⚠️ Spoiler: Gabriel juega con fuego en el laboratorio ⚠️
En el próximo capítulo de Sueños de libertad, presenciaremos un momento lleno de tensión disfrazado de seducción. Gabriel, calculador y oportunista, llega al laboratorio justo antes de que cierren. Aliviado al ver que Cristina aún no se ha marchado, aprovecha la ocasión para entregarle un documento: el contrato de Cobeaga, que en teoría va dirigido a su jefe. Cristina le informa que su superior se ha ido hace apenas unos minutos y, como Gabriel no se lo encontró al entrar, ella se ofrece amablemente a quedarse con el contrato para entregárselo en la mañana siguiente.
Mientras Cristina se quita la bata y se prepara para salir, Gabriel lanza un comentario aparentemente inocente sobre lo extraño que le resulta que su jefe la haga trabajar hasta tan tarde. Cristina, distraída, le responde que hay mucho trabajo últimamente, intentando restarle importancia. En ese momento comienza a buscar las llaves en su bolso… pero no las encuentra. Lo que ella desconoce es que Gabriel ya las había sustraído sigilosamente sin que ella lo notara.
Gabriel, manteniendo la compostura y su aire encantador, continúa hablando como si nada. Incluso se permite un coqueteo sutil al preguntarle si tiene planes para esa noche. Cristina, visiblemente agotada y preocupada por no encontrar sus llaves, le contesta que lo único que quiere es cenar algo liviano y acostarse temprano.
Gabriel, viendo su oportunidad, le propone de forma casual ir a cenar juntos a la cantina. Cristina duda unos segundos, pero accede finalmente, quizás por educación, quizás por curiosidad, o quizás por sentirse halagada.
Mientras Cristina se prepara para salir, Gabriel se ofrece galantemente a ayudarle con el abrigo. En ese instante más íntimo, sus miradas se cruzan y terminan besándose. Un beso que deja en el aire una mezcla peligrosa entre atracción genuina y manipulación fría. Durante el beso, Gabriel aprovecha la cercanía para volver a colocar las llaves en el bolso de Cristina, todo sin que ella lo perciba.
Al separarse, Gabriel se disculpa fingiendo sorpresa por haberse dejado llevar. Cristina, algo descolocada por la situación, le responde con una sonrisa contenida que no pasa nada, pero le insinúa que es mejor que se vaya porque aún le quedan cosas por terminar. Se despiden entre risas y Gabriel sale del laboratorio como si todo hubiese sido un encuentro fortuito.
Cristina toma nuevamente su bolso, revisa dentro… y esta vez encuentra las llaves. Se queda congelada por un instante. Su rostro refleja sorpresa. Está segura de que antes no estaban allí. La duda se asoma en su mirada, pero decide no decir nada. Guarda silencio, cierra el laboratorio y se marcha con paso lento, mientras su mente parece intentar unir las piezas.
La escena es un claro ejemplo del peligroso juego que Gabriel está dispuesto a jugar: seducir, manipular y actuar con sigilo. Todo bajo una apariencia encantadora. Cristina, sin saberlo del todo, acaba de ser una pieza más en su misterioso plan.