MARTA AND FINA – Sueños de Libertad 310 (Andrés ya no soporta convivir con María bajo el mismo techo🔥) – YouTube
Spoiler:
En este capítulo de Sueños de Libertad, el conflicto emocional y familiar alcanza un punto crítico, revelando las fracturas que amenazan con romper por completo los lazos entre los personajes. La escena se centra en una conversación profunda y tensa entre Damián y Andrés, dos hermanos atrapados en un momento decisivo. Ambos están frustrados con la actitud y decisiones de María, especialmente en relación con la posible venta de unas acciones clave que podrían alterar el equilibrio de poder dentro de la familia.
La charla comienza con Damián reconociendo abiertamente su impotencia: ha perdido toda capacidad de influencia sobre María. Ya no lo escucha, no atiende a sus razones, y actúa con una determinación que desconcierta a todos. Para Damián, la única opción que les queda es que Andrés intervenga. Está convencido de que, aunque la relación entre ellos esté deteriorada, Andrés sigue siendo la única persona que puede llegar al corazón de María.
Andrés, sin embargo, no comparte ese optimismo. Afirma que ya ha intentado hablar con ella en varias ocasiones y que todas han sido en vano. La comunicación entre ellos se ha roto y, aunque en algún momento tuvieron una conexión fuerte, ahora todo lo que siente hacia María es incomodidad. De hecho, su malestar ha llegado tan lejos que le cuesta incluso verla en la misma casa. Esta confesión es una de las más reveladoras del episodio: Andrés no solo está cansado, está emocionalmente agotado por la convivencia forzada y por la tensión que reina en el ambiente familiar.
Damián, sin dejarse vencer por el pesimismo de su hermano, insiste en que Andrés aún representa el “punto débil” de María. Según él, ella todavía guarda sentimientos, o al menos cierta confianza, hacia Andrés, y eso puede ser aprovechado. Le sugiere que utilice esa cercanía emocional para influir en ella, que recurra a los elogios, a las palabras que ella necesita escuchar. Es una propuesta cargada de manipulación, pero que revela la desesperación de Damián por frenar una decisión que considera perjudicial para todos.
Andrés, no obstante, se muestra escéptico. Conoce bien a María y sabe que ella no es ingenua. Si intenta acercarse a ella con una intención oculta, lo notará de inmediato. María ya no es la mujer vulnerable de antes; ha cambiado, se ha fortalecido y ahora toma sus decisiones con una firmeza que los ha dejado sin recursos. Andrés le deja claro a Damián que cualquier intento de manipularla con halagos fracasaría, porque María no se deja engañar fácilmente.
Esta conversación entre los hermanos expone una dinámica cada vez más desgastada por los conflictos de poder y los sentimientos no resueltos. Andrés está atrapado entre el deber familiar y sus propias emociones. Aunque Damián lo empuja a actuar, él ya no tiene la fuerza emocional para hacerlo. Su relación con María ha llegado a un punto tan delicado que cualquier movimiento en falso podría hacer estallar todo por los aires.
Más allá de las estrategias, lo que realmente queda al descubierto en este episodio es el resentimiento que Andrés ha acumulado. Reconocer que ya no soporta a María y que su sola presencia le resulta molesta indica un quiebre profundo. No se trata solo de una crisis puntual, sino de un deterioro constante que ha llegado a un punto de no retorno. La convivencia bajo el mismo techo se ha vuelto insoportable, y la tensión es tan intensa que amenaza con romper todos los lazos familiares.

Por su parte, Damián parece dispuesto a usar cualquier recurso, incluso el vínculo sentimental entre Andrés y María, con tal de impedir que Pedro adquiera las acciones. Considera que la venta significaría entregar el poder absoluto a un hombre que ya ha demostrado ser manipulador y ambicioso. Sin embargo, su insistencia pone a Andrés en una posición incómoda, presionado para actuar en contra de sus sentimientos y principios.
La escena termina sin una resolución clara, pero deja sembrada la semilla del conflicto futuro. Andrés está en una encrucijada: o se involucra y participa en el juego de influencias que Damián propone, o se aleja definitivamente de todo este entramado familiar que ya lo está consumiendo emocionalmente. Lo que sí queda claro es que la guerra por las acciones no solo está afectando los negocios, sino también las relaciones más íntimas y personales.
Con María decidida a no ceder y Pedro moviendo sus fichas, la familia está al borde del colapso. Y mientras Damián insiste en jugar sus últimas cartas, Andrés empieza a mostrar señales de querer alejarse de todo. El techo que comparten ya no representa un hogar, sino un campo de batalla donde los recuerdos del pasado y las heridas sin sanar se mezclan con ambiciones y traiciones. Este episodio deja una pregunta clave en el aire: ¿hasta cuándo podrá Andrés seguir viviendo junto a alguien que ya no soporta?