Spoiler:
Ahora solo falta que Fina acepte mi propuesta
Pelayo, con una ligera sonrisa y un tono tranquilo pero seguro, comenta que lo único que queda pendiente es que Fina acepte la oferta que él mismo le planteó. Sus palabras suenan como si estuviera convencido de que, tarde o temprano, ella dirá que sí. Marta, sentada a su lado, le responde con plena confianza que no tiene ninguna duda: Fina aceptará, llevará a cabo esas fotografías y, cuando lo haga, él no se arrepentirá en absoluto de haberla elegido. Sus ojos transmiten seguridad y un leve orgullo hacia la fotógrafa, como si ya pudiera visualizar el éxito del proyecto incluso antes de que empiece.
En ese momento, Marta decide cambiar de tema momentáneamente. Gira un poco la cabeza y, con amabilidad, llama a Manuela, pidiéndole si podría prepararle una infusión caliente. Manuela, siempre dispuesta y atenta, asiente sin dudar y se ofrece de inmediato a encargarse. Sin embargo, Marta, observadora como es, detecta que algo en el semblante de Manuela no está del todo bien. Hay un leve cansancio en su mirada, tal vez una sombra de preocupación. Por eso, le pregunta con interés genuino si se encuentra bien, comentándole que no parece tener buena cara y que la nota un poco apagada.
Manuela, quizá para no preocuparla más de lo necesario, le responde que está bien y que no es nada serio. Aun así, admite que no durmió del todo bien la noche anterior, dejando entrever que ese cansancio es la causa de su aspecto. Marta, con ese tono dulce y protector que la caracteriza, le recuerda que debe cuidarse y procurar descansar, pues la salud es lo primero. Manuela le agradece de corazón por preocuparse y, tras un breve intercambio de sonrisas, se retira con permiso para ir a preparar la infusión.
Cuando Manuela desaparece por el pasillo, Marta se acomoda en el sofá, justo al lado de Pelayo. Sus movimientos son pausados, como quien se dispone a tener una charla más profunda. Curiosa, le pregunta si ha leído alguna noticia interesante en el periódico que sostiene. Pelayo, sin levantar demasiado la vista, le responde con honestidad que no, que simplemente estaba hojeando las páginas sin encontrar nada fuera de lo común.
Es entonces cuando Marta, con un tono más animado, menciona que Fina le contó algo que la dejó intrigada: la propuesta que él le hizo para encargarse de las fotos de un reportaje especial. Pelayo, al escuchar esto, se endereza ligeramente y, con un gesto casi disculpatorio, le explica que no le dijo nada antes porque pensó que sería más bonito, más especial, que fuera la propia Fina quien le diera la noticia. Marta, lejos de molestarse, aprecia el detalle y lo califica como un gesto considerado y acertado.
En ese punto, Pelayo aclara que la idea de ofrecerle ese trabajo a Fina surgió después de ver unas fotografías que ella había tomado para un proyecto anterior en la colonia. Aquel trabajo, recuerda, estaba excepcionalmente bien hecho, con una sensibilidad y una técnica que lo impresionaron. Marta asiente con una sonrisa, admitiendo que ella también quedó impresionada por la calidad de las imágenes y la forma en que Fina logra capturar momentos auténticos y naturales.
Para Marta, resulta especialmente llamativo que Pelayo haya tenido este gesto con Fina, sobre todo porque las relaciones entre ambos no siempre han sido fáciles. Recuerda cómo la tensión creció desde que se canceló aquel viaje a Londres, una decisión que, en su momento, dejó huella. Sin embargo, Pelayo, con calma, le asegura que aquello ya forma parte del pasado y que no guarda rencor. Añade que el talento de Fina es indiscutible y que, precisamente por eso, confiarle este reportaje no es solo una decisión profesional, sino también un verdadero voto de confianza personal.
Pelayo insiste en que está seguro de que Fina se entregará al cien por cien, como ya lo hizo en el proyecto del calendario solidario, donde demostró su compromiso, creatividad y dedicación. Marta, al escuchar esto, siente una mezcla de satisfacción y alivio. Le agradece a Pelayo por valorar así el trabajo de Fina y por apostar por ella en un momento en el que esa oportunidad podría significar mucho.
Pelayo, sin dejar de mirarla, le responde que para él es importante cuidar la sociedad que han construido y mantener la armonía en sus proyectos. Marta se alegra sinceramente de escuchar esas palabras, pues entiende que no se trata únicamente de un encargo de trabajo, sino también de un gesto que puede ayudar a reforzar la confianza y tender puentes donde antes hubo malentendidos.
Finalmente, Pelayo vuelve a la frase con la que empezó la conversación: “Ahora solo falta que Fina acepte la propuesta”. Lo dice con un toque de expectativa y una pizca de ilusión, como quien espera que todo encaje en su lugar. Marta, sin vacilar, le asegura que está convencida de que así será. Afirma que Fina no solo aceptará, sino que además hará un trabajo extraordinario, porque es una oportunidad que encaja perfectamente con su talento y su estilo.
Antes de cerrar el tema, Marta le agradece nuevamente de manera suave y cálida, reconociendo el valor que tiene confiar en alguien de esa forma. Pelayo le responde con un gesto afectuoso y una breve frase cargada de cercanía. Ambos, sin decirlo explícitamente, parecen compartir la sensación de que algo positivo está a punto de comenzar, y que Fina será una pieza clave en ello.