MARTA AND FINA-Sueños de Libertad 364 (Gracias, mi esposa, Te quiero, te quiero.❤️❤️🧬

Spoiler: Un regalo que ilumina el alma de Fina y fortalece su vínculo con Marta

En una escena rebosante de calidez emocional y delicadeza, se nos muestra cómo un gesto aparentemente simple puede convertirse en una poderosa declaración de amor, apoyo y renovación interior. Marta, serena como siempre, espera pacientemente en el despacho de Fina. Cuando Fina aparece, lo hace con dos cafés con leche en mano, sonriendo y explicando que Gaspar cometió un pequeño error, confundiendo sus infusiones con café. Marta, con ternura, le resta importancia, un reflejo claro del nivel de conexión y entendimiento entre ambas.

Lo que empieza siendo una conversación cotidiana se transforma rápidamente en un intercambio profundamente simbólico. Fina, visiblemente entusiasmada, comienza a describir el espacio que están acondicionando: un almacén que para ella representa mucho más. Con brillo en los ojos, le cuenta a Marta cómo imagina el cuarto revelado: el equipo colocado aquí, las cubetas allá, las fotos colgando para secarse. Aunque para muchos no sería más que una habitación vacía, para Fina es el inicio de su sueño más preciado: tener un laboratorio propio, un espacio donde su pasión por la fotografía pueda crecer sin límites.

Marta, emocionada, le comenta lo hermoso que le pareció que Gaspar le cediera ese espacio, pero sobre todo destaca el gesto colectivo de todas las mujeres que colaboraron en secreto para sorprenderla. Fina, conmovida por esas palabras, se sincera con Marta. Habla de sus miedos más profundos, nacidos cuando su padre enfermó. En ese momento, temía quedarse sola para siempre. Observaba a los demás formando familias y relaciones y se sentía excluida de ese mundo, invisible, sin un lugar claro al cual pertenecer.

Pero ahora, gracias a los gestos que ha recibido, Fina reconoce que sí tiene una familia, una que ha elegido. Habla con cariño de Marta, de Claudia, Carmen y Digna. Ese vínculo, más allá de la sangre, ha dado sentido y dirección a su vida, haciéndola sentir vista, amada y acompañada. Y es entonces cuando Marta, con una mezcla de timidez y ternura, le entrega una cámara nueva. Aunque sabe lo importante que es para Fina la antigua cámara que perteneció a su padre, esta nueva representa una oportunidad, una apuesta por el futuro.

Avance del próximo capítulo de Sueños de libertad: la tensión entre Marta y  Fina... ¡a punto de resolverse!

Ese gesto, cargado de amor y de fe en su talento, conmueve profundamente a Fina. La emoción le embarga y, aunque intenta contener las lágrimas, el agradecimiento se le escapa en cada gesto, en cada mirada, en el abrazo profundo que comparte con Marta. No hacen falta muchas palabras para entender que ese regalo es mucho más que un objeto: es una declaración de apoyo incondicional, una señal de confianza y una expresión del amor que las une.

En medio de esa intimidad creciente, Fina apaga las luces, dejando el cuarto iluminado solo por una tenue luz roja, propia de los cuartos de revelado. El ambiente se vuelve íntimo, casi sagrado. En ese clima de sensibilidad y conexión profunda, Fina se acerca a Marta y le confiesa con suavidad cuánto deseaba estar allí con ella, a solas, compartiendo ese instante. Le dice que quiere fotografiarla, pero no como una modelo cualquiera, sino como la mujer que ama. Desea capturarla no solo con la cámara, sino con el alma, con los ojos del amor.

Marta, conmovida, le pregunta qué ve en sus ojos. Y la respuesta de Fina lo resume todo: “A la mujer de mi vida”. Con esa frase, se sella no solo el momento, sino la evolución de su vínculo. Un vínculo que ha madurado desde la admiración, ha crecido con la complicidad, se ha fortalecido con la confianza y ahora florece con el amor.

Se besan, y no es un beso impulsivo ni pasional, sino un gesto profundo y tierno, un acto que refleja la verdad de sus sentimientos. Un beso que habla de reconocimiento, de entrega mutua, de una promesa silenciosa de futuro compartido. En ese instante, ambas se han encontrado y elegido. El entorno, con la luz roja, el laboratorio aún en construcción, las cámaras y los sueños por realizar, simboliza ese mundo que están creando juntas: un espacio de amor, creatividad, libertad y esperanza.

Esta escena no solo confirma el amor entre Fina y Marta, sino que también resalta la importancia de los pequeños gestos, de las palabras sinceras, de la familia elegida y de los sueños que se alimentan con el cariño de los demás. Es un momento que trasciende lo romántico y se instala en lo humano: una escena que nos recuerda que ser amada por quien realmente te ve es una de las experiencias más transformadoras que existen.

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