Hola amigos, bienvenidos a un avance exclusivo de Sueños de Libertad

En este nuevo adelanto, la tensión y los secretos alcanzan un punto crítico. Pelayo, siempre calculador, ha descubierto el terrible suceso que involucra a Fina: la muerte de Santiago en un acto desesperado de defensa propia. Aunque en apariencia promete proteger tanto a ella como a Marta, pronto sus verdaderos objetivos comienzan a aflorar. Su ambición y su sed de control lo empujarán a actuar de manera inesperada, con consecuencias que podrían destrozar el vínculo entre las dos mujeres.

El episodio comienza en el laboratorio, un escenario cargado de tensión. Don Pedro entra con paso firme y una mirada tan fría como estudiada. Cristina, al verlo, se incorpora y lo recibe con una mezcla de distancia y desconfianza.
—¿Le puedo ayudar en algo? —pregunta, midiendo cada palabra.

Sin rodeos, Don Pedro responde:
—He venido a verte porque creo que mereces conocer toda la verdad.

Cristina, tensa, le replica:
—Si se refiere a lo que pasó con Pepe, ya lo sé. Irene me lo contó.

Él, intentando leer en su rostro, pregunta qué exactamente le dijo. Cristina no vacila:
—Que Pepe es mi padre biológico. Que usted lo presionó para que abandonara a Irene y desapareciera de nuestras vidas, y que probablemente volvió a hacerlo.

Don Pedro niega con firmeza, elevando el tono:
—Eso es mentira, un invento de alguien que busca dañarme.

Cristina ironiza, insinuando que el responsable de esa versión podría ser Damián de la Reina. Don Pedro lo confirma, pero insiste en que no sabe por qué José se apartó. Según él, Pepe no merecía a Irene, y eso dolió a toda su familia.

Cristina, incrédula, lo acusa de manipular la vida de su hermana, la de Pepe y la suya propia. Él, molesto, insiste en que no tuvo nada que ver, pero admite que se alegró cuando Pepe desapareció, convencido de que sería un mal marido y padre. En un tono casi de advertencia, le pregunta si alguna vez ha pensado cómo habría sido su vida con Pepe como padre en vez de don Francisco Ricarte.

Ella, firme, responde que gracias a sus maniobras nunca lo sabrá, pero que ahora, con la verdad, sí conoce otras cosas sobre él que han quedado claras. Con frialdad, le pide que la deje continuar con su trabajo, cortando la conversación de raíz.

En otro punto, Marta y Fina se enfrentan a un dilema insoportable: decidir qué hacer con el cuerpo sin vida de Santiago. Marta insiste en entregarse y asumir toda la culpa, pero Fina se niega rotundamente. La tensión se ve interrumpida por la llegada inesperada de Pelayo, que al verlas, percibe algo extraño.

—¿Dónde estabais? —pregunta, inquieto—. Vengo de la casa y vi el desastre en el salón. Pensé que algo te había pasado.

Su mirada se desvía hacia el fondo y, al reconocer el cuerpo, murmura:
—Santiago… la Guardia Civil lleva horas buscándolo.

Marta, intentando proteger a Fina, inventa que Santiago vino por ella con intenciones de hacerle daño, y que Fina llegó después. Pero Fina, incapaz de callar, interrumpe para decir la verdad: que fue ella quien se defendió y acabó hiriéndolo mortalmente.

Entre confesiones entrecortadas, ambas relatan cómo Santiago atacó a Fina, cómo ella logró liberarse y cómo, en medio del forcejeo, terminó clavándole la navaja. Pelayo, con frialdad, señala que no tardará mucho en morir y propone llamar a la Guardia Civil.

Marta insiste en entregarse, pero Pelayo advierte que sería un escándalo y que ambas perderían todo. Recuerda que Fina tiene antecedentes y que nadie les creería tan fácilmente. Marta, obstinada, afirma que no le importan las consecuencias, mientras Fina le suplica que no lo haga.

Finalmente, Pelayo, con voz dura, pregunta si planean enterrar el cuerpo antes de decidir qué hacer. El silencio de las mujeres es respuesta suficiente. Él se ofrece a ayudarlas, pero Marta desconfía y prefiere que no se involucre. Pelayo, sin embargo, asegura que ya está implicado, pues Santiago también iba contra él. Ordena que descansen mientras él se encarga del resto.

Agotadas, Marta y Fina se retiran, dejándolo solo con el cadáver. Allí, Pelayo recuerda una conversación con Damián sobre la obsesión de Marta por proteger a Fina. Su expresión se endurece. Saca un pañuelo, toma la navaja cuidadosamente para no dejar huellas y se la guarda.

En ese instante, el espectador comprende que Pelayo no es el salvador que aparenta. La ayuda que promete podría esconder una jugada maestra para manipular la situación a su favor, quizá para ganar poder sobre Marta y Fina o incluso para controlar el relato ante la Guardia Civil.

Este avance deja varias preguntas en el aire:
¿Será Pelayo un aliado real o un enemigo oculto? ¿Marta, dispuesta a todo por proteger a Fina, llegará al extremo de sacrificarse completamente? ¿Podrá Fina vivir con la carga de lo sucedido o, movida por la culpa, terminará confesándolo todo?

Los secretos, las medias verdades y las decisiones desesperadas parecen encaminar a todos hacia un destino inevitable, donde cada paso en falso puede significar la ruina.

Gracias por acompañarnos en este adelanto especial de Sueños de Libertad. Nos vemos en el próximo avance, donde quizá algunas respuestas empiecen a salir a la luz… o tal vez surjan nuevas preguntas aún más inquietantes.