🔍 Sueños de Libertad – Capítulo 319: “Marta y Fina” | ¡No puedes perder la compostura delante de María! 🔥⚠️ SPOILER EXTENDIDO
La tensión vuelve a escalar en Sueños de libertad, y en este capítulo 319 se encienden las alarmas en la casa de los De la Reina. Una amenaza encubierta ha sido lanzada, y Begoña siente que el peligro ya no está al acecho… sino dentro de su propio hogar.
Todo comienza cuando Begoña le muestra a Andrés un sobre anónimo que ha recibido. Está nerviosa, visiblemente alterada, y no es para menos. El contenido del sobre no deja lugar a dudas: alguien sabe demasiado. “Aquí dentro hay una amenaza velada”, le dice con firmeza. Lo que más la inquieta no es solo el mensaje en sí, sino el hecho de que alguien ha logrado infiltrarse en su intimidad, burlando todas las barreras.
El sobre, sin remitente ni dirección, fue entregado por Manuela poco después de que Begoña regresara con Julia desde casa de Rita. Un momento aparentemente cotidiano se transforma en una advertencia siniestra. Begoña abre el sobre y, en cuestión de segundos, comprende que lo que contiene no es una casualidad ni una broma de mal gusto. “Esto no es un simple papel… es una amenaza”, dice. Su instinto no le falla. Y lo peor: quien lo envió sabe exactamente lo que se está ocultando sobre la muerte de Jesús.
Andrés, incrédulo al principio, observa el sobre con preocupación. “¿Qué es esto?”, pregunta. Begoña no titubea al sospechar de María. Recuerda perfectamente que la joven los observó, o al menos escuchó parte de la conversación que tuvieron aquella tarde cerca de la biblioteca. Todo encaja. María incluso le comentó a Andrés que había oído a Damián mencionar su nombre junto con el de Jesús.
Para protegerla, Andrés optó entonces por una mentira piadosa: le aseguró a María que se trataba de un simple chisme, un comentario trivial sobre haberlos visto de la mano, y que lo de Jesús era solo un malentendido. En ese momento, creyó haber desactivado la curiosidad de María. Pero ahora, Begoña no está tan segura de que todo haya quedado atrás.
El verdadero temor de Begoña no radica solamente en que María pueda estar detrás del anónimo. Lo que realmente la desvela es la posibilidad de que haya alguien más. “¿Y si no fue María? ¿Y si alguien nos vio esa noche?”, se pregunta en voz alta. La posibilidad de un testigo invisible, de un intruso con acceso a sus secretos, la estremece.

Andrés intenta tranquilizarla. Le asegura que nadie en la colonia tendría razones para meterse en asuntos tan turbios ni para jugar con algo tan delicado. Pero Begoña no baja la guardia. Su intuición le grita que hay algo más oscuro moviéndose a su alrededor. Si María escuchó solo fragmentos, eso puede haber sido suficiente para sacar conclusiones erróneas… o para trazar un plan de venganza fría y silenciosa.
Aunque Andrés quiere pensar que todo es un malentendido o una provocación vacía, también se da cuenta de que el miedo de Begoña es real. La amenaza no es solamente una hoja de papel: es el símbolo de una persecución que podría tener consecuencias devastadoras. Y si el pasado regresa con fuerza, ambos podrían pagar un precio muy alto.
Consciente de lo que está en juego, Andrés le pide a Begoña que mantenga la calma. “No le des el gusto de verte alterada”, le dice, refiriéndose claramente a María. La última palabra no está dicha, pero este nuevo movimiento de piezas insinúa que alguien está dispuesto a desenterrar el secreto mejor guardado de la familia: lo que realmente ocurrió la noche en que Jesús murió.
Ambos acuerdan mantenerse unidos. Pase lo que pase, enfrentarán lo que venga como un equipo. El sobre anónimo se convierte en una señal de que la paz es una ilusión frágil, y que el enemigo, quienquiera que sea, ya ha empezado a jugar su partida.
Y mientras tanto, María, quizás detrás de la cortina o quizá inocente en apariencia, observa… tal vez calculando su próximo movimiento.