🕯️ Spoiler: “No le voy a mentir, Marta”: deseo, libertad y una quimera de amor imposible
La tensión entre las responsabilidades laborales y los sentimientos ocultos vuelve a tomar protagonismo en La Promesa. Marta muestra preocupación por los retrasos en la creación del perfume por parte de Luis, pero Fina trata de defenderlo, argumentando que el talento necesita inspiración y esta no siempre llega cuando se desea. Mientras tanto, el señor Cobeaga, elegante y seguro, decide comprar todos los artículos masculinos que le ofrece Ester, argumentando que tiene amigos en París a quienes regalar. Su actitud demuestra su confianza… y también su nostalgia: afirma que España aún está muy lejos de los niveles de libertad de Francia. Una conversación que deja un sabor agridulce.
Después, en una escena mucho más íntima y personal, Fina y Marta se refugian en el almacén para compartir un momento privado lejos de las miradas indiscretas. Fina, inspirada por lo que dijo el señor Cobeaga y por su amiga Ester de París, le pregunta a Marta si imagina un futuro en el que puedan caminar por el parque de la mano o besarse en público sin miedo. Marta, con la voz serena, le dice que no cree que la libertad de la que gozan algunos artistas como Cobeaga se aplique a ellas. Aun así, Fina insiste: “Déjame soñar”.
Ambas sueñan. Sueñan con besos, cenas sin vigilancia, abrazos espontáneos, incluso con casarse. “Serías la novia más bonita del mundo”, se dicen entre sonrisas tímidas y deseo contenido. Aunque también reconocen que en su realidad deben conformarse con lo que tienen, que a veces parece poco, pero sigue siendo amor. Marta expresa su esperanza de que algún día este país dé un paso adelante y las personas como ellas puedan vivir sus sentimientos a la luz del día.
La escena mezcla ternura con melancolía. Justo cuando el deseo está a punto de vencer la prudencia, Marta se detiene: “Aquí no podemos”. La necesidad de ser cautelosas pesa más que la pasión. Ella se marcha, y Fina, antes de quedarse sola, menciona que le tomará fotos a Claudia, porque se ha entusiasmado al ver las de Marta. Esto provoca un pequeño roce: Marta le pide que sea discreta. “La mirada de la gente no es inocente”, le recuerda, advirtiéndole del riesgo. Fina promete tener cuidado, pero el peso de lo no dicho queda en el aire.