lista de periodistas dispuestos a colaborar. Su nivel de previsión y frialdad demuestra que esta jugada no es improvisada, sino parte de una estrategia bien calculada para manipular el escenario político a su favor.

Pelayo, al escuchar todo esto, duda por un instante. La línea entre la ambición y los principios comienza a desdibujarse. Su conciencia moral le tiende una trampa silenciosa, pero la ambición le empuja a aceptarlo. Aunque no lo dice en voz alta, su gesto lo delata: está incómodo. Aun así, toma el sobre y agradece la ayuda. Pedro, lejos de mostrarse magnánimo, le corta cualquier intento de gratitud. “No necesito su agradecimiento ahora”, le dice. Lo que sí necesita es algo más valioso: un favor, en el momento adecuado.

Pedro aprovecha la ocasión para recordarle que el poder se sostiene con alianzas en las sombras. Le ofrece acceso a informes confidenciales y le garantiza el respaldo de sus contactos en gobernación, soltando una frase reveladora: “Hay que tener amigos hasta en el infierno.” Con esto, deja claro que en su mundo, los principios son secundarios frente a los resultados.

La conversación culmina con una advertencia disfrazada de cortesía. Pedro no exige una retribución inmediata, pero le recuerda a Pelayo que ahora le debe un favor. Ese compromiso, no escrito pero tácito, será cobrado cuando llegue el momento oportuno. Pelayo, al aceptar el sobre, también ha aceptado un vínculo invisible que lo ata a Pedro y sus métodos poco ortodoxos.

Este intercambio no es solo una muestra del dominio que ejerce Pedro sobre su entorno, sino también una poderosa ilustración de cómo la política puede volverse una red de favores, chantajes y silencios comprados. La ambición de Pelayo lo ha llevado a cruzar una línea moral que difícilmente podrá desandar. Ha sellado un pacto que, aunque le abra puertas ahora, más adelante podría pasarle una factura muy costosa.

El capítulo deja al espectador con una clara sensación de inquietud. En este juego de poder, no hay inocentes. Solo hay jugadores, algunos más despiadados que otros. Pedro demuestra que controla no solo los movimientos visibles, sino también los hilos invisibles del sistema. Y Pelayo, aunque aún no lo sepa del todo, acaba de convertirse en una pieza más en su tablero.