Marta and Fina: Dreams of Freedom (Chapter 358): Gaspar, my wife is going to send me to sleep on …

No creo que mi mujer se quiera quedar hasta tan tarde, la verdad

⚠️ SPOILER: Esta escena, que en apariencia podría parecer una conversación trivial entre amigos, se convierte en un pequeño retrato humano sobre la amistad, la lealtad y la importancia de los gestos sencillos cuando alguien se siente solo.

En una tarde cualquiera en la colonia, Gaspar tenía una idea fija en la cabeza: quería organizar un torneo de dominó. Nada complicado, nada serio, simplemente una excusa para reunirse, reír un rato y distraerse de la rutina. Pero no se trataba solo de jugar; había un motivo más profundo detrás de todo ese entusiasmo. Raúl, uno de los compañeros, estaba pasando por una etapa difícil. Se lo notaba más callado, más aislado. Vivía solo, y últimamente su presencia era más bien una ausencia. Gaspar lo había notado y, como hombre de acción que era, decidió hacer algo al respecto. El torneo era su forma de tenderle una mano.

Gaspar ya había conseguido pareja para jugar. Faltaba un equipo más. Así que fue en busca de Tasio, creyendo que, con un poco de insistencia, lograría convencerlo. Pero no iba a ser fácil.

Tasio, al enterarse de la propuesta, se mostró reacio desde el primer momento. “Yo no, no. Como le diga yo a mi mujer, Gaspar, que me quedo esta tarde para jugar al dominó, me manda al sofá a dormir”, dijo medio en broma, medio en serio, dejando claro que no quería problemas domésticos. Gaspar, con esa forma suya de quitarle peso a todo, intentó convencerlo proponiendo que su mujer, Carmen, se uniera también. “A ella le gusta reír, seguro que se apunta”, añadió con una sonrisa amplia.

Pero Tasio no estaba de humor. Alegó que estaba oxidado, que hacía años no jugaba y que Carmen no se quedaría hasta tan tarde, que seguro preferiría estar en casa, tranquila. “No creo que mi mujer se quiera quedar hasta tan tarde, la verdad”, insistió. Gaspar, sin rendirse, volvió al ataque: “Bueno, hombre, tampoco es picar piedra. Vamos a pasar un buen rato. A pasarla bien se apunta cualquiera, ¿no?”.

Aun así, Tasio se mantenía firme. “Que no, que ya te he dicho que no tengo la cabeza para jueguecitos hoy”, respondió con seriedad. No estaba enfadado, pero sí cansado. El día había sido largo, y no le apetecía meterse en un torneo por muy simpático que fuera.

Avance semanal de 'Sueños de libertad': una dolorosa ruptura, un nuevo  vendedor y la chispa encendida por Gabriel

Gaspar comenzó a mostrar algo de frustración. No entendía por qué Tasio no se dejaba convencer. “No sé qué te pasa con el dominó hoy, chico. Parece que te estoy pidiendo que escales una montaña”, soltó con un poco de ironía. Pero luego, como buen amigo que era, bajó el tono. “No todo en la vida es trabajo, Tasio. Hay que desconectar. Nos tenemos que acompañar entre todos, que si no esto se nos viene abajo. Venga, invito yo los vinos”.

El intento por usar el humor y la camaradería no daba resultado. Tasio seguía negándose. Pero entonces, Gaspar se detuvo un segundo. Su voz cambió, se volvió más suave, más auténtica. Bajó la guardia. Y dijo lo que realmente sentía.

“Tasio, por favor. Apúntate. Todo esto lo estoy organizando por Raúl”, confesó. “Está el pobre en la colonia más solo que la una.”

Ese comentario lo cambió todo.

Tasio, que hasta ese momento había estado buscando excusas, sintió el golpe emocional que venía en esas palabras. No era solo un torneo. No era solo una tarde de dominó. Era un gesto. Una forma de decirle a Raúl: estamos aquí contigo. Te vemos. Nos importas.

Hubo un silencio breve. Tasio suspiró, cansado, pero ahora con una expresión distinta. Lo entendía. Y aunque no le apetecía, aunque seguiría pensando que era una locura quedarse tan tarde, sabía que tenía que hacerlo. No por él. Por Raúl.

“Venga, vale. Sí, me apunto”, dijo al fin, con un gesto resignado pero honesto. “Ya está. Me encargo yo de hablar con mi mujer y listo. Déjame tranquilo, anda.”

Gaspar sonrió, aliviado. Había ganado. Pero más que eso, había logrado algo valioso: que uno de los suyos respondiera al llamado de la amistad.

La escena termina sin grandes aspavientos, sin abrazos ni aplausos. Pero en ese pequeño momento se encapsula algo profundo: el poder de una comunidad cuando decide no dejar solo a uno de los suyos. Tasio no tenía ganas de jugar, y aún así lo haría. Carmen, probablemente no estaría entusiasmada, pero Tasio encontraría la forma de convencerla. Todo por Raúl.

Y eso, en definitiva, era lo importante.

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