Spoiler: Una mañana entre confidencias, recuerdos y sueños en “Sueños de libertad”

En la tienda, el ambiente transcurría con una calma que se agradece. Gema y Fina trabajaban codo a codo preparando un pedido especial con ese cuidado meticuloso que caracteriza a quienes aman lo que hacen. Gema, lista en mano, iba marcando en voz alta cada producto: cremas, jabones, perfume y colonia. Todo parecía estar en su sitio. Fina le recordó, con su tono habitual, que no se olvidara de incluir la tarjeta para la señora Berna. Gema, rápida y eficiente, se la pasó al instante.

Mientras ultimaban los detalles, Gema soltó un comentario entre divertido y resignado: “Todo esto es para el bebé, y la madre nada… y eso que ser madre es el trabajo más duro del mundo”. Fina rió con complicidad. “El embarazo no es ninguna broma”, respondió, enumerando entre risas las náuseas, los vómitos, el malestar general… Ser mujer, coincidieron, es una batalla constante entre el cuerpo y el corazón.

La conversación, íntima y natural, derivó hacia Teo. Fina, con tono cálido, quiso saber cómo iba todo con él. Gema, con un suspiro que ocultaba muchas noches de desvelo, respondió que van tirando, que hay días mejores y otros peores, pero que esa mañana en particular Teo estuvo tranquilo y hasta le permitió acompañarlo al colegio. Para ella, ese gesto era más que un logro: era una pequeña victoria en medio del doloroso proceso de sanar. A pesar de eso, confesó que aún no puede evitar las dudas y los miedos.

Conmovidas por el gesto que preparaban, pensaron en añadir un pequeño detalle extra al pedido. Algo simbólico, pero significativo. Fue en ese momento que Marta irrumpió en la tienda con su energía chispeante. Saludó con su simpatía habitual y anunció que venía solo por un frasco de agua de Aranjez, una colonia especial que usa para viajar. Fina, curiosa, comentó que pensaba que Marta solo utilizaba perfumes. Marta explicó, con naturalidad, que para los viajes prefería algo más práctico, más fresco. Fina, aún más sorprendida, le preguntó sin rodeos: “¿Te vas de viaje?”

Con una sonrisa radiante, Marta compartió la buena noticia: se iría unos días a Londres con Pelayo. Finalmente, después de tanto esperar, se tomaban una pequeña luna de miel, un viaje que más que descanso, significaba complicidad recuperada. Gema, al escuchar “Londres”, no pudo ocultar su ilusión: siempre había soñado con visitar esa ciudad, especialmente desde que veía películas sobre bodas reales, con sus princesas, palacios y vestidos de cuento.

Marta, contagiada de emoción, les recomendó una de sus películas favoritas: Royal Weddings, una historia musical romántica llena de encanto y vestuarios deslumbrantes. Fina y Gema confesaron que no la conocían, pero prometieron buscarla y verla pronto, contagiadas por el entusiasmo con el que Marta hablaba de ella.

Antes de marcharse, Marta se percató del paquete sobre el mostrador y preguntó de qué se trataba. Fina le explicó que era un pedido especial que debía ser recogido por el repartidor. Gema, siempre atenta, se ofreció enseguida para avisarlo y se puso manos a la obra.

La escena terminó como había comenzado: con una calidez cotidiana que esconde más de lo que parece. Tras los perfumes, las tarjetas y los recuerdos, había también silencios, anhelos y cicatrices que siguen sanando. Porque incluso en los días más tranquilos, los corazones siguen latiendo con fuerza bajo la superficie de lo cotidiano.