Spoiler: Una despedida llena de dudas
En una mañana aparentemente tranquila, Andrés se presenta en la habitación de Marta con un gesto sereno, aunque sus ojos delatan preocupación. Toca con suavidad antes de entrar y le dice que solo ha venido a despedirse antes de que ella parta. Pero Marta, que lo conoce bien, percibe que hay algo más. Le pregunta si sucede algo, y él, sin rodeos, admite que aún no han conversado con calma sobre el tratamiento de fertilidad que ella va a iniciar. Confiesa que está intranquilo y quiere saber si está completamente segura de lo que hará, especialmente en cuanto a los riesgos.
Marta intenta calmar sus temores. Le explica que los médicos han dicho que el procedimiento no es complicado y que, aunque no es fácil, es la única vía posible para quedar embarazada. Andrés escucha con atención, pero insiste con otra pregunta clave: ¿qué piensa Fina de todo esto? Marta, con firmeza, le asegura que Fina está al tanto de todo y que jamás tomaría una decisión de este calibre sin su apoyo. Afirma incluso que Fina será para su futuro hijo una figura tan esencial como lo fue Digna para ellos en su momento.
Ante esa respuesta, Andrés acepta con resignación. Si todas están de acuerdo, solo puede respetar la elección. Sin embargo, no esconde que le cuesta asimilar la situación. Marta baja la mirada y le confiesa que para ella también fue difícil entenderlo al principio. Que cuando Pelayo le propuso la idea, se sintió confundida, llena de dudas. Tuvo largas conversaciones con Fina, se enfrentó a inseguridades, pero al final, juntas decidieron seguir adelante. Ahora que ya está casi lista para salir, Marta intuye que Pelayo la espera abajo, en el coche.
Antes de despedirse, Andrés vuelve a insistir. La mira con seriedad y le pregunta si realmente está segura de lo que va a hacer. Marta responde con honestidad: su deseo de ser madre es fuerte, pero le preocupa que Fina quede relegada a un segundo plano, a pesar de las promesas de Pelayo. Sabe que el vínculo entre ella y Fina es muy profundo, y teme que el camino que están tomando las separe.
Entonces, Andrés se abre y le ofrece un consejo desde su experiencia personal. Le dice que, conociendo lo que implica vivir en un matrimonio sin amor, jamás tendría un hijo en esas circunstancias. Marta, algo a la defensiva, le recuerda que su relación con Pelayo no es como la que él tiene con María. Pero Andrés insiste. Le dice que aunque ahora parezca que todo está en orden, criar a un niño dentro de un acuerdo por conveniencia puede terminar siendo agotador. Le recuerda que su matrimonio fue por presión familiar, no por amor, y que vivir según lo que otros esperan puede volverse una carga imposible de sobrellevar.
Antes de marcharse, Andrés le deja una última reflexión que cala hondo: ¿qué necesita realmente un niño? No se trata de herencias, ni de estabilidad aparente. Lo que verdaderamente importa es el amor sincero y la honestidad emocional. Solo así se puede criar con plenitud.
Justo en ese instante, Pelayo aparece en la puerta. Pregunta si todo está bien y si Marta ya tiene su pasaporte. Ella responde que sí y, queriendo suavizar la tensión, dice que solo estaban hablando de temas de la empresa, como si no hubiera ocurrido nada trascendente. Luego, se despide de Andrés con un abrazo sentido.
Finalmente, Marta se marcha con Pelayo. Lleva la maleta en una mano, y en la otra, una carga mucho más pesada: un corazón lleno de preguntas, ilusiones, miedos, y una decisión que aún lucha por asentarse dentro de ella. Aunque el viaje ha comenzado, su alma sigue en conflicto, oscilando entre el deseo profundo de ser madre y la fidelidad a un amor que desafía todo lo establecido.