🛑 Spoiler – Un triángulo emocional en llamas: María, Begoña y Andrés
En una escena cargada de tensión y emociones contenidas, María baja al salón con el rostro endurecido por el dolor y el resentimiento. Su presencia no es voluntaria; es evidente que ha sido obligada a estar allí. Begoña intenta romper el hielo con palabras amables, sugiriendo que es momento de que María empiece a reintegrarse a la vida familiar. Pero María no se lo permite. Contesta tajante: vivir en esa casa es como una condena, y afirma que solo ve a Andrés como su verdadera familia, insinuando que su hija Julia está en peligro en un entorno lleno de hipocresía y hostilidad.
Begoña intenta mantener la calma, aunque sus palabras también llevan peso. Le dice a María que si de verdad quiere a Andrés y a su hija, debería dejar de arrastrarlos con su amargura y dejar de castigar a Andrés por sentirse culpable. María lo toma como un ataque personal, acusándola de manipular su estado emocional para herirla deliberadamente.

La conversación se convierte rápidamente en una pelea. María responsabiliza a Begoña por su sufrimiento, tanto físico como emocional. Pero Begoña no se queda atrás: le recuerda con frialdad que fue María quien eligió casarse con un hombre que nunca la amó, sabiendo desde el principio que no era correspondida. María, herida en su orgullo, lo niega, y le lanza una frase que corta como una daga: “Andrés será mío hasta que la muerte nos separe.”
Justo en ese momento, Andrés aparece y presencia la discusión. La actitud de María cambia por completo: su tono se suaviza y le pide, casi con dulzura, que la lleve a su habitación. Andrés la carga en brazos y sube con ella, dejando a Begoña sola en el salón, devastada, con una mezcla de tristeza y confusión en la mirada. En ese silencio, parece entender algo que hasta ahora no quería aceptar: tal vez Andrés no está con ella por amor, sino por culpa, por lealtad… o por un deber que no sabe cómo abandonar.
La escena deja al descubierto un triángulo afectivo desgarrador, donde el amor, la culpa y el dolor se entrelazan, y donde ninguno de los tres parece tener una salida sin sufrimiento.