🟣 Spoiler: Que es el abogado de la empresa, ha mostrado un poco de piedad…
La conversación entre Andrés y Begoña pone sobre la mesa un intenso choque de posturas respecto al destino del hombre que asaltó el dispensario. A pesar de haber sido agredida, Begoña se muestra dispuesta a acudir a la Guardia Civil para pedir clemencia por el ladrón. Andrés, sin embargo, se opone rotundamente, subrayando la violencia del ataque y su rol como enfermera, pero Begoña defiende su postura: el hombre solo robó medicamentos para su hija gravemente enferma, sin intención real de herirla.
Movida por la empatía, Begoña incluso le pide a Andrés que hable con la empresa para retirar la acusación particular. Andrés, frío y firme, rechaza la propuesta alegando que no está en posición de intervenir. Begoña insiste, convencida de que él, más que Gabriel —el abogado que solo cumple órdenes—, tiene el poder de influir en don Pedro o los accionistas. Pero Andrés deja clara su postura: un robo con violencia no puede quedar impune, ya que la empresa ya ha sido víctima de otro delito reciente (el robo de una furgoneta) y no se puede permitir más indulgencia.
El conflicto se intensifica cuando Andrés menciona que don Pedro está furioso y ha responsabilizado directamente a Marta Itacio por la falta de seguridad, lo que ha repercutido en su propia posición como jefe de seguridad. Andrés defiende su actitud como una muestra de sensatez tras los últimos problemas con María y su ausencia en la empresa. Pero para Begoña, esa sensatez suena a frialdad. Le reprocha que ya no es el hombre empático que conocía y le ruega que se ponga en los zapatos del padre desesperado.
La tensión emocional alcanza su punto máximo cuando Andrés lanza una frase contundente: “Te podríamos haber perdido, Begoña”. Pero ella, dolida y decepcionada, responde: “Pero eso no ha pasado, Andrés. Te juro que no lo entiendo.” Lo que más la desconcierta es saber que hasta Gabriel, tan rígido habitualmente, ha mostrado un atisbo de compasión, mientras Andrés, quien antes habría actuado desde el corazón, ahora parece completamente ajeno a cualquier emoción.
La conversación termina sin reconciliación posible. La distancia emocional entre ambos queda marcada, reflejando no solo una diferencia de opinión, sino una ruptura profunda en su visión del mundo y en los valores que, hasta ese momento, parecían compartir.