⚠️ Spoiler: “¿Y para qué me llama?” – Una llamada inesperada que revela tensiones de poder en Sueños de Libertad

La escena se desarrolla a través de una conversación telefónica que, a primera vista, podría parecer rutinaria, pero pronto se convierte en un reflejo tenso de las dinámicas de poder entre Pedro y María. Él está en su oficina, inmerso en su mundo de estrategias y decisiones, mientras que María contesta desde la residencia, visiblemente desconcertada por la inesperada llamada.

Desde el inicio, la sorpresa de María es palpable. No solo porque Pedro la haya llamado directamente a casa, sino porque ha sido ella quien, casualmente, ha descolgado el teléfono. Este pequeño detalle refuerza la sensación de una conversación no planificada por su parte, pero sí perfectamente calculada por él. María intenta mantener la compostura, pero no puede evitar expresar su extrañeza, preguntando sin rodeos por qué la está llamando.

Pedro no da rodeos. Su tono es directo, casi impaciente, como si ya hubiera repasado mentalmente la conversación y solo esperara una confirmación. Le informa que próximamente se celebrará una reunión para votar una propuesta presentada por Luis: lanzar una fragancia masculina con motivo del 25º aniversario de la banda de la Reina. Aunque parece un detalle menor, el contexto revela que esta votación tiene implicaciones mayores, y Pedro está decidido a asegurarse de que cuenta con el respaldo necesario.

Cuando María le pregunta directamente el motivo de la llamada, Pedro no se anda con sutilezas. La está contactando para confirmar su voto a favor de su postura y, por extensión, a favor de Los Merino. Pero no se limita a pedir su apoyo; le recuerda con firmeza que entre ellos existe un pacto. Ese acuerdo tácito o explícito —no queda claro del todo— establece que María debe respaldarlo incondicionalmente en las decisiones estratégicas.

El silencio que sigue por parte de María es elocuente. No dice nada, pero su pausa prolongada es suficiente para incomodar a Pedro. “¿María, sigues ahí?”, pregunta él, preocupado por una posible vacilación. María responde de forma breve y seca, como quien intenta esquivar el conflicto: “Naturalmente”. Pero Pedro no está dispuesto a tolerar ambigüedades. Su siguiente frase es una advertencia: “Y esta vez no quiero ninguna sorpresa.” Esa línea encierra mucho más de lo que dice.

Con ella, Pedro deja entrever que en el pasado hubo algún tipo de traición, incumplimiento o cambio de postura que lo afectó profundamente. Su tono, casi condescendiente, refleja una necesidad de controlar cada variable, y María, aun sin decirlo abiertamente, parece verse forzada a obedecer. La conversación, que en cualquier otra circunstancia podría haber sido una mera coordinación profesional, se convierte así en un recordatorio crudo del desequilibrio de poder que existe entre ambos.

Finalmente, ante la presión creciente, María accede con una frase lacónica pero reveladora: “Cuente conmigo.” Es una rendición verbal, una aceptación que, más que surgir del convencimiento, parece brotar del agotamiento o de la resignación. María no protesta, no debate la propuesta, ni siquiera pide tiempo para pensarlo. Sabe que, en ese momento, no tiene margen de maniobra.

Este breve pero intenso intercambio expone una realidad incómoda: las alianzas dentro del mundo empresarial de Sueños de Libertad están lejos de ser simples acuerdos formales. Están impregnadas de emociones, recuerdos compartidos, reproches pasados y expectativas no siempre consensuadas. Pedro necesita el voto de María no solo por conveniencia, sino también como una reafirmación de su control, de su liderazgo dentro del grupo.

Por su parte, María parece atrapada en una red de lealtades que no siempre ha elegido, navegando entre lo que quiere, lo que puede y lo que le exigen. Aunque su tono es neutro, su escueta respuesta deja abierta la posibilidad de que su conformidad no sea tan sólida como Pedro cree.

El trasfondo de esta escena también nos sugiere que la fragancia masculina y el aniversario de la banda de la Reina son apenas el pretexto de un juego mucho mayor, donde las decisiones aparentes esconden movimientos estratégicos más profundos. Pedro no está dispuesto a correr riesgos, y por eso necesita alinear a todos los jugadores a su favor. María, aunque en silencio, es consciente de ello, y su voto —aparentemente insignificante— podría marcar una diferencia importante.

Así, lo que comienza como una simple llamada telefónica termina siendo una poderosa ilustración del uso de influencias personales para moldear el rumbo de los acontecimientos en la empresa. Pedro demuestra que su capacidad de maniobra no se limita a los consejos administrativos, sino que incluye también el dominio emocional y psicológico sobre quienes lo rodean.

El cierre de la conversación deja un sabor amargo. María ha dicho “cuente conmigo”, pero no sabemos con certeza si en su interior lo dice con convicción o con resignación. Lo único claro es que esta llamada ha reactivado viejas tensiones y ha dejado en evidencia que, en Sueños de Libertad, las decisiones más importantes no siempre se toman en las salas de juntas, sino en los rincones más íntimos del poder.