MARTA AND FINA – Sueños de Libertad 375 (Marta, te quiero tanto, tanto, tanto, tanto, tanto ❤️❤️)
En los próximos capítulos de Sueños de Libertad, los sentimientos entre Marta y Fina alcanzarán un punto de intensidad que pocos se atrevían a imaginar. La tensión acumulada durante semanas, los secretos apenas susurrados y las miradas robadas se transformarán en una serie de momentos que marcarán para siempre el rumbo de sus vidas.
Todo comenzará en un día aparentemente normal, cuando Fina, con el corazón acelerado, se acerque a la casa de Marta. No es la primera vez que se encuentran, pero esta vez la atmósfera será diferente: más densa, cargada de una electricidad que ambas sienten, aunque intenten disimularla. Marta, al abrir la puerta, apenas podrá contener una sonrisa nerviosa. Hay algo en su mirada que grita más de lo que sus labios se atreven a pronunciar.
La conversación inicial será trivial, un intercambio de frases cortas y prudentes. Pero cada palabra estará impregnada de un subtexto profundo, casi urgente. Fina, intentando mantener la calma, preguntará cómo han estado las cosas, pero en el fondo lo que quiere saber es si Marta ha pensado en ella tanto como ella lo ha hecho. Marta, por su parte, responderá con ese tono ambiguo que la caracteriza: dulce, pero con una sombra de melancolía que deja entrever que su mente ha estado atrapada en recuerdos y deseos inconfesables.
A medida que pasan los minutos, las barreras que ambas construyeron para protegerse comenzarán a resquebrajarse. Fina se atreverá a acercarse un poco más, como si el simple acto de acortar la distancia física pudiera borrar todas las inseguridades. Marta, que ha intentado ser fuerte y contener lo que siente, notará cómo el pulso se le acelera. Es en ese instante cuando una mirada prolongada lo dirá todo: ni las obligaciones, ni las promesas hechas a otros, ni el miedo a las consecuencias podrán frenar lo que late entre ellas.
Sin embargo, la felicidad de este reencuentro se verá amenazada por las sombras que acechan desde fuera. Santiago, cuya obsesión y sed de venganza han crecido en silencio, se convierte en el peligro que amenaza con romper este vínculo antes de que pueda consolidarse. Aunque Fina intente no pensar en él, sabe que su presencia es como una nube oscura que en cualquier momento puede descargar una tormenta. Marta, aunque desconoce los detalles más siniestros, percibe que algo no está bien. Esa inquietud latente se colará en la conversación, aunque ninguna quiera ponerle nombre.
En medio de esta mezcla de pasión y temor, se producirá un momento que quedará grabado en sus memorias. Marta, con la voz apenas audible, dirá las palabras que Fina nunca se atrevió a soñar escuchar: “Te quiero tanto… tanto, tanto, tanto, tanto”. Cada repetición será como un golpe directo al corazón de Fina, que apenas podrá contener las lágrimas. No son simples palabras, sino una confesión desnuda, cargada de verdad y sentimiento. Es la confirmación de que lo que han vivido no es un capricho pasajero, sino algo que ha crecido en lo más profundo de sus almas.
Ese instante se sentirá como un refugio, una burbuja donde el mundo exterior no puede entrar. Fina tomará la mano de Marta y, por un momento, todo el miedo desaparecerá. Sin embargo, el destino no suele ser amable con quienes se atreven a desafiarlo. Un ruido en la distancia interrumpirá su calma: pasos, una sombra que cruza por la ventana, un presagio de que alguien se aproxima.
Marta y Fina intercambiarán una mirada de alerta. No harán falta palabras para entender que deben ser cautelosas. Marta, sin soltar la mano de Fina, le pedirá que confíe en ella. “Pase lo que pase, no te alejes de mí”, le dirá con una firmeza que contrasta con el temblor en sus labios.
En los siguientes minutos, se abrirá un juego de tensiones. Mientras intentan aparentar normalidad, la amenaza se siente cada vez más cerca. Fina, en su interior, hará una promesa silenciosa: proteger a Marta, aunque eso signifique enfrentarse a todo y a todos. Marta, por su parte, sentirá que el amor que las une es más fuerte que cualquier peligro, pero también sabrá que su felicidad dependerá de decisiones que deben tomar pronto.
Lo que no saben es que Santiago ya ha empezado a tejer su plan. Ha estado observando, esperando el momento perfecto para atacar donde más duele. Y en su retorcida mente, ha llegado a la conclusión de que si no puede tener lo que quiere, nadie más podrá disfrutarlo.
El capítulo avanzará entre escenas de ternura y tensión, como un péndulo que oscila entre el deseo y el miedo. Marta, en un momento de vulnerabilidad, confesará que lleva mucho tiempo soñando con una vida junto a Fina, lejos de todo lo que las oprime. Fina, emocionada, responderá que también lo ha imaginado, y que no piensa dejar que nadie les arrebate esa posibilidad. Será una conversación breve, pero tan intensa que resonará como un pacto silencioso.
Hacia el final, cuando parezca que podrán disfrutar de un instante de paz, el destino volverá a intervenir. Un golpe en la puerta resonará como un trueno. Marta y Fina se quedarán congeladas, sabiendo que ese sonido podría significar el fin de su refugio. El capítulo cerrará con un plano fijo en sus manos entrelazadas, una promesa muda de que, pase lo que pase, no se soltarán.
El espectador quedará atrapado en la incertidumbre: ¿podrán Marta y Fina proteger lo que sienten en medio de un entorno que parece empeñado en separarlas? ¿Será el amor suficiente para sobrevivir a la amenaza que se cierne sobre ellas? Lo único seguro es que, mientras sus corazones sigan latiendo al unísono, estarán dispuestas a luchar contra todo.