Fina
La escena se abre con un ambiente cargado de emociones y cuidado entre Fina y sus amigas más cercanas. La preocupación se refleja en cada gesto, y es evidente que Fina está atravesando un momento muy delicado. Carmen, con su voz tierna y protectora, intenta calmarla: “Ay, mi niña. Pero, ¿qué te pasa a ti, Fina? Cariño, es normal que tú estés agobiada, ¿eh?” La familiaridad y el cariño en sus palabras buscan ofrecer seguridad, un refugio frente a la ansiedad que Fina siente, mientras las dudas y recuerdos dolorosos la agobian.
A pesar de la preocupación de sus amigas, Fina lucha por mantenerse fuerte, y ellas no dejan que se sienta sola: “Tú tranquila, que yo no creo que ese hombre se vaya a acercar por aquí, ¿eh?” le asegura Carmen, mientras Claudia refuerza la protección: “No. Y que si se acerca, no te preocupes, que nosotras te vamos a proteger”. Esta promesa refleja no solo lealtad sino un vínculo profundo, casi fraternal, que sostiene a Fina en un momento vulnerable. La escena transmite cómo la cercanía emocional y la solidaridad pueden convertirse en un escudo frente a las adversidades del pasado.
Fina reconoce la ausencia de su padre y lo mucho que lo extraña: “Seguro que echa mucho de menos a tu padre ahora”, dice Carmen. La respuesta de Fina evidencia un dolor que no se puede ocultar: “No os podéis imaginar cuánto”. Sin embargo, sus amigas insisten en recordarle que no está sola, que cuenta con su apoyo incondicional. “Ay, Fina, pues tú no lo pienses porque nosotras vamos a estar contigo. Tú no estás sola”, le aseguran, reforzando la idea de que los lazos afectivos son un refugio frente al miedo y la incertidumbre.

El vínculo de Fina con sus amigas va más allá de la simple amistad. Ellas representan una familia elegida, un sostén emocional en medio de los conflictos y recuerdos dolorosos: “No, claro que no. Y aparte de Marta, tú sabes que nos tiene a nosotras que somos como tus hermanas, ¿eh? Sois mis hermanas del alma”. La respuesta de Fina confirma la profundidad de esa relación: “Lo vamos a hacer siempre, Fina”. Esta conversación deja ver cómo la amistad y el amor entre ellas trascienden cualquier dificultad, convirtiéndose en un pilar fundamental en la vida de cada una.
El momento se vuelve aún más emotivo cuando Fina recuerda un gesto de apoyo crucial del pasado: “Yo nunca había olvidado lo que habías hecho por mí cuando me llevaste al pantano en los peores momentos de mi vida”. Sus palabras revelan cómo los actos de bondad y cuidado pueden marcar para siempre la vida de alguien. A su vez, Fina comparte que actualmente está atravesando una etapa muy complicada: “Es que yo también estoy pasando los peores momentos de mi vida”. Carmen intenta calmarla, aconsejándole que no dé vueltas innecesarias a los recuerdos dolorosos y que trate de liberarse de la angustia: “Ay, mi niña, pero tú no le des tantas vueltas, ¿eh? Intenta olvidarlo”.
Sin embargo, Fina admite que no puede dejar de pensar en lo que sufrió: “Pero es que no lo puedo olvidar, Carmen. Ese hombre me ha destrozado la vida mucho más de lo que os podéis imaginar”. La intensidad de sus palabras refleja un dolor profundo y persistente, una herida que aún no ha sanado. Sus amigas insisten en tranquilizarla y asegurarle que estarán a su lado para protegerla de cualquier amenaza: “Pero nosotras no vamos a permitir que se acerque a ti, de verdad”.
Cuando surge la pregunta sobre qué le preocupa realmente, Fina se muestra reservada: “No puedo, no puedo… Nada, nada, nada. No puedo. Perdonadme que estoy un poco alterada y ya está”. Su confesión deja ver que, aunque desea abrirse, el miedo y la vulnerabilidad la detienen. Lo que sí sabe es que quiere expresar lo más importante: su cariño y su gratitud hacia sus amigas: “Yo lo único que necesito es que sepáis que os quiero con toda mi alma y que siempre será así”. La respuesta de sus amigas reafirma el amor mutuo y la lealtad: “Nosotras a ti, cariño, aunque te conviertas en una fotógrafa famosa y des el salto a la fama y nos olvides, no te cambiaríamos por nada”.
La escena evoluciona hacia un momento de intimidad y apoyo, donde Fina y sus amigas reflejan la fuerza de los lazos emocionales frente a los problemas de la vida. Las risas, los gestos y la música que acompaña el momento refuerzan la sensación de cercanía y complicidad. Fina se siente protegida y respaldada, y ese sentimiento le permite soltar un poco la carga emocional que ha estado cargando.
Al mismo tiempo, en otro escenario, se observa la interacción entre María y Gabriel, llena de subtexto y estrategias silenciosas. La conversación se inicia con María compartiendo su percepción sobre su recuperación: esperaba haber avanzado más. Gabriel la tranquiliza, elogiando sus logros y recordándole que debe sentirse orgullosa de sí misma, aunque también le recuerda las decisiones de la jornada anterior, cuando actuó en contra de sus propios intereses. María explica que ya había dado su razón, y él le asegura que no necesita justificar nada: entiende que está protegiendo su coartada.

Gabriel le advierte, con un matiz de control sutil, que él la protege incluso más que su propio esposo. María agradece el apoyo, pero confiesa su temor sobre cómo revelar sus avances físicos a su familia. Gabriel la cuestiona sobre si planea mentir de por vida, recordándole que tarde o temprano tendrá que caminar nuevamente. María admite que aún no han llegado a ese punto, pero siente pánico ante la idea de mostrar señales de recuperación, temiendo la reacción de Andrés. Gabriel sugiere alargar la rehabilitación lo máximo posible para mantener a su marido a su lado, prometiéndole que encontrará la manera de hacerlo sin comprometerse, como siempre ha logrado.
La escena se traslada luego a la fábrica, donde se evalúa un presupuesto de reforma del área de saponificación. Gabriel espera que sea elevado, buscando la ruina de Damián y el resto de la junta, demostrando su astucia y su capacidad de manipulación. Finalmente, Gabriel se despide de María, dejándola sola con sus pensamientos, miedos y estrategias internas, mientras la música enfatiza la tensión emocional y las luchas silenciosas que se desarrollan entre los personajes.
El episodio termina con un gesto de ternura: Fina y sus amigas posan para fotos, utilizando la cámara como un medio de distracción y como un símbolo de su cercanía emocional. La interacción refleja un equilibrio entre vulnerabilidad y protección, donde cada sonrisa y cada mirada consolidan los vínculos que las sostienen frente a los desafíos y adversidades de sus vidas.