🟣 Spoiler: Sueños de Libertad – La propuesta de Pelayo a Fina 🟣
En la tienda, el ambiente es tranquilo, pero denso de emociones que flotan bajo la superficie. Pelayo llega para hablar con Fina sobre la propuesta que ha hecho a Marta: tener un hijo entre los tres. Fina, que ya sospechaba el motivo de su visita, no lo recibe con rodeos. Le deja claro que, si ya sabe de qué quiere hablar, entonces también puede intuir su respuesta. Sin embargo, no cierra del todo la puerta: le dice que necesita tiempo para reflexionar.
Pelayo intenta manejar la conversación con calma, recordándole que se trata de una decisión compartida, algo que afectará a los tres, no solo a él y a Marta. Pero Fina no lo ve de ese modo. Para ella, la presencia de Pelayo se siente como una presión. Él, consciente de su error, reconoce que debió haber hablado del tema con ambas desde el principio, como lo hicieron al tomar otras decisiones importantes, como el matrimonio. Aun así, cree que aún pueden enmendar el rumbo. Le recuerda que el vínculo entre Fina y Marta existía antes que él apareciera, que el amor entre ellas tiene raíces más profundas, y que no sería descabellado que ambas criaran juntas al bebé.
Fina, sin titubear, expresa lo que siente: le parece que todo se está forzando. Además, lo acusa directamente de tener esta idea no por amor ni por el bienestar de ellas, sino como una jugada estratégica para proteger su carrera política. Entonces, Pelayo decide abrirse por completo. Le confiesa que don Pedro ha comenzado a sospechar, no de Marta ni de Fina esta vez, sino de él. Dice que lo vio hablando con Cobeaga y ha empezado a inventarse teorías. Pelayo admite que, si logran presentar la imagen de una familia sólida con un hijo en camino, podrían disipar cualquier rumor o amenaza.
Le explica también por qué no la involucraron antes: tenían miedo de que su reacción fuera tan intensa como en ocasiones anteriores, cuando su estabilidad emocional tambaleó. Pide disculpas sinceras, pero insiste en la urgencia de protegerlos a todos de las dudas crecientes de don Pedro. Luego, comparte su visión para el futuro: una vez nazca el niño, podrían mudarse a la casa de los montes. Allí, alejados de las habladurías y de las miradas inquisitivas, podrían construir una familia a su manera. Fina y Marta podrían criar al bebé con libertad, sin protocolos ni apariencias. Pelayo, por su parte, se ocuparía de sus asuntos políticos desde la distancia. Incluso plantea que así Marta podría liberarse de las obligaciones sociales que tanto la agobian.
Fina guarda silencio. Repite dos veces que no lo sabe. Sabe perfectamente lo que implicaría una decisión así. Reconoce que todo se ha vuelto difícil, y aunque sus sentimientos siguen intactos, la complejidad de la situación la abruma. Está dividida entre lo que desea en el fondo y lo que le dicta la razón.
Pelayo, mostrando una faceta más humana, le dice con suavidad que puede tomarse el tiempo que necesite para pensar. No la presionará. Pero antes de marcharse, le confiesa que espera que su respuesta sea afirmativa. Luego se va, dejando a Fina sola en la tienda. En ese instante, el silencio se apodera del lugar, mientras ella queda inmóvil, sumida en sus pensamientos, atrapada entre la nostalgia, el amor y la incertidumbre.